Con casi medio millón de toneladas exportadas (499.291) y con toda la segunda quincena de aquel mes con el país ya declarado en Estado de Alerta, el sector citrícola español registró el mejor mes de marzo de su historia. Es más, el repunte de la demanda motivado por la preocupación por el Covid-19 y el interés de los euro-peos por proveerse de fruta con la que reforzar su sistema inmunológico, ha permitido dar un vuelco a la campaña.

Efectivamente, con una cosecha nacional casi un 24% más baja y pese a la importante caída del comercio a ultramar, se ha logrado exportar hasta esa fecha las mismas toneladas que la pasada campaña (2,86 millones de Tm). A falta de estadísticas oficiales, el Comité de Gestión de Cítricos (CGC), la patronal nacional que integra a los principales expor-tadores no cooperativos, da por sentado que este ritmo de crecimiento de en torno a los dos dígitos se mantendrá en abril. "El Gobierno reconoció al sector como una actividad esencial, el coronavirus nos exigió un esfuerzo extraor-dinario para responder al reto y superar las enormes dificultades de todo tipo existentes pero es evidente que hemos dado la talla", valora la directora general del CGC, Inmaculada Sanfeliu.

Pese a que aún es muy pronto para hacer balance de la temporada porque la actividad comercial de los al-macenes aún se mantendrá durante los próximos meses, es previsible que la temporada de recolección acabe este año entre un mes y mes y medio antes que la del año pasado. Con las cifras disponibles hasta el momento, ya se puede afirmar que, con 276.701 Tm, el tercer mes de 2020 -el del estallido del coronavirus en toda Europa- ha sido también el segundo mejor mes de marzo jamás registrado en naranjas (por detrás del de 2015 con 287.900 Tm y un 17% por encima del de 2019). En mandarinas, por su parte, el repunte mensual en el volumen de ventas al extranjero ha sido menor (+7%) pero ha permitido recuperar la caída del 25% acumulada en lo que se llevaba de temporada con respecto a la anterior. Conviene recordar que todo ello se ha alcanzado en una campaña corta en cuanto a la cosecha esperada, con una reducción respecto al balance de la 2018/19 del 23,9% en cítricos en general, del 22,4% en naranjas y del 28,9% en mandarinas.

Y que se ha logrado también pese al desplome de las ventas en importantes destinos más allá de la UE, como EEUU (por los aranceles impuestos) o China (por el estallido de la crisis sanitaria). "En época de extrema dificultad, el sector español ha vuelto a demostrar que es el proveedor europeo más seguro, con los estándares de ca-lidad más estables y altos y que logramos obtener los índices de aprovechamiento quizá más óptimos", valora Sanfeliu.

Circunstancias excepcionales

El mérito de estas cifras, a tenor de las excepcionales circunstancias vividas, es indudable. Antes incluso de la entrada en vigor, el 16 de marzo, del Estado de Alerta, desde que el eslogan #yomequedoencasa comenzó a calar en la sociedad española, se produjo un primer e importante repunte de la demanda en el mercado doméstico. Cuando, a los pocos días, las medidas de confinamiento se extendieron de España e Italia a la mayor parte de Estados miembros de la UE, la ola de pedidos de 'urgencia', de compras con componente compulsivo, se extendió al resto del continente. En aquellos días, la persistencia de las lluvias obligó a suspender la recolección en casi todas las zonas citrícolas.

Las restricciones en la movilidad decretadas complicaron también la recogida del fruto y forzaron a los operadores a fletar furgonetas y autobuses que, al reducirse las plazas a ocupar, tuvieron que multiplicar sus desplazamientos. En los almacenes, por su parte, se vivió una carrera frenética para proveerse de mascarillas en plena carestía, por adaptarse a una normativa en continuo cambio, por implementar nuevos protocolos de bioseguridad para evitar contagios.

Las lluvias, la consecuente reducción de la productividad por empleado derivada de tales medidas de distanciamiento y desinfección, dispararon los costes y obligaron a trabajar con nuevos turnos, los fines de semana, más horas extra... Y el transporte en camión hasta los destinos europeos tuvo que superar las colas y los retrasos provocados por las nuevas fronteras y controles sanitarios levantados en Centroeuropa. Sus tarifas, como los precios en origen por las naranjas -que también comenzaron a dispararse-, crecieron también entre un 30 y un 50% a causa de la inactividad económica e industrial (los camiones, que antes volvían con carga, han pasado a retornar vacíos). Hubo rupturas puntuales de stock pero el suministro a Europa jamás se rompió.