S on numerosas las ciudades europeas que se han desarrollado y prosperado gracias a la actividad de sus puertos. Holandeses, flamencos, italianos o españoles, que viven en Rotterdam, Amberes, Génova o Barcelona, se sienten orgullosos de sus barrios marítimos y reconocen y valoran la importancia de sus puertos para su progreso.

En València, hay quienes consideran que el crecimiento del puerto es incompatible con un desarrollo sostenible de la ciudad e, incluso, quienes cuestionan la necesidad de su ampliación o de su liderazgo internacional en tráfico de contenedores. Los socialistas defendemos que, tanto el progreso de la ciudad como el del puerto, deben ir de la mano para conseguir un crecimiento sostenible y generador de empleo de calidad en beneficio de la ciudadanía.

Así lo ha confirmado recientemente la Comisión Europea con un informe remitido a la Comisión de Peticiones en respuesta a la denuncia de un peticionario. Este informe descarta que la ampliación del puerto de València haya incumplido ninguna directiva medioambiental europea. Ni la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina, ni la Directiva sobre Hábitats y la Red Natura 2000, ni la Directiva de Evaluación de Impacto Ambiental. Y así debe seguir siendo en el futuro.

El cambio climático y la descarbonización son los grandes retos de los puertos de la Unión Europea, que gestionan el 75 % del tráfico de mercancías del continente. Para ello, van acometer importantes obras de ampliación e inversiones para convertirse en abanderados del European Green Deal. El puerto de València ha asumido un compromiso de electrificación total en 2030 para convertirse en una instalación neutra en emisiones de gases de efecto invernadero.

Las energías renovables marinas y el impulso que les dará la Unión Europea suponen otra oportunidad para mejorar la sostenibilidad del puerto y para la creación de puestos de trabajo diversificados y de alta cualificación. Pocos recintos marítimos europeos están adaptados al montaje, la fabricación y el mantenimiento de estas renovables del futuro, lo que abre un terreno interesante a explorar.

Un puerto competitivo y sostenible supone convertirse en punto de aterrizaje en tierra para la energía renovable generada en alta mar y su logística. El acceso a esta energía, liderada por el hidrógeno verde, contribuirá a la ecologización de las operaciones portuarias y del sector marítimo en su conjunto.

La Unión Europea ha marcado el camino y también pondrá a disposición fondos para conectar los puertos con las redes transeuropeas de transporte. Una financiación fundamental porque permitirá la electrificación del transporte marítimo en tierra como propone el coordinador del corredor mediterráneo, Josep Vicent Boira. La construcción de una estación intermodal en Sagunt permitiría que gran parte de las mercancías que mueve el puerto de València entren y salgan del recinto a través de ferrocarril.

Los valencianos tenemos que querer a nuestro puerto como lo quisieron nuestros antepasados romanos, árabes y del dorado siglo XV. Ni holandeses ni flamencos ni italianos se plantean dejar de adaptar sus puertos a los retos que plantea el siglo XXI: descarbonización, energías renovables, buques más grandes, gestión más eficiente y conexión con otros puertos de todo el mundo.

Creo, sinceramente, que no podemos ni debemos renunciar a la importancia estratégica del puerto de València y que su desarrollo es compatible con el desarrollo sostenible de la ciudad. Nos va el futuro en ello.