Cerca de 5.000 personas se echaron ayer a las calles del Port de Sagunt contra los planes de la dirección de Pilkington de despedir a 116 trabajadores y llevarse a Italia la producción de laminado. Pero, como reiteraron los sindicatos durante protesta, esta situación es solo «la punta del iceberg», ya que no solo afecta «a una de las empresas más importantes de la zona», sino que también «a la industria de la comarca» y «a todo el sector del automóvil».

Las pancartas y cánticos acompañaron un recorrido de algo más de 1,5 kilómetros encabezado por el comité de empresa y los trabajadores de la planta de Sagunt, seguidos de los representantes sindicales de CC OO, UGT y CGT y tanto los representantes políticos como los ciudadanos al cierre de la manifestación. «No a los despidos», «no al cierre de laminado», «no a la destrucción de la industria», «no nos cerrarán», «la industria no se toca» o las referencias a la dirección de Pilkington fueron algunas de las consignas más repetidas, en una movilización sin ningún incidente que se cerró con una emotiva ovación.

Los secretarios generales de CC OO y UGT en la Comunitat Valenciana, representantes de CGT, responsables políticos de todos los niveles, trabajadores de otras industrias de la comarca y representantes de múltiples colectivos sociales apoyaron la protesta con su presencia. «La ciudad vuelve a la lucha, porque nos negamos a que la industria muera y creemos en la sostenibilidad de este sector», apuntó el alcalde de Sagunt, Darío Moreno.

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Los trabajadores de Pilkington se manifiestan, acompañados por miles de vecinos en el Port de Sagunt. Daniel Tortajada

Tras los aclamados discursos de los sindicatos al cierre de la marcha, el presidente del comité de empresa, Rubén López, reconocía que la respuesta a la convocatoria de la manifestación había sido «magnífica. Esta comarca es un ejemplo a seguir en la maravillosa ayuda de la gente en una situación complicada como la nuestra».

En plena huelga indefinida, los representantes sindicales se vuelven a reunir hoy con la dirección con la esperanza de que la «contestación social» demostrada ayer haga recapacitar a Pilkington.