La pandemia ha demostrado muchas cosas por la vía empírica, hemos constatado lo que ocurre en sociedades como la nuestra cuando el flujo de turistas y visitantes se bloquea y prácticamente desaparece. Sencillamente, la economía se gripa ante la falta de un estímulo esencial como es la llegada de millones de turistas de corta, media o larga estancia a nuestro territorio. La pandemia generada por la covid-19 hizo desaparecer casi un tercio de la población de nuestro territorio, un fenómeno muy importante en el litoral, pero que también tuvo su impacto en zonas del interior, tanto de la provincia de Alicante como Valencia y Castellón. 

La ausencia de este turista residencial supuso romper el flujo medio de los 5.000 millones de euros que genera al año en toda la Comunitat Valenciana, puso en la picota a los más de 96.000 empleos que ocupa e impactó en toda una serie de negocios desde la hostelería, hasta el sector cultural, el de servicios o el comercio. 

Por ello, es de justicia reivindicar el peso y el valor que tiene el Turismo Residencial en nuestro territorio, una de las piezas básicas que sostiene nuestro entramado económico, dinamiza otros sectores, impulsa la atracción de talento y mejora el flujo de turismo vinculado a otros modelos como el hotelero o de camping. Es importante resaltar que el 70 % de las pernoctaciones de turistas que nos visitan se realizan en viviendas turísticas

Este turismo residencial requiere de algo esencial, como es un parque de viviendas adaptadas a sus exigencias. La Comunitat Valenciana dispone de empresas de probada solvencia, gran profesionalidad y responsabilidad capaces de generarlo y, muestra de ello, es la respuesta positiva a las promociones de las diferentes empresas que atraen demanda de toda la península y de los principales países de la Unión Europea. 

Para ello, el sector inmobiliario vinculado al turismo residencial ha hecho un esfuerzo ímprobo en mejorar sus productos ajustándolos a las exigencias y criterios de integración, diseño, seguridad, calidad, sostenibilidad, eficiencia energética e innovación tanto en el proceso de construcción como en su posterior uso diario diseñando los proyectos con la intención de limitar al máximo la huella de carbono que generan estas viviendas. 

Representamos un sector que es consciente de la necesidad de introducir nuevos materiales, nuevos sistemas de generación energética más sostenibles y no vinculados a los carburantes fósiles, además de generar mecanismos de protección de nuestro entorno, de nuestros espacios de valor y del paisaje entendido para nosotros como un valor no contable, intrínseco a nuestro territorio, que es parte de nuestra historia y de nuestra cultura pero que, además, revaloriza nuestras viviendas, nuestros entornos urbanos y se convierte en uno de los mejores reclamos posibles. 

Por ello, vivienda, construcción, y turismo residencial están directamente vinculados al valor de nuestro territorio. El turismo residencial también es una herramienta de preservación de suelo de calidad, de entorno natural y de protección medioambiental, superando viejos modelos del pasado que en nada se parecen a los actuales. 

La prueba de que el sector está actualizado, que se adapta a los vaivenes del mercado, es el gran impulso de ventas que ha logrado en los últimos meses. Mercados tan exigentes como los escandinavos o centroeuropeos responden bien a la oferta y dan el sí quiero a la apuesta sincera de sostenibilidad realizada. 

Sin duda, en estos últimos meses, la Comunitat Valenciana ha sabido mantener y sostener su atractivo ante la demanda embalsada que se iba acumulando desde marzo de 2020. En la provincia de Alicante, en el segundo trimestre del año se ha logrado la venta de más de 4.700 viviendas, lo que representa un crecimiento con el año anterior - plena pandemia - del 161 %.  

Una fortaleza de nuestros atractivos y de nuestro tejido productivo que debemos seguir apoyando desde todos los ámbitos, también desde lo público, puesto que, si somos capaces de convertirnos en destino de referencia también para los teletrabajadores de las principales capitales europeas, lo que hacemos es arrastrar talento profesional a nuestras ciudades y pueblos. Un turismo residencial que se abre camino en el mundo vinculado al teletrabajo y que genera turistas en el sentido clásico, crea imagen de destino y país, y nuevas oportunidades de negocio e inversión, alentados por el residente.

El turismo residencial, por lo tanto, es un plus que la Comunitat Valenciana tiene. No apoyarlo apreciando su magnitud positiva es abrir la puerta a perder un tren. Ese tren que tiene capacidad de arrastrar al conjunto de la sociedad, y a otros sectores productivos, en materia de innovación, sostenibilidad, eficiencia energética y desarrollo de formas de protección del territorio. El turismo residencial de hoy es todo esto: sostenible, responsable y necesario.