Los fallos en las cadenas de suministro global ocasionados por la crisis del covid-19 nos han alertado de los límites del aprovisionamiento en economías lejanas. En el corto y medio plazo parece posible que las cadenas de valor globales, que según datos de la OCDE abarcan un 70% del comercio mundial, se reconfigurarán con el objetivo de reducir el riesgo, volviéndose más regionales o locales, con menos eslabones y cediendo eficiencia productiva a costa de mejoras en la seguridad de los abastecimientos. Es muy probable que en estas prime la colaboración entre economías cercanas geográficamente, entre sí y respecto a los mercados finales, pero también con una proximidad cultural e institucional que evite los conflictos o favorezca su resolución si estos se presentan. Las grandes empresas tractoras de estas cadenas (tanto fabricantes como grandes distribuidores) apostarán por diversificar a nivel regional la base de sus proveedores, fomentarán las relaciones de cooperación a más largo plazo con estos y los buscarán en localizaciones que ofrezcan ciertas ventajas logísticas. Estos cambios generarán nuevas oportunidades en regiones europeas tradicionalmente industriales, como la valenciana, y que perdieron competitividad frente a China.

La Comunitat Valenciana presenta todas las condiciones para ajustarse a esta nueva realidad post-pandemia. Por una parte, contamos con un fuerte ecosistema industrial agrupado mayoritariamente en clusters que pueden actuar como auténticas plataformas de colaboración a nivel internacional y facilitar los encadenamientos verticales de nuestras pymes. De hecho, estos clusters» industriales ya se han mostrado como una herramienta eficaz en momentos de alta complejidad como el actual. Iniciativas como la rápida reacción de las empresas del clúster textil para diversificar su producción hacia el sector sanitario, o las propuestas por la Conselleria de Economía para impulsar y financiar la creación de acuerdos de cooperación transversales en el ámbito de la salud son una buena tarjeta de presentación para los grandes grupos internacionales que buscan mitigar el riesgo y asentar relaciones a largo plazo. Por otra parte, la Comunitat Valenciana cuenta con unas indudables ventajas de localización: una posición geográfica privilegiada para ser un hub comercial hacia otras áreas, una red potente de institutos tecnológicos, cinco universidades públicas con sus respectivos parques científicos, tres aeropuertos y unas modernas infraestructuras logísticas de apoyo a las empresas, encabezadas por ValenciaPort, como uno de los puertos más competitivos del mundo.

Si a esto le sumamos la apuesta decidida y solvente del gobierno valenciano por la reindustrialización y el apoyo a la industria local, se vislumbra un nuevo escenario que, seguramente, ayudará a dinamizar el cambio de nuestro modelo económico, un tanto lastrado por las políticas pasadas del ladrillo y los grandes eventos. No obstante, para potenciar esta oportunidad, el programa sólido de ayudas para la reindustrialización impulsado por el Ivace podría complementarse con nuevas iniciativas para atraer el interés de los grupos internacionales que orquestan estas cadenas de valor.

Será necesario reivindicarnos activamente como un polo de atracción para la inversión en el Mediterráneo. Informar claramente a los posibles inversores sobre las capacidades industriales y tecnológicas de nuestro territorio, mostrar un fuerte compromiso por mantener un buen clima empresarial y político, y evidenciar una actitud favorable hacia la inversión extranjera directa. Lejos de crear ventajas artificiales a corto plazo basadas en subsidios e incentivos fiscales, debemos ofrecer un marco regulatorio justo, estable y transparente, y apuntalar en la innovación y la sostenibilidad los grandes pilares de nuestra marca. Posiblemente la creación de una agencia público-privada independiente, que se apartase de la inercia típica del sector público, con unos claros objetivos medibles y recompensables, ayudaría en la mejora de este posicionamiento.

La Comunitat Valenciana, caracterizada históricamente por ser un enclave mercantil, debe ahora aprovechar este momento para consolidarse como un verdadero hub industrial en Europa. En el largo plazo, las economías líderes serán aquellas que sean capaces de adaptarse a esta nueva realidad global.