De acuerdo con la Real Academia Española la calidad es una propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor. Se trata de una definición que, en el caso de una empresa, cobra mayor relevancia y pasa a convertirse en una característica esencial tanto para su nacimiento, como para su crecimiento y su permanencia en el tiempo.

 A la hora de arrancar una compañía se establecen una serie de objetivos y, para alcanzarlos, es fundamental fijar también los valores que guiarán ese camino hacia el éxito. Sin duda, el objetivo empresarial por antonomasia es obtener beneficios de su actividad sea cuál sea ésta. Una empresa deficitaria es inviable, por tanto, no se entiende en el mundo empresarial.

 Pero una vez alcanzado este objetivo, el siguiente paso es crecer. El crecimiento es la consecuencia de existir y en el caso empresarial síntoma de buena salud. Cada compañía busca nuevos horizontes para expandirse y de esta forma, poco a poco, ir pegando ese estirón como empresa. Hay múltiples formas de pegar ese estirón, algunas entienden ese crecimiento como expandir sus horizontes físicos y basan ese desarrollo en la conquista de nuevos mercados distintos a los habituales, cruzar fronteras locales, regionales o incluso internacionales. Pero otra forma de crecer también es diversificar los servicios y ampliar la oferta con nuevas prestaciones y productos.

 Para que esa progresión sea adecuada y se mantenga en el tiempo, hay un pilar fundamental en el que sustentarla: la calidad. Sin este atributo, las compañías ni siquiera habrían podido alcanzar el primer ansiado objetivo de los beneficios y mucho menos se puede pretender un crecimiento dejando de lado la calidad de los servicios. Sería un gravísimo error una vez alcanzadas las ganancias y con una imagen y relación con sus clientes consolidada no basar esta expansión en la calidad. El crecimiento de una empresa lo otorga el cliente que ha confiado y obtenido una buena experiencia en su relación con la compañía. Traicionar esta relación ofreciendo nuevos servicios que no vayan acorde en calidad con los anteriores no tiene viabilidad a largo plazo en el mundo de los negocios.

 Las materias primas, los proveedores, los trabajadores, el ambiente… la calidad de los productos y servicios de una empresa es la suma de muchos pequeños factores que permiten la obtención de esa cualidad. Pero para llegar a ella hay que cuidar todos estos detalles, todos de igual importancia, y no se debe descuidar ni uno de ellos.

 Hay muchas formas de crecer, pero todas ellas deben estar basadas y cimentadas en la calidad. Ganarse la confianza de clientes y usuarios es un camino largo y duro en el que cualquier contratiempo puede hacer que se dinamite por los aires. Por ello, es fundamental tener las bases y los cimientos lo más asentados posible para que resulten inquebrantables.

*CEO de Levira International