El paro juvenil ha mejorado en el último año, al menos en el aspecto cuantitativo. La tasa valenciana de desempleo entre los menores de 25 años ha bajado siete puntos y se sitúa ligeramente por encima del 26%, pero la temporalidad sigue siendo alarmante. Una parte de los esfuerzos de las políticas activas de empleo, precisamente, se dirige a corregir esta situación de los jóvenes, con un resultado, en honor a la verdad, muy desalentador. Tanto que el departamento de empleo de la Generalitat ya trabaja en la reorientación de esas ayudas.
En 2019, las subvenciones de Labora a la empresa privada para la contratación indefinida de jóvenes apenas han posibilitado la incorporación al mercado de 86 menores de 30 años. El paupérrimo dato es muy similar al de 2018, cuando las empresas ficharon con un contrato indefinido a 82 jóvenes con los que no tenían relación previa. En 2017, el balance fue de 147 jóvenes.
Ayudas de 25.000 euros
Ayer mismo, precisamente, la Generalitat hacía pública la convocatoria para este año para contratar de inicio a jóvenes cualificados (FP, doctorado, grado, licenciatura, estudios de posgrado). No es una ayuda simbólica: la aportación equivale al salario mínimo interprofesional, y asciende a unos 25.000 euros, ampliable en caso de ser mujer o persona con diversidad funcional. Pese a todo, en los últimos años esta partida no se ha agotado, y eso que se ha ido reduciendo el presupuesto a disposición de las empresas y se han aumentado las ayudas, dado su escaso éxito.
Una línea de ayudas a la contratación de jóvenes que funciona mejor es la que se destina a los contratos en prácticas. En este caso, aunque tampoco son cifras espectaculares, las empresas han fichado a 161 jóvenes para formación, un 27% más que el año anterior y el doble que cuando se exige que el contrato sea indefinido. Las empresas reciben 10.640 euros por cada incorporación.Estas líneas de ayuda, que surgen del programa Avalem Joves, son aprovechadas sobre todo por los ayuntamientos. En los últimos tres años más de 11.600 jóvenes han pasado por las entidades locales a cuenta de estos fondos.
Muy diferente es la lectura en la empresa privada. A tenor de los resultados, los empresarios no parecen dispuestos a correr el riesgo de aumentar su plantilla sin la certeza de tener un crecimiento de negocio asegurado. Ni siquiera con el estímulo de estas suculentas subvenciones públicas.
En este sentido, sí funciona -y cada año se agota el presupuesto- la partida para la conversión de contratos temporales a indefinidos, en este caso sin límite de edad, explican en Labora. El empresariado sí responde al incentivo, ya que no se trata de aumentar la plantilla sino de consolidar un puesto cubierto con un trabajador eventual.
En este contexto, desde el departamento que dirige Enric Nomdedéu están buscando nuevas fórmulas para lograr que las empresas contraten empleo de calidad. La última apuesta de Labora, desvelada por Levante-EMV, busca motivar a las empresas con dinero público para que reduzcan la jornada de trabajo de 40 a 32 horas. Es una forma de hacer a la gente más feliz, pero también de generar nuevas vacantes para generar más contrataciones, resume el secretario autonómico, Enric Nomdedéu. Precisamente, se estudia dedicar a este fin dinero de otras partidas, como las descritas anteriormente, que están despertando en las empresas menos interés del esperado.
