La demanda de verduras, hortalizas y frutas se disparó durante el confinamiento hasta en un 40%, por encima de la alimentación seca, porque fueron ingredientes «básicos» de la dieta tanto por los beneficios que tienen para la salud, porque se cocinó más en casa y por el miedo a ganar peso y esta tendencia sigue en la desescalada y en la nueva normalidad.

Así lo señaló ayer Pedro Egea (IRI España) en la ponencia «El impacto de la COVID-19 en Frutas y Hortalizas» que impartió en el 22º Congreso de La Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC) celebrado ayer en el Palacio de Congresos de València.

En concreto, en la segunda quincena de marzo la alimentación en seco creció un 26,6% por «el miedo al desabastecimiento», pero fue cayendo un 18% durante la desescalada y comenzó a normalizarse en julio y agosto con niveles de enero y febrero, que rondan el 3%.

Sin embargo, el crecimiento de la fruta y la verdura comenzó con un 27%, pero en abril llegó al 40%, y fue bajando «poco a poco» en la desescalada aunque siempre por encima del 30%. En la nueva normalidad «se ha estabilizado aunque sigue siendo superior a enero y febrero», entre un 5,5 y un 13,3%. De hecho, los productos frescos representan un 30% de la cesta y las fruta y hortalizas un 10%.

Egea expuso que desde septiembre de 2019 a agosto de 2020 el mercado de gran consumo creció un 6,8%, un 4,9 por volumen y en un 1,8% el precio medio, mientras que en los primeros ocho meses de 2020 fue «todavía mejor» ya que el mercado subió a un 8,8%, del cual un 7,4% es por volumen y un 1,3% de precio medio. En 2019, la subida fue del 3% y en su práctica totalidad, el 2,3%, fue únicamente por la subida del precio.

Los frescos son el producto que más contribuye al crecimiento del total del gran consumo aportando 2.073 millones de euros en el último TAM y en concreto son la carne seguido de las frutas y las verduras y hortalizas quienes más contribuyen al crecimiento de los frescos.