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La agricultura «ha disfrutado» una etapa «favorable» en la última década

Un informe de las cajas de ahorros concluye que el sector ha elevado productividad y renta empresarial desde 2010

La agricultura «ha disfrutado» una etapa «favorable» en la última década

Antes de que llegara el coronavirus y parara casi por completo el país, los agricultores de toda España, incluidos obviamente los valencianos, cortaban carreteras en protesta por la situación que sus organizaciones representativas calificaban de agónica e «insostenible» por la pérdida de rentabilidad. El consenso sobre esta situación llevó al Gobierno a movilizarse también para tratar de rebajar el malestar de agricultores y ganaderos.

Sin embargo, «desde una perspectiva estrictamente económica, la evolución del sector en el último decenio ha sido relativamente favorable», incluso «plácida». Así lo asegura un informe del profesor de la Universidad de Murcia José Colino titulado precisamente «El malestar de los agricultores españoles» que ha publicado recientemente la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). El artículo se centra en analizar la eficiencia, los precios y las rentas percibidas por los agricultores para establecer sus conclusiones.

Respecto a la primera cuestión, el informe concluye que la «productividad agraria por hora de trabajo en España es más elevada que en Alemania y Francia y, por supuesto. que en Italia, y equivale al 65 % de la productividad horaria del conjunto de la economía española, frente a cifras que rondan el 40 % en los otros tres países».

El documento explica que el deterioro de los precios ha sido uno de los motores de las recientes movilizaciones. Los datos «demuestran que lo precios percibidos por los agricultores han tendido históricamente a crecer menos que los correspondientes a los de los bienes y servicios de la oferta interior (PIB), a los precios pagados por los medios de producción corrientes y los bienes de capital y, sobre todo, a los salarios agrarios. Por ello, solo las ganancias de eficiencia han permitido a una fracción de los agricultores mantenerse en la actividad con las que también podrían haber colaborado las copiosas subvenciones de la política agraria común».

El documento explicita que esa «maldición de los precios ha seguido estando presente entre 1995 y 2019». No obstante, también matiza que en el último quinquenio «lo más destacable es su estabilidad. Los índices de precios pagados por el consumo intermedio y los bienes de inversión apenas crecieron, lo que entra en contradicción con el discurso de su dañino ascenso. Lo más destacable de los precios percibidos es que sufrieron una caída del 4,6 % en 2019».

El informe de Funcas destaca que «mención aparte merecen los salarios agrarios, motivo de honda preocupación por parte de medios e, incluso, autoridades gubernamentales» por el supuesto impacto negativo de la subida del SMI. Y es que los datos del propio ministerio de Agricultura respecto a finales de 2018 «demuestran que no ha dejado huella alguna en los diez primeros meses de 2019». Así, tomando en consideración datos de Eurostat, el estudio recuerda que la remuneración salarial en la agricultura española fue de 5,95 euros por hora de trabajo en 2019, un coste ligeramente más bajo que el vigente en el trienio 2016-2018, periodo en el que la cifra española equivalió al 36,7 % del nivel alemán, al 29,1 % del francés y al 54,9 del italiano.

Por consiguiente, «tanto el progreso de la productividad como el recorrido de los precios relativos han permitido que, en los últimos años, el sector haya seguido una dinámica de relativa bonanza si se compara con etapas anteriores. Bonanza que en 2019 se ha cubierto de ciertas nubes que estuvieron muy lejos de constituir una tempestad en ese último ejercicio. Lo cual no quiere decir que determinadas esferas productivas no atraviesen en el momento presente por problemas delicados».

Por otro lado, el peso de la renta empresarial agraria ha avanzado de forma significativa y, en términos absolutos y reales, se ha incrementado a una tasa media anual acumulativa del 3,6 % entre 2010 y 2018».

El informe concluye que «ningún grupo social manifiesta su malestar sin estar avalado por sólidos motivos, pero, salvo en actividades muy concretas, los fundamentos económicos del mismo no los hemos encontrado». Y finaliza diciendo que las subidas arancelarias de Estados Unidos, la incertidumbre sobre la financiación de la PAC, la despoblación del medio rural, la falta de sustitución empresarial, las duras condiciones de trabajo o el envejecimiento «podrían explicar mucho mejor el malestar».

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