Proteger la competitividad en las empresas que pueden presumir de ella ahora que los retos se multiplican, y lograr aumentarla en el conjunto de la autonomía como gran tarea pendiente. Es una de las principales reflexiones que dejaron las dos horas largas de intercambio de opiniones que se produjo ayer en la jornada «Cambio de marcha», organizado por Levante-EMV y UGT-PV, con la colaboración de la Federación de Industria, Construcción y Agro del mismo sindicato.

El acto, inaugurado por la ministra de Industria, Reyes Maroto, y clausurado por el jefe del Consell, Ximo Puig, centró su atención en las industrias del automóvil y la movilidad, entre ellas la ferroviaria. Asistieron al encuentro, entre otros, el consejero delegado de Prensa Ibérica en la C. Valenciana, Juan Antonio López Ruiz de Zuazo, así como la directora del diario, Lydia del Canto. Por la parte institucional acudieron los consellers de Territorio, Arcadi España; de Hacienda, Vicent Soler; la directora general de Diálogo Social, Zulima Pérez; los alcaldes de Almussafes, Toni González, y Torrent, Jesús Ros. También el presidente del IVIE, Francisco Pérez, o el nuevo delegado institucional de Iberdrola en la C. Valenciana, Ibán Molina.

El debate, dirigido por Julio Monreal, director general de Relaciones Institucionales de Prensa Valenciana, comenzó con la intervención de Dionisio Campos, director de Fabricación de Ford, dio en el arranque de la mesa redonda la clave de por qué la industria del motor, que hace algo más de 40 años era únicamente Seat, es hoy en España el 10% y el segundo productor europeo pese a no tener marcas nacionales. «Esta industria ha llegado ahí a través de la competitividad y el buen hacer», resumió. Campos, en el actual momento de incertidumbre, reivindicó el compromiso de la multinacional. «No podemos dudar de la predisposición de Ford hacia la planta de València. Las cifras hablan: desde 2011 más de 3.000 millones», señaló, en pleno lanzamiento del nuevo Kuga, con 750 millones de inversión y tres versiones electrificadas.

La pandemia ha parado varios meses toda la cadena de valor y el impacto en el motor español será relevante (unos 700.000 coches se dejarán de fabricar este año). Un «impacto económico significativo en las empresas», vaticina, pero anima a adaptarse rápidamente al nuevo escenario para seguir en la carrera feroz por captar inversiones dentro esta industria global.

¿Cómo mantener posiciones en un ecosistema de multinacionales donde los proyectos de inversión se asignan en función de la rentabilidad de una planta? «Necesitamos que siga así, necesitamos un marco regulatorio, legislativo, estable; que la fiscalidad sea predecible, y algo muy importante en estos momentos: los costes de fabricación son inferiores a los costes logísticos. Necesitamos un corredor mediterráneo, que lleva algún mes de retraso», bromeó, así como «un puerto fuerte».

El diálogo social y la capacidad de llegar a acuerdos dentro de Ford fue una de las fortalezas de la industria valenciana que se puso en valor. Carlos Faubel, presidente del comité de empresa de Ford, reivindicó: «El sector del motor es una muestra de cómo los sindicatos, UGT en este caso como mayoritaria en casi todas las fábricas, pueden hacer muchos ejercicios de sensatez, de negociar flexibilidad, de reaccionar con prontitud, y de explicarlo al conjunto de trabajadores. No es fácil», dijo.

Faubel puso un ejemplo de cómo un sindicato puede realizar una labor de cogestión en una factoría. En concreto, se refirió a cuando, en los 90, se pactó una nueva figura profesional para que el operario de mantenimiento, que no siempre tenía trabajo, también pudiera estar en tareas de producción. «Generó conflicto en la factoría pero vinieron de todas las fábricas de ford a ver cómo lo hicimos, cómo se ganaba en competitividad. Fuimos capaces de pactar y fue un antes y un después para Almussafes», señala.

Hoy, en medio de una pandemia que tendrá impacto, y también con una transición a lo eléctrico que afectará a los puestos de trabajo, los sindicatos afrontan otro momento complicado. «Las empresas se deben comprometer para que esa transición sea lo más justa posible y no se excluya a las personas, los trabajadores», reclamó. La competitividad, o la falta de ella, vertebró las intervenciones. Íñigo Parra, presidente de Stadler València, lidera una firma en un momento dulce, por la carga de trabajo, la apuesta tecnológica de su matriz y la conversión del tren en el símbolo de la movilidad en la era de la sostenibilidad. La competitividad para captar negocios frente a competidores de todo el mundo, el diálogo social y la innovación son las llaves del futuro, dijo. En clave de productividad, Parra dio algunas recetas para tratar de mejorar la situación de desventaja que afronta la autonomía. «Cuando se habla de competitividad no se puede hablar en un escenario estático. Hay que enfocarse a cómo mejorar. Cuando hablamos de horarios hay que hablar de flexibilidad. Es fundamental, flexibilidad que ayude a la empresa y los trabajadores, que cada día más tenemos entornos familiares complejos; al hablar de salarios hay que hablar de productividad y variabilidad. Si la empresas tiene dificultades hay que arrimar el hombro, cada empresa es un mundo», apuntó. Parra recordó las viejas escuelas de aprendices, y reivindicó la formación dual dentro de las claves para ser competitivos.

En este punto, Olivia Estrella, secretaria general de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI), coincidió en la necesidad de no «cruzarnos de brazos». «No somos muy productivos si comparamos a la C. Valenciana con España, no pienso ya en la UE. Todos deseamos más, mayor salario, más renta per cápita... Hay muchas fórmulas y la innovación es una de las fundamentales, un círculo virtuoso», señaló Estrella, que explicó la estructura que la agencia autonómico ofrece a las empresas para facisitar la transferencia de conocimiento desde las universidades o institutos tecnológicos. Entre ellos, la última alianza en tecnologías habilitadoras.

También intervino el presidente del puerto Aurelio Martínez, una infraestructura clave para entender la competitividad del territorio y empresas como Ford. «A veces tenemos complejo de inferioridad», dijo Martínez, reivindicando la salud exportadora de la economía valenciana y española. Mientras China ha pasado en 20 años del 3,8% del comercio mundial al 13%, y mientras las economías europeas retroceden, «el único que mantiene un crecimiento y no pierde peso en el total es España». «No seremos tan malos. Nos faltan grandes empresas, producto tecnológico, pero en lo que hacemos bien no perdemos peso en estos 20 años», animó Martínez.