La brecha salarial entre hombres y mujeres no es una lacra que se circunscriba únicamente al periodo laboral. El problema, de hecho, es que la desigualdad crece conforme avanza la edad de las personas, y se dispara una vez se llega a la edad de jubilación. Tomando 2019 como año de referencia, las mujeres valencianas perciben una pensión media de 728 euros, un 34,4% menos que los hombres, según datos del portal estadístico de la Seguridad Social. En términos absolutos, la diferencia es de 383 euros.
«Si existen discriminaciones salariales durante la trayectoria laboral, éstas se trasladarán a desigualdades en la percepción de las pensiones. Esto explica que la brecha de las pensiones sea más grande que la brecha salarial, perjudicando gravemente al sexo femenino», señala el informe Situació sociolaboral de les dones al País Valencià, presentado ayer por Comisiones Obreras con motivo del día de la igualdad salarial que se celebra hoy en Europa.´
En efecto, la edad de jubilación supone un punto de inflexión en cuanto a la remuneración. La brecha salarial entre los pensionistas valencianos es doce puntos mayor que la diferencia media entre los trabajadores en activo, pasando del 22,4% general al 34,4% de los pensionistas. La única lectura positiva es que, por primera vez en quince años, esta ratio baja del 35% en la C. Valenciana.
«Las brechas salariales de género no se producen sólo durante la vida activa de las mujeres, sino
que se cronifican y se hace extensiva en su trayectoria vital. Por eso la disparidad de ingresos no se trata de una cuestión momentánea o coyuntural, sino que se define por su carácter estructural, a lo largo de toda la vida. El problema es que la igualdad de partida no es real, pues el perfil de inserción y de trayectoria laboral de mujeres y hombres es muy diferente, y determina sus ganancias medias durante su vida laboral pero también cuando salen de ella», añade el informe de CC OO.
Y es que, tal como se desprende de las estadísticas, la diferencia entre lo que cobran hombres y mujeres va creciendo de forma inexorable conforme avanza el recorrido vital, de lo que cabe desprenderse que situaciones como la maternidad, con la interrupción de la vida laboral, con reducciones de jornada o directamente excedencias por cuidado de familiares, van impactando sobre los salarios femeninos hasta el punto de crear estas diferencias. Todo ello unido, además, otro hecho: los sectores más feminizados son también los peor remunerados como norma general.
Así, por ejemplo, entre los 25 y los 34 años, la brecha es 'solo' del 14,9% en la C. Valenciana. Si se toma la franja de edad de 35 a 44 años, la diferencia crece hasta el 20,9%, más de 4.900 euros menos al año. Al llegar a los 45 y hasta los 54, los números dicen que las mujeres ganan casi 7.000 euros menos, un 26,3%. Consecuencia de esto, llegada la jubilación les separa un abismo del 34%.
Cabe tener en cuenta, obviamente, problemáticas particulares del mercado de trabajo en décadas previas, como la incorporación tardía al empleo, los años no cotizados o simplemente las labores de cuidados no remunerados que impactan sobre la media de ingresos en la jubilación.
En este punto, el asunto se ha convertido en tema de debate público. La Comisión de Seguimiento del Pacto de Toledo abrió este melón hace un año al recomendar reformas en el sistema de pensiones que posibiliten el traslado o reparto de cotizaciones con el fin de estrechar la brecha. Es una medida para las mujeres que de forma involuntaria han tenido que abandonar temporalmente su empleo para cuidar a hijos o dependientes o que han visto reducida su cotización por un trabajo a tiempo parcial.