El sector del automóvil sigue en vilo por el desabastecimiento de semiconductores que lleva afectando a todas las factorías del mundo desde hace unas semanas. Las marcas encadenan cierres de plantas y reducciones abruptas de su producción ante los problemas que están registrando los fabricantes asiáticos de microchips para satisfacer la demanda mundial, pero en Almussafes siguen sin noticias al respecto, al menos hasta ayer. Un silencio que no evita que los sindicatos asuman que la mala noticia no tardará en alcanzar Almussafes en forma de otro ERTE que reduzca el ritmo de la factoría valenciana antes de quedarse sin estos componentes.

«Seguro que va a haber un nuevo ERTE», aseguraba ayer uno de los representantes sindicales de la fábrica valenciana. Una teoría que ya apuntó el líder de UGT y presidente del comité de empresa, Carlos Faubel, la pasada semana nada más conocer la suspensión de tres jornadas de trabajo que se habían habilitado en una serie de sábados para compensar el paro necesario para adecuar las líneas de producción al nuevo motor GDI, que debe empezar a producirse en València en torno al mes de mayo.

Indicios preocupantes

Esa es, hasta el momento, la única comunicación que ha recibido la plantilla de la dirección sobre un asunto de impacto mundial. Sin embargo, la marca del óvalo sigue haciendo movimientos en todo el globo para ajustarse a esta escasez. El último ha sido prorrogar la suspensión de la fabricación de su modelo estrella en Europa, el Focus, en la fábrica de Saarlouis (Alemania) durante todo el próximo mes. Asimismo, ha extendido una semana más el cierre de otra de sus factorías en India y ha iniciado una campaña de lobby en Estados Unidos para que el nuevo Gobierno del presidente electo Joe Biden presione a los fabricantes asiáticos para que prioricen sus servicios al sector de la automoción.

La carestía global de microchips se debe a que al inicio de la pandemia todos los fabricantes de coches redujeron sensiblemente sus pedidos ante las malas previsiones de ventas, mientras las tecnológicas, cuyos productos como móviles, consolas y ordenadores usan estos mismos microchips, los multiplicaron.

Ahora, ante un repunte inesperado de la demanda de coches, las marcas han querido pero no han podido reactivar sus pedidos. Los proveedores están sobrepasados y en el sector se habla de al menos tres meses para recomponer la cadena de suministros.