Montse Medina es una joven valenciana de 36 años que lo ha conseguido todo en el mundo de la innovación. De hecho, conquistó la cuna del emprendedurismo y la tecnología del mundo: Silicon Valley. Fundó la startup Jetlore, comprada por la multinacional estadounidense Paypal (impulsora de uno de los principales sistemas de pagos en comercio electrónico) por varios millones de dólares. Ahora lo ha dejado todo para dedicarse a la vida religiosa.

Llegó a San Francisco hace 13 años para hacer un doctorado en aeronáutica en Stanford y terminó fundando Jetlore, una empresa basada en la inteligencia artificial que cambió las reglas del juego en el marketing electrónico. Más tarde, en su regreso a España, fue fichada en junio de 2019 como socia de la consultora Deloitte. Hasta que dijo basta.

Según informa el medio Religión en Libertad, la emprendedora ha decidido cambiar el mundo de los negocios por la vida en un monasterio de agustinas para ser monja contemplativa. A través de una carta publicada el pasado mes de diciembre en su perfil en la red social LinkedIn (donde ahora se define como Sierva de Dios), Medina explica a sus compañeros de Deloitte su decisión de dar un giro radical a su destino. «Con mucho pesar tengo que despedirme de Deloitte. He decidido dejarlo todo y responder a lo que creo que es una llamada de Dios», deja como introducción a una muestra íntima de sus sentimientos.

«Se ha abierto una nueva etapa en mi vida que comporta dejar mi carrera profesional. Creo que Dios me está llamando a dejarlo todo para seguir a su hijo Jesús más de cerca. Su gracia me ha quitado el velo que cubría mis ojos y he comenzado a comprender cuánto le debo», así comienza la misiva que Montse Medina ha hecho pública. Pese al triunfo en el mundo de las finanzas, como ella explica, «he vivido 12 años triunfando según los parámetros del mundo: tengo títulos de la prestigiosa Universidad de Stanford, he fundado una startup en Silicon Valley que ha adquirido una Fortune 100 y con tan solo 34 años he llegado a ser socia en Deloitte», esta vida no le hacía feliz, más bien al contrario: «me engañaba a mí misma porque lejos de hacerme feliz esa actitud sólo me provocaba un vacío cada vez más creciente». Por eso, ha cambiado radicalmente su vida y ha decidido «sin ningún remordimiento» dejar de invertir en su «futuro terrenal y empezar a invertir en mi futuro para la vida eterna», asegura Medina. Una decisión que sus seguidores en la red social tildan de «controvertida» y «valiente».