L a cuarta revolución industrial o la era de la incertidumbre son algunos de los calificativos que escuchamos con frecuencia sobre el tiempo en el que nos ha tocado vivir. Y el sector de la estiba portuaria no es ajeno a todo ello. Automatización, inteligencia artificial, big data, blockchain y otros nuevos desarrollos tendrán impacto en nuestras terminales durante los próximos años y no nos podemos quedar atrás. Porque si percibimos todos estos cambios como amenazas, vendrán otros que los contemplarán como oportunidades.

El conflicto sobre la implantación del ‘NAVIS N4’ en el puerto de Valencia es uno de esos cambios tecnológicos necesarios y la actitud de los estibadores, negándose a ser formados en un nuevo sistema operativo que mejorará la seguridad e incrementará el volumen de las operaciones, carece de toda lógica.

Estamos acostumbrados a pensar que todo es discutible, pero hay algunas cosas, pocas, que entran dentro de la categoría de lo indiscutible.

Y en materia portuaria una de ellas es que la capacidad de dirección, control y organización del trabajo corresponde a las empresas y no a los estibadores. Lo dice la Ley, en concreto, el art. 3 del RDL 9/2019, pero también el sentido común. El rechazo del comité de empresa del Centro Portuario de Empleo de Valencia al plan formativo del sistema ‘NAVIS N4’ responde únicamente al empeño de los sindicatos por mantener el status quo y al temor a tener que afrontar un futuro de libre competencia.

El nuevo marco jurídico del sector de la estiba, resultado de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) de diciembre de 2014, es meridianamente claro al liberalizar, sin tapujos, el modelo del servicio portuario de manipulación de mercancías en España. Y en Valencia, los estibadores se oponen a esa nueva realidad por cuanto implica renunciar a históricas prerrogativas. Ese es el quid de la cuestión y por eso arguyen que antes de formarse en ‘NAVIS N4’ quieren negociar qué funciones deberán desempeñar los estibadores reclamando incluso para sí puestos de trabajo que actualmente realizan los propios trabajadores de las terminales portuarias.

Somos conscientes de que el problema de la estiba en los puertos es complejo, y de que tiene muchos retos por delante, pero el tablero de juego ha cambiado y los estibadores deberían reflexionar sobre ello. No todo vale para defender sus intereses. Con el ‘NAVIS N4’ nos jugamos inversiones millonarias, pero sobre todo, el riesgo de perder el futuro del Puerto de València.