Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Teresa Ribera

Teresa Ribera: "Si cerramos las centrales nucleares más deprisa, mejor"

«Me preocupa que el gas ruso se encarezca más y contagie al de terceros países», señala Ribera, que asegura que no se atreve a poner fecha al fin de la escalada del precio de la luz

«Si cerramos las centrales nucleares más deprisa, mejor»

La energía nuclear y el gas tendrán finalmente la etiqueta verde de la Unión Europea. ¿Es un error?

Sí, por razones de fondo y de forma. El sistema de clasificación de las energías de la UE ofrece una señal a los inversores de dónde invertir sin riesgo en soluciones que ayuden a descarbonizar rápidamente sin afección ambiental significativa. Dar el distintivo verde a las nucleares y al gas, que sí tienen afección, genera confusión y debilita la potencia de las energías que de verdad descarbonizan muy rápidamente. En nuestro caso, en España ni necesitamos ni existe ningún apetito por invertir en nuevas centrales nucleares o de gas.

¿El Gobierno va a hacer suya esta calificación de la UE?

Nuestra intención es ser más exigentes a la hora de orientar a los inversores y sus emisiones de deuda. Sucederá algo que es probable que también hagan otros países y es crear una etiqueta oro, sin las nucleares, y otra plata. Además, haremos una valoración jurídica y de oportunidad para decidir si recurrimos a la justicia europea, como ya han anunciado que lo harán Austria y Luxemburgo.

¿Puede afectar al calendario de cierre de las nucleares en España, previsto entre 2027 y 2035?

Yo creo que el horizonte está claro, con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que tendremos que revisar con la valoración de lo que ha ocurrido estos años. Marcará cuáles son nuestros objetivos y, en su caso, quizá un incremento de la ambición en 2023. Me parece que no nos debemos desviar más que al alza. Es decir, si podemos cerrar las nucleares más deprisa, mejor. Creo que esta crisis actual del precio del gas en los mercados internacionales muestra que económicamente lo único que tiene sentido es acelerar la transición y poder contar con un sistema energético que no tenga la vulnerabilidad de una alta dependencia de combustibles fósiles en mercados internacionales.

Mercados afectados por las tensiones entre Ucrania y Rusia.

Sí. Aunque Rusia no represente un proveedor crucial para nuestro sistema gasista, un precio más alto de su gas acabará contagiando al precio del gas procedente de terceros países. A ello hay que unir la alta demanda de países como China y la India. Que crezca la oferta no es fácil, por lo que puede que el precio siga alto y nos acabe afectando.

¿El abastecimiento estará asegurado a pesar del mayor coste?

Evidentemente, siempre puede ocurrir un cataclismo. No es que no pueda suceder. Pero creo que no nos debe preocupar. No solo porque dispongamos de una relación excelente y unas garantías por parte del proveedor más importante, Argelia, cuya capacidad se está incrementando, sino porque además tenemos un colchón de seguridad muy potente con las regasificadoras que existen en Europa. Estas nos permiten poder atraer el gas natural licuado y que sea regasificado en España. Sí que hay, obviamente, un elemento que nos preocupa como Gobierno, que es cómo el coste del gas pueda impactar en el precio de la electricidad.

Una luz que ya está disparada. ¿Cuándo cree que tocará techo?

No me atrevo a poner una fecha de fin a la escalada de la luz. Me preocupa la situación en la frontera de Ucrania. Además, China va a seguir demandando grandes cantidades de gas y vemos movimientos en Estados Unidos para limitar sus exportaciones de gas. Y otros proveedores pueden sentir la tentación de elevar los precios. Me preocupa el impacto en el ámbito doméstico en España y ahí seguiremos trabajando sobre todo en la parte fiscal. No hay que prejuzgar hasta cuándo. Lo que hay que pensar es si se necesitan más medidas para el consumidor industrial.

¿Cuáles serían?

Podríamos cubrir costes fijos del sistema, como los cargos. Estos aparecen en la factura de la luz, junto al consumo de energía, la fiscalidad y los peajes. Ya rebajamos los cargos pero es legítimo plantearse si hay que reducirlos más.

¿La creación de la empresa pública está descartada?

Hoy no cabe nacionalizar ni comprar empresas eléctricas de gran tamaño porque no hay capacidad real. Además, ni siquiera está claro que sea la mejor opción desde el punto de vista de gasto público ni que sirva para marcar diferencias sobre los precios. Otra cosa distinta es que somos conscientes de que el sistema de explotación de concesiones hidroeléctricas tampoco tiene sentido. Conforme se agoten esas concesiones, quizá se puede hacer una bolsa de hidroelectricidad que sea gestionada públicamente. O, si una parte se otorga en concesión, fijar bien cuáles son las condiciones. Estamos analizando y ensayando distintas opciones.

¿En qué sentido?

A lo mejor hay pequeños saltos hidroeléctricos cuya concesión puede atribuirse a una comarca de municipios pequeños de alta montaña, como si fuera una especie de autoconsumo compartido. O si nos interesa mantenerlo por su capacidad de almacenamiento, puede ser gestionado por Red Eléctrica o por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía. También puede ocurrir que en un determinado momento constituyamos una pequeña sociedad mercantil estatal, que nos permita jugar con estas explotaciones, como por ahora están haciendo algunas confederaciones hidrográficas. Estas se convierten en gestoras al acabar la concesión y eso les permite, en las condiciones de mercado que corresponda, disponer de otra vía de ingresos.

El vaciado de los pantanos le obligó a tomar medidas como reforzar los caudales mínimos. ¿Satisfecha con su evolución?

Sí, pero en paralelo a esto es obvio que la generación de energía a partir de agua es más gestionable que la que se hace a partir de otras fuentes renovables. La pregunta es cómo ha usado el titular de esa concesión el elemento oportunidad; en qué momento activó las turbinas y cuándo no. Hay un indicio que a mí me parece bastante vergonzoso y es la cantidad de horas en las que el precio del mercado mayorista lo ha marcado la hidroeléctrica, no el gas. Están ofertando al precio de oportunidad, al que saben que tiene el gas. Es legal, sí, pero razonable, no. Me parece un elemento, como mínimo, para sacarle los colores a aquellas empresas que, siendo titulares de concesiones hidroeléctricas y queriendo destacar su compromiso social, no tienen ningún pudor en ofertar electricidad al precio más caro del mercado.

Compartir el artículo

stats