Tribuna

No podemos quedarnos atrás

Alfredo Soler

H ace casi año y medio publiqué en este mismo medio el artículo titulado ¿Cómo le afecta a usted el Puerto de València? En ese artículo intenté resumir todas las ventajas económicas y sociales que cualquier ciudadano del entorno de la capital del Túria (y más allá) goza gracias a que el recinto del Grao es un puerto ‘hub’ mixto y el riesgo que suponía si perdíamos dicha condición.

En aquel momento advertía la necesidad de seguir creciendo si no nos queríamos quedar atrás ante la evolución del sector. Usar barcos cada vez más grandes que transportan mayor volumen de mercancía minimizando los costes medioambientales por tonelada transportada.

En todas estas circunstancias, quien lo iba a decir, una pandemia mundial que provoca una serie de consecuencias en cadena: primero se cierra China (la fábrica del mundo), pero cuando abre se cierran primero Europa y luego Estados Unidos (los grandes consumidores), se reduce el tráfico de mercancías y los servicios regulares de los barcos, se minimiza el posicionamiento de contenedores vacíos y escasean para las exportaciones, los grandes puertos receptores se congestionan de barcos a la espera de ser atendidos y provocan todavía más pérdidas de escalas (denominados blank sailing), entre otras situaciones.

En resumen, todo este caos provocado por la pandemia está acelerando, al igual que ha sucedido con algunas tecnologías, la evolución que se preveía alcanzar tras varios años; es decir, la concentración de las cargas con menos barcos pero de mayor volumen.

Y en el Puerto de València ya lo hemos sufrido durante el ejercicio 2020. A pesar de la leve reducción de tráficos por la pandemia, hemos sufrido frecuentes picos coincidiendo varios barcos grandes simultáneamente que ha provocado congestiones en las terminales marítimas y en el (hasta la fecha único) acceso al puerto. Muchos de ustedes habrán visto colas kilométricas de camiones en el cauce del río desde el puerto hasta la altura de Xirivella.

No estamos bien dimensionados para un futuro que ya es presente en el mundo del transporte y del negocio marítimo. Urge invertir en ampliar terminales marítimas y aumentar accesos a nuestro puerto. Y más, ante la inminente recuperación económica mundial que llegará, esperemos, más pronto que tarde.

En aquel artículo decía que presumíamos de tener el primer puerto del Mediterráneo en tráfico de contenedores. Hoy, año y medio después, ya somos el tercero.

La falta de capacidad para absorber los picos de trabajo no debe convertirnos en un simple puerto de reparto, lo que supondría un incremento de costes para los productos que consumimos y pérdidas de puestos de trabajo en el sector logístico.

Aún estamos a tiempo. No podemos quedarnos atrás.

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