Menos de dos semanas después de verse obligados a confesar las negociaciones para fusionarse a causa de una filtración, el BBVA y el Sabadell anunciaron ayer la ruptura de esas conversaciones iniciadas hace meses. El banco de origen vasco prefirió no dar explicaciones en su comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), pero la entidad vallesana sí aseguró que la operación no ha salido adelante «al no haber alcanzado las partes un acuerdo sobre la eventual ecuación de canje de las acciones de ambas entidades». El reparto de poder y Garanti, la filial turca del BBVA, habrían sido los otros elementos de fricción, según algunas fuentes.

El precio se ha convertido en la principal causa de la ruptura. El Sabadell esperaba obtener una prima del 30 % sobre el valor de sus acciones previo a que se conocieran los contactos, que es aproximadamente lo que los títulos llegaron a subir tras conocerse las negociaciones, si bien posteriormente descendieron un tanto. Pero la oferta del BBVA no se acercaba ni de lejos a sus pretensiones, según apuntan fuentes conocedoras de la operación. Las acciones de la entidad catalana han sido el farolillo rojo del Ibex 35: abrieron con una desplome del 17,95%, aunque al cierre moderaron los descensos hasta un 13,58%, mientras que las del BBVA lideraron la sesión con un alza del 4,99%.

Según el Sabadell, la integración iba a articularse mediante un intercambio de acciones y no en metálico. El banco presidido por Josep Oliu entiende que, al precio ofertado por el BBVA, es capaz de generar valor para sus accionistas por sus propios medios y sin necesidad de fusionarse. Las vías para lograrlo serán profundizar en los recortes de estructura para aumentar el ahorro de costes y realizar alguna venta, como la de la filial británica TSB. Para la entidad, tener una participación significativa en el quinto banco europeo hubiera resultado interesante, pero si esta era muy pequeña, como se correspondía con la oferta del grupo de origen vasco, no era aceptable.

El precio ha sido el obstáculo más importante, pero no el único. Aunque el BBVA lo niega, también parece haber sido clave el encaje de Oliu en la entidad fusionada. El Sabadell pretendía que fuera vicepresidente no ejecutivo, una opción que no era bien vista por el banco vasco, según algunas fuentes: el BBVA está siendo investigado por el ‘caso Villarejo’ y una posible imputación de su presidente, Carlos Torres Vila, hubiera convertido a Oliu en el nuevo número uno del grupo integrado. Para la entidad catalana, además, la participación de su competidor en el banco turco Garanti resultaba un problema, puesto que «no ha existido una gran transparencia» sobre la situación de la filial durante las negociaciones.

Los bancos estaban ya en proceso de ‘due diligence’ (análisis de la situación financiera recíproca) y se esperaba que sus consejos aprobasen la operación en diciembre cuando dichos análisis concluyeran. La operación era bien vista por el Gobierno y el Banco de España, además de estar en línea con el objetivo del Banco Central Europeo (BCE) de que se produzca una mayor concentración bancaria en la zona euro que dé lugar a entidades más rentables y fuertes.