Un nuevo producto de inversión está creciendo en los últimos años gracias a su accesibilidad, transparencia, liquidez y capacidad de resistencia en un contexto cada vez más marcado por la incertidumbre. Son los denominados ETF —también conocidos como fondos cotizados—, que ofrecen una mirada a medio y largo plazo. De este modo, los ETFs han abierto todo un nuevo abanico de oportunidades de inversión tanto para inversores particulares como para gestores institucionales, especialmente en un contexto internacional marcado por los vaivenes geopolíticos y un panorama económico dominado por la inflación.

¿Qué es un ETF