La precariedad laboral y la brecha por sexos se acentúan con la crisis del coronavirus. Aunque los efectos de la temible pandemia sobre el empleo impactan tanto a hombres como a mujeres todo parece indicar que se ralentizará la igualdad en el mercado laboral, según constata un informe elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Los trabajos precarios, que son los más encabezados por mujeres, son, a su vez, los más perjudicados. Según se expone en el documento las mujeres están sufriendo esta crisis más que los hombres.

¿Por qué? Sectores feminizados, como la hostelería (53 % del total son mujeres), la educación (60 %) y servicios domésticos (85 %) han sufrido caídas en el número de cotizantes a la Seguridad Social (es decir, pérdida de ocupación) del 9,4%, 7,8% y 7,2%, respectivamente.

Los autores del citado informe del IVIE y de la Universitat de València, Alicia Gómez y José Ramos, sostienen que las condiciones laborales de partida más desfavorables para las mujeres (menor incorporación al mercado laboral, menores salarios o menor proporción de cargos directivos) junto con la debilidad del empleo generada por la covid-19 y la posible evolución de la ocupación en los sectores con mayor participación de féminas «ralentizarán el proceso hacia la igualdad real».

El paro registrado en la Comunitat Valenciana ha crecido entre febrero y mayo más entre los hombres (se ha incrementado un 26,2% frente al 16,3% en las mujeres). Sin embargo, mientras el de la mujer ha aumentado por tercer mes consecutivo, el del hombre ha disminuido en mayo, pues la recuperación de la actividad puede haberse producido más pronto en los negocios más masculinizados. «La pandemia de coronavirus es una crisis sanitaria que no discrimina por sexos pero las consecuencias económicas y sociales de esta pandemia podrían ser diferentes para hombres y mujeres, especialmente en el mercado laboral», resaltan los profesores Gómez y Ramos.

Temporalidad y autónomos

Los investigadores del IVIE constatan que algunos índices de vulnerabilidad laboral a corto plazo (porcentaje de temporalidad en el sector privado, importancia relativa de los autónomos, peso relativo del trabajo público y nivel de formación) son más favorables para las mujeres ocupadas que para los hombres empleados, tanto en España como en la Comunitat Valenciana.

Uno de los colectivos más vulnerables a corto plazo en situaciones de inestabilidad económica e incertidumbre es el que tiene un contrato temporal, ya que una vez finalizado su contrato es probable que este no sea renovado, pudiendo incluso ser rescindido antes de su finalización. Por eso, en el conjunto de los asalariados, las mujeres presentan tasas de temporalidad ligeramente más elevadas que los hombres, tanto en España (27,2 % frente a 25,4 %) como en la Comunitat Valenciana (28,3 % frente a 27,5 %).

Además, al distinguir entre el sector privado y el sector público, se observa que la mujer presenta una mayor tasa de temporalidad que el hombre en el sector público, un ámbito en el que la precariedad laboral se sitúa actualmente también a niveles muy elevados. Entre las mujeres empleadas en el sector público, una de cada tres trabaja con contratos temporales.

Incertidumbres

En el ámbito concreto de la educación las mujeres han sufrido una caída del 7 % en el número de afiliados porque en algunas de sus actividades se han producido despidos. Todavía con «mucha incertidumbre sobre cómo comenzará el próximo curso escolar en todos sus niveles (reducción del número de alumno por clases, combinación de clases presenciales y telemáticas, etc.)», según los autores del informe, es razonable pensar que el empleo de este sector se recupere, como también en el caso de la hostelería, aunque este no se dará hasta el año que viene.

Respecto al futuro, los analistas del IVIE sostienen que la situación variará a medida que se vaya recuperando la actividad económica. En su opinión, «el resultado sobre el empleo fe-menino y masculino dependerá de diversos factores: la existencia de nuevos brotes de la pandemia, la resiliencia de las empresas, la eficacia de las políticas adoptadas, la recuperación de la confianza de los agentes y la flexibilidad de las distintas actividades económicas para adaptarse a la «nueva normalidad».