Estamos a las puertas de un nuevo año que todos los sectores marcan como el de la ‘recuperación’, una etiqueta que en muchos casos parece más un deseo que una realidad objetiva ya que vivimos meses en los que las dificultades para ejercer muchas profesiones vienen marcadas por la incertidumbre, y el transporte portuario no es una excepción.

El transporte en general y el portuario por carretera en particular se encuentran a un solo paso del descalabro. El olvido deliberado o consciente de la clase dirigente de nuestro país y el colapso generado en la cadena de suministro a nivel mundial, hace que nos enfrentemos a la peor crisis sectorial de nuestra historia.

La situación generada a consecuencia de la covid-19, no ha hecho más que destapar la debilidad de un sector que ya se encontraba a los pies de los caballos; los problemas generados por el aumento incontrolado de los precios del gasóleo, la amenaza del pago por uso de las carreteras, la normativa medio ambiental, la amenaza de una competencia desleal cada vez más feroz, o la incapacidad de modificar la ley de contratos del transporte para poder aplicar la clausula de revisión de precios, dibujan un escenario en el que resulta complejo desarrollar una actividad empresarial mínimamente atractiva.

Muchos de estos puntos suponen la clave del proceso negociador abierto con el Ministerio para evitar el paro anunciado en el transporte para las próximas semanas, pero suponen, ante todo, una llamada de auxilio frente a una realidad en la que todos, de un modo u otro, terminaremos estando afectados.

Hablamos de mejoras estructurales, pero también de mejoras laborales que permitan hacer atractiva una profesión en la que no se incorporan nuevos profesionales. En apenas cinco años, una gran parte de los transportistas que ejercen la profesión, habrán pasado a estar jubilados y eso, sin un relevo generacional, supone un riesgo para un país como el nuestro.

Esa es la auténtica realidad del proceso negociador que se mantiene abierto con el Ministerio; o somos capaces de cambiar las reglas y mejorar las condiciones de nuestro trabajo, o este modelo irá a la quiebra en pocos años.

La normalización de la actividad está llegando a nuestros puertos, la normalización de la cadena de suministro, llegará también, con toda seguridad durante 2022. Pero esa recuperación, debe afectar a todos los eslabones de la cadena.

El transporte por carretera, es una parte más de esa cadena de la que todos formamos parte. No se puede entender la recuperación total, dejando atrás, una parte fundamental y no se puede seguir pensando que todo puede continuar igual en el transporte por carretera.