Hasta cuándo a va seguir el debate sobre la ampliación del Puerto de València y sus efectos sobre el medio ambiente? La Comisión Europea ha sido rotunda, «no hay indicios de que el proyecto vulnere la legislación comunitaria». La decisión no podía ser otra porque el Puerto de València, no sólo es estratégico para España y referente en el Mediterráneo, sino que es absolutamente respetuoso con los temas medioambientales.

¿Saben los detractores del proyecto que los diques de abrigo están construidos desde 2012? ¿o que la actividad de Valenciaport ha crecido un 42% entre 2008 y 2019, y que al mismo tiempo se ha reducido en un 30% la emisión de CO2 por tonelada gestionada? Puede que también desconozcan que el Puerto de València es un referente internacional en desarrollos y estrategias portuarias de descarbonización, o que recientemente se ha aliado con el Puerto de Hamburgo para desarrollar proyectos de hidrógeno aplicados al sector marítimo.

Les diré más, el recinto de València está entre los 15 puertos del mundo más exigentes en la lucha contra el cambio climático y su compromiso es tan ambicioso que pretende con su estrategia «Valenciaport 2030, cero emisiones» adelantarse dos décadas a los objetivos que España, Europa y los organismos internacionales han proyectado para 2050. Aunque algunos se resistan a admitirlo, la ampliación del Puerto es un ejemplo de infraestructura que compatibiliza sostenibilidad y crecimiento. Medioambientalmente la nueva terminal no tendrá competidora posible a nivel mundial y económicamente será el mejor tractor al servicio de nuestro tejido productivo y nuestra economía.

Esta vez incluso el Gobierno se ha dado cuenta de que no podemos seguir ahuyentando a los inversores, y ha hecho suyos los argumentos recogidos en el estudio elaborado por la UPV, a propuesta de la CEV, el Propeller y la Cámara de Comercio en el que se concluye que la ampliación se traducirá en 6.000 empleos nuevos —ya genera 38.000— y más de 600 millones de valor añadido para la Comunitat Valenciana, lo que situará a nuestro territorio en una posición competitiva privilegiada.

Los puertos son infraestructuras esenciales, que funcionan como catalizadores del crecimiento económico. Ocupan un lugar central en el comercio internacional, crean empleo, generan riqueza, contribuyen al PIB y promueven la industrialización y, en un escenario global en el que es difícil escapar de la competición entre países y entre territorios, es arriesgado no entenderlo así.

¿Necesita la economía valenciana la ampliación del puerto para ser más competitiva? Sí, de hecho, la falta de suministros, por la que tan preocupados estamos, sería mucho peor de no contar con una infraestructura tan potente como el Puerto de València. ¿Hay que renunciar para ello a ser más sostenibles? No. No hay que elegir entre economía y sostenibilidad, porque, como decía al principio, sostenibilidad y crecimiento son compatibles. Nuestro puerto es modélico.