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Diálogo social

Así fueron los 10 meses y las últimas 24 horas en las que se pactó la reforma laboral

El Gobierno y los agentes sociales se levantaron de la mesa el día antes del acuerdo pasadas las tres de la mañana y sin el texto cerrado del todo

Una imagen de una de las reuniones de la negociación por la reforma laboral.

Prácticamente un año después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compareciera para declarar el primer estado de alarma por la irrupción del Covid, la hoy vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, reiniciaba las conversaciones que acabarían derivando en la reforma laboral pactada este jueves con patronal y sindicatos. 10 meses de negociaciones que han acabado culminado en unas últimas 24 horas de infarto, con momentos en los que estuvo a punto de saltar por los aires el acuerdo y que hasta el mediodía de este jueves no ha acabado cerrándose. Esta es una reconstrucción de esos meses de negociación y esas últimas horas decisivas.

Los negociadores entraron el miércoles en la planta cuarta del Ministerio de Trabajo con uno de los nudos gordianos de la reforma laboral por concretar: la subcontratación. Durante los últimos 10 meses este ha sido uno de los dolores de cabeza del diálogo social, tanto por la dimensión como por la difícil solución de la misma. Finalmente el redactado último de este punto es menos garantista de lo que los sindicatos hubieran querido y ha sido uno de los motivos por los cuales los comités confederales de CCOO UGT, que han acabado bendiciendo el acuerdo, se han alargado hasta bien entrado el mediodía.

Aunque la subcontratación no ha sido el único punto espinoso y es que la amenaza de la patronal de reabrir el cajón de la temporalidad sobrevoló durante toda la noche la sala oval del número 63 de la Castellana. La patronal agraria (ASAJA), que ha votado en contra dentro de la CEOE sobre si apoyar o no la reforma laboral, exigía un contrato temporal más laxo para el campo. No les valía con los 90 días y querían 120, por donde ni Gobierno ni centrales han torcido el brazo. Y ello tensó por momentos una reunión que ayer acabó pasadas las tres de la mañana. "En el Ministerio de Trabajo no se cumple con el registro horario", bromea uno de los negociadores.   

Si bien la principal cara visible de esta reforma laboral es la de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, hay cuatro actores que desde la segunda fila han sostenido durante estos meses el día a día de las negociaciones. Joaquín Pérez Rey, secretario de Estado de Trabajo y ‘número 2’ de Díaz, ha pilotado las reuniones maratonianas y Mari Cruz Vicente (CCOO), Mariano Hoya (UGT) y Rosa Santos (CEOE) han sido sus principales interlocutores. Cuatro caras que se conocen bien y que, salvo Hoya de UGT que entró tras el último congreso del sindicato, llevan a cuestas seis prórrogas de los ertes, una ley de teletrabajo, una ley rider y un acuerdo en pensiones. No obstante, el contacto entre Díaz, los secretarios generales de CCOO y UGT y el presidente de CEOE "ha sido constante", cuentan desde Trabajo; con cable incluido para Moncloa.

Motivo de choque en la coalición

Durante 10 meses han ido moldeando la reforma laboral de la coalición. ¿Cómo ha ido la reunión de esta semana? "Estupendamente", cuentan desde el equipo de Díaz que siempre respondía el ‘cerebro’ económico del Ministerio, Miguel Lago; con el fin de aportar una dosis de optimismo a las negociaciones. En las mesas empezó Trabajo en solitario y acabó acompañado de representantes de Economía y Seguridad Social, tras el choque provocado en octubre por Nadia Calviño. La vicepresidenta primera se arrogó el liderazgo de la reforma en tanto que vicepresidenta económica y Díaz saltó denunciando un "incumplimiento muy grave" del acuerdo de coalición. El toma y daca dialéctico de esos días sobre si "derogación sí" o "derogación no" tapó un contenido que finalmente deroga solo una parte de la herencia del PP y se centra en aportar elementos nuevos.  

El liderazgo y el rédito político de la reforma han marcado internamente la coordinación entre el PSOE y Unidas Podemos, así como las reticencias de la patronal a entrar a negociar han marcado las deliberaciones de la mesa. “Les ha costado”, apunta una fuente sindical. Desde la bancada empresarial aluden a la extensa contrapropuesta que presentaron a finales de noviembre y que en la mayoría de los puntos enmendaba los textos del Gobierno. Desde la bancada empresarial han peleado coma a coma y finalmente han conseguido rebajar la ambición de los primeros borradores, eliminando cuestiones como la nulidad de los trabajadores eventuales despedidos para evitar pasarlos a fijos. 

Próxima estación: Congreso

Todas las fuentes consultas coinciden en que la entrada al acuerdo de la patronal responde a una estrategia de minimizar daños. Tanto en la mesa de diálogo social, como luego cuando la norma sea remitida al Congreso y formaciones como ERC o EH Bildu pretendan una reforma más ambiciosa para los trabajadores. 

Y es que el de ayer no es el último capítulo de la reforma laboral, tras nueve años de vigencia de la del PP y más de tres el PSOE prometiendo, ya desde el Gobierno (primero en solitario, luego con Unidas Podemos) que la derogaría. Al trámite del Consejo de Ministros le deberá seguir la aprobación en el Congreso. Ahí los socios del Ejecutivo afilan armas y ya han clamado en anteriores ocasiones contra que no se haya tocado el despido. Indemnizaciones más bajas y la pérdida de competencias de la Administración para autorizar ceses colectivos son dos elementos heredados de Mariano Rajoy y que los potenciales aliados de Sánchez van a querer tocar. 

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