E n una entrevista sobre innovación portuaria de la semana pasada, me preguntaban a partir de qué tamaño de empresa resulta rentable invertir en innovación. La pregunta es un reflejo de la visión ‘elitista’ que todavía se tiene de la innovación: Un lujo sólo al alcance de grandes empresas capaces de mantener un departamento con un equipo multidisciplinar de alto nivel, trabajando en nuevas ideas para productos, servicios o procesos.

Sin embargo, nunca ha sido del todo así. La actividad e iniciativa innovadora depende más de la cultura de la empresa que de su tamaño. Además, en los últimos años, la forma de abordar la innovación ha cambiado radicalmente y la tendencia es dirigirse hacia modelos de innovación abierta (concepto introducido por Henry Chesbrough, profesor de la Universidad de California en Berkeley) apoyándose en talento, startups y estructuras que están fuera de la propia organización. Estos nuevos procesos de innovación contribuyen, de alguna forma, a ‘democratizar’ la innovación y hacerla accesible a todo tipo de empresas.

La revolución de las tecnologías de la información y la velocidad con la que evolucionan las mismas hace fácil entender la importancia de la innovación para no quedarse atrás, y la conveniencia de dotarse de un sistema en el que las ideas puedan surgir y desarrollarse, dentro y fuera de la organización.

Lo importante es ser parte de ese proceso de innovación, que pasa a ser colectivo.

Si ponemos ahora el foco en un sector como el logístico en el que los flujos de información, que acompañan al movimiento de las mercancías, son la base de ‘todo’ (pese a que no siempre se le dedique el espacio requerido en los manuales de logística), la importancia de la innovación es máxima y para muchas empresas puede ser la única forma de garantizar la supervivencia.

En los últimos años, los puertos líderes como Singapur, Rotterdam o ValÈncia (sí, aunque algunos se empeñen en menospreciarlo) han hecho un esfuerzo importante en el desarrollo e impulso de ‘ecosistemas de innovación’ en torno al clúster logístico-portuario, como estrategia para dar respuesta a problemas específicos y abordar grandes retos como el cambio climático, la transición energética o la transformación digital, manteniendo así su posición competitiva.

Estos ‘ecosistemas de innovación’ contribuyen de forma definitiva a esta ‘democratización’ de la innovación y al desarrollo de modelos de innovación abierta y colaborativa en la comunidad logístico portuaria donde conviven todo tipo de empresas e instituciones, desde grandes operadores globales hasta microempresas de un único trabajador, pasando por administraciones de distintos niveles.