Retos del modelo productivo

«La innovación es el caballo de batalla que debemos conseguir para generar una mayor competitividad en el modelo productivo de la Comunitat Valenciana y mejorar los salarios de sus trabajadores. Y en ese proceso de transformación, en el que se impone la digitalización, la Unión Europea está más activa que nunca: aprovechemos los recursos económicos de este histórico ‘plan Marshall’ para revitalizar a las empresas, al propio sector público y a la sociedad sin que nadie se quede al margen».

Así comenzó el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, su intervención en el foro de diálogo Los retos del modelo productivo, organizado por Levante-EMV, en colaboración con el sindicato UGT-PV, en el que participó el vicepresidente ejecutivo de la Agencia Valenciana de Innovación (AVI), Andrés García Reche, a la sazón autor del libro Qué hacer con el modelo productivo; la directiva de Acciona y ex vicepresidenta de la Agencia de Desarrollo Económico de Nueva York, Ana Ariño; así como el secretario general de UGT-PV, Ismael Sáez. El debate fue dirigido y moderado por Julio Monreal, director general de Relaciones Institucionales de Levante-EMV.

«El futuro -según Puig- pasa por una transformación innovadora e inclusiva» y destacó que las políticas que está desplegando la Generalitat están alineadas precisamente con la «digitalización, sostenibilidad y resiliencia», objetivos marcados por la Comisión Europea para acelerar la transformación. También abogó por introducir cambios en la Ley de Contratación del Sector Público para impulsar esa colaboración público-privada.

La crisis económica derivada del coronavirus ha hecho más acuciante el análisis y el debate sobre la necesaria actualización del modelo productivo, un asunto que sigue muy de cerca la AVI. Así lo puso de manifiesto el profesor García Reche, quien lamentó el «bajo valor añadido» del tejido productivo de la C. Valenciana en comparación con otros territorios, como el País Vasco. «El primer objetivo es ser conscientes de que ese es nuestro primer reto: incrementar el valor añadido de nuestras empresas», resaltó el otrora conseller de Industria de la Generalitat entre los años 1987 y 1993.

García Reche comentó que «estamos en la era del conocimiento y que hemos de utilizarlo todos los días». Además, planteó la importancia de ver la sostenibilidad como «enorme negocio» porque las tendencias van a establecer los pasos en esa dirección.

Innovación inclusiva

También la directiva de Acciona y ex vicepresidenta ejecutiva de la citada agencia de desarrollo económico de Nueva York coincidió en que el reto de «todas las economías globales» es la innovación. En su opinión debe ser una «innovación inclusiva»; es decir, tener por objetivo financiar proyectos que tengan como fin mejorar el acceso de sectores excluidos de la población a bienes y servicios que mejoren su calidad de vida y les faciliten la integración social. En ese sentido, Ariño subrayó la estrategia de la gran urbe neoyorquina para aportar valor a su tejido productivo, una tarea «donde se comparten iniciativas públicas y privadas», explicó la ejecutiva de Acciona.

En ese reto compartido para aumentar el valor añadido de la economía el dirigente de UGT-PV comentó que «todos los sectores deben ser capaces de aportar innovación». Según Sáez, «no se trata tanto de una apuesta sólo industrial sino también de incorporar todas las actividades». Y para ello instó a «no meter más presión sobre los salarios» en este mundo tan globalizado en el que es necesario contar con una «fiscalidad justa» como factor de competitividad.

En su opinión es importante contar con sindicatos fuertes, dotados de instrumentos poderosos para velar por que el proceso de innovación sea inclusivo y que el valor añadido se reparta de manera equitativa entre beneficios y salarios. En ese sentido, apuntó que también urge la necesidad de «globalizar a su vez el movimiento sindical para poder dar respuesta a problemas generales, como es el de la competencia con terceros países, basada muchas veces en bajos salarios cuando debería ser la apoyada en la innovación».

Vicent Soler, Arcadi España, Zulima Pérez, Trinidad Ros y Lydia del Canto (directora de Levante-EMV). | G. CABALLERO

Institutos tecnológicos

Para aprovechar el camino ya andado, Puig y García Reche recordaron que la Comunitat Valenciana, pionera en España, dispone de una red de institutos tecnológicos que iniciaron su andadura hace algo más de tres décadas. «Estos han sido claves en el proceso de transferencia de conocimiento a las empresas y un ejemplo para otros territorios de España», puntualizó el jefe del Consell. Según Puig, las pymes valencianas se han beneficiado de los programas de la red de institutos tecnológicos y con el arranque de la AVI, hace ya un lustro, «las empresas tienen un aliado más en sus estrategias de cambio hacia el futuro».

