Europa se ha lanzado a reactivar centrales de carbón en plena crisis energética. Con el objetivo de ahorrar todo el gas posible durante el verano ante la amenaza de que Rusia cierre el suministro, países como Alemania, Austria o Países Bajos están recurriendo ya a sus plantas térmicas para blindar su seguridad de suministro.

España está (o estaba) a las puertas del apagón definitivo de todas sus centrales de carbón. Frente a la decisión de otros países europeos de relanzar la producción térmica como medida defensiva por el recorte del suministro de gas por parte de Rusia, en el caso español desde el Gobierno y desde el sector eléctrico se había venido insistiendo que no había marcha atrás para el adiós. Pero la incertidumbre provocada por la crisis energética puede posponer los planes y puede acabar aplazando el inminente cierre de la central coruñesa de As Pontes, propiedad de Endesa.

La Comisión Europea presentará la próxima semana una propuesta de plan de contingencia con medidas para hacer frente una eventual interrupción brusca de la llegada de gas de Rusia y ha encargado a los estados miembro que elaboren sus propias propuestas nacionales para rearmar su seguridad de suministro y buscar fórmulas de solidaridad entre países si fuera necesario.

El Gobierno español ya se ha lanzado a diseñar un mapa de riesgos en los suministros de luz, gas y combustibles para conocer la capacidad de resistencia de los sectores energéticos y ha solicitado informes a Red Eléctrica de España -operador del sistema eléctrico-, a Enagás -gestor técnico del sistema gasista- y a la Corporación de Reservas Estratégicas, Cores -encargado de garantizar la seguridad de suministro de hidrocarburos- en los que planteen los diferentes escenarios extremos.

Red Eléctrica de España está elaborando un estudio con diferentes escenarios sobre las necesidades de disponibilidad de plantas de producción eléctrica que debería estar listo la próxima semana. Es en el marco de este informe general sobre el sistema eléctrico integral en el que el Ministerio para la Transición Ecológica ha solicitado a REE conocer si la central de carbón de As Pontes (A Coruña), de Endesa, puede cerrar definitivamente como se esperaba de manera inminente o debe retrasar su clausura por si fuera necesario tenerla preparada en caso de requerir su producción de electricidad.

La propia vicepresidenta Ribera ha subrayado que “en absoluto” desea aplazar el cierre de la planta de As Pontes y justifica en la prudencia que exige Bruselas su decisión de pedir un informe a Red Eléctrico. “Yo no quiero retrasar algo que ha sido tan complejo de preparar (…) Hemos hecho lo correcto: preguntar a REE si ha cambiado su valoración al respecto. Si nos dice que no ha cambiado y que está perfectamente garantizado el suministro, procederes a autorizar el cierre. Y si nos dice que es conveniente dejarla abierta, tendremos que ver cómo hacerlo y como sufragarlo”.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aprovechó el debate sobre el estado de la nación para dejar clara su posición: “100% renovables. Renovables. Ni nucleares ni centrales térmicas”, sentenció cosechando los aplausos de su bancada en el Congreso. Durante el debate varios grupos parlamentarios como Vox y Foro Asturias apostaron abiertamente por mantener operativas las centrales de carbón para reforzar el suministro. El Partido Popular ha reclamado en las últimas semanas que el Gobierno se replantee la clausura de las últimas plantas térmicas.  

Un retraso que no gusta

“En un horizonte como éste, en el que tenemos que reforzar los planes de contingencia, tal y como nos recuerda la UE, es bueno que el operador del sistema que vela por que pueda responderse de forma anticipada a cualquier escenario de riesgo valore si las cosas han cambiado y tiene que introducir alguna limitación adicional al cierre de la central térmica de As Pontes”, explicaba esta semana la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

La cuestión de fondo es que ni el Gobierno ni la propia Endesa quieren reactivar As Pontes. Ambos prefieren proceder a la clausura definitiva para no posponer más el proceso de transición que supondrá la puesta en marcha de proyectos industriales, como la nueva planta de biomateriales de Ence y o una fábrica de neumáticos del grupo chino Sentury que se instalarán en las proximidades de la central de carbón. Pero el posible aplazamiento

Queremos cerrar cuanto antes”, apuntan fuentes de Endesa, que esperaba recibir de manera inminente la última autorización de cierre del Ministerio para la Transición Ecológica y ahora se encuentra en que un eventual aplazamiento le obligaría a volver a comprar carbón (ya había agotado sus reservas) y a volver a reclutar a la plantilla que había sido recolocada en otros centros o se había ido a su casa.

El largo adiós al carbón

Las grandes eléctricas han clausurado ya o han solicitado la autorización al Gobierno para poder cerrar todas sus plantas de carbón en el país (con las únicas excepciones, muy particulares, de una central en Asturias y otra en Mallorca). Pero con el mercado eléctrico con precios disparados, las centrales de carbón que ya sólo se preparaban para echar el cierre y que en la mayoría de los casos habían estado mucho tiempo sin funcionar en el último año se han reactivado y en varios momentos han disparado su producción.

Mientras esperan la autorización definitiva de cierre, las eléctricas están obligadas a tener disponibles sus centrales y a presentar ofertas en el mercado eléctrico para producir si es necesario. La escalada de los precios ha hecho durante el último año que quemar carbón para producir electricidad vuelva a ser rentable en determinados momentos. Los precios altos y un alto consumo han permitido que las ofertas que presentan las plantas térmicas a veces consigan entrar en el mercado.

Aún disponibles para el mercado eléctrico están dos centrales de Endesa, la coruñesa de Endesa de As Pontes y la mallorquina de Es Murterar; las plantas asturianas de EDP de Aboño y de Soto de Ribera; y la planta de Viesgo -ahora integrada también en el grupo EDP- de Los Barrios, en Cádiz. Tres de estas centrales están a punto de cerrar, prácticamente esperando el último permiso administrativo o cumpliendo el breve periodo de carencia posterior a recibirlo.

Tras la última oleada de cierres de plantas ya en marcha, en España sólo quedará en funcionamiento una central en la Península (la asturiana de Aboño, de EDP) y otra en Mallorca (la de Es Murterar, de Endesa). El caso de la central de Aboño es peculiar, ya que además de quemar carbón para generar electricidad, también utiliza los gases siderúrgicos de la planta aledaña de ArcelorMittal y evita así que simplemente sean quemados en una antorcha y emitidos directamente a la atmósfera, en una suerte de proceso particular de economía circular.

La planta mallorquina de Endesa ya ha cerrado dos de sus grupos y mantiene operativos otros dos por seguridad de suministro en las islas y con limitaciones de utilización. Hasta agosto de 2021 ambos grupos podían funcionar un máximo de 1.500 horas anuales y desde entonces se ha reducido 500 horas al año como tope. La central seguirá abierta al ralentí hasta que esté conectado el segundo cable de conexión entre la Península y Mallorca que, en principio, debería estar operativo antes de 2026.