«La Agencia Valenciana de la Innovación es una prioridad para el Consell y va más allá de una legislatura», afirmó Puig. En ese sentido, García Reche destacó que la AVI es «una llamada a la sociedad para resolver juntos problemas, a través de las aportaciones de científicos, empresarios y tecnólogos, que el sistema productivo no ha sido capaz de resolver», indicó el vicepresidente de la AVI. Además, lamentó que la Comunitat Valenciana «estuviera veinte años construyendo casas en la costa» dejando de lado planes y estrategias para cambiar el modelo de su sistema productivo. García Reche dijo que en el campo de la innovación la salud «va muy por delante». Por eso las empresas con plantas de fabricación de material de la salud «deberían tener más presencia en nuestro territorio», indicó.

Ariño puso como ejemplo de prosperidad en el cambio hacia un modelo tecnológico el experimentado por Nueva York en estas dos últimas décadas. «Esta ciudad era una plaza financiera pero no tecnológica. Con todo, ha sido capaz de aprovechar las principales fortalezas de sus empresas del llamado sector legacy (que agrupa el mundo de la banca, finanzas o seguros) para transformar su economía, contando con la colaboración también de emprendedores, para aportar valor a las actividades inmobiliarias, sanitarias o de moda. «Esas actividades han atraído talento», agregó. De hecho, en estos tiempos de pandemia Ariño destacó que la cadenas de producción manufacturera locales neoyorquinas han sido capaces de superar los problemas de suministro de las grandes cadenas mundiales al ser capaces de elaborar material sanitario como batas, mascarillas y test de covid-19, entre otros productos. «Han sabido transformarse y atender las necesidades de la nueva economía», indicó.

A este foro de debate, celebrado de forma telemática y presencial, con aforo limitado, acudieron los consellers Vicent Soler (Hacienda), Carolina Pascual (Innovación) y Arcadi España (Política Territorial). También asistieron otros altos cargos como Rocío Briones (Labora), Elvira Ródenas (directora general de Trabajo), así como Eva Blasco (CEV), Francisco Mora y José Millet (ambos de la Universitat Politècnica de València) o Fernando Saludes (Redit). Además, asistieron dirigentes de UGT-PV como Luis Lozano y Daniel Argente, entre otros.

Nueva York, ciudad que pone 100 millones para atraer universidades

Ana Ariño, como vicepresidenta ejecutiva de la corporación de desarrollo económico de la ciudad de Nueva York, fue la encargada de diseñar la estrategia para que la Gran Manzana siga siendo la líder indiscutible ya no solo como capital financiera, sino tecnológica. «Después del crash financiero de 2008 nos dimos cuenta de que necesitábamos construir una economía más fuerte, que no dependiera tanto de las finanzas y que había una gran oportunidad en torno a la tecnología», comentó. Ariño contó su experiencia profesional en la ciudad de Nueva York como ejemplo de ciudad que ha sabido fortalecer su ecosistema de innovación mediante la «colaboración» de empresas privadas, instituciones y del sector público.  

La ex vicepresidenta ejecutiva de aquella agencia económica de desarrollo local explicó en esta jornada de reflexión que el impulso del sector tecnológico de la gran ciudad de EE UU durante estos últimos años ha pasado por un «permanente» diálogo entre las empresas e instituciones. «Es importante facilitar inversiones del sector privado ofreciendo suelo e incentivos», indicó. Así las cosas, la otrora directiva del organismo de Nueva York recordó que en 2010 no había startups de éxito en su ecosistema. Había que hacer algo. Y para crear un sistema de innovación ágil y de éxito necesitaban un motor que tirara de ese carro. Por eso ofrecieron 100 millones de dólares en ayudas y cinco emplazamientos para atraer a una nueva universidad. Esa medida propició, después de un proceso de selección al que optaron hasta 30 entidades, una nueva universidad de ingeniería en Roosevelt Island, llamada CornellTech, que aprovechó los éxitos de las startups locales y apoyó la expansión progresiva de Google. En la actualidad, Nueva York es el segundo ecosistema emprendedor más grande del mundo, después de Silicon Valley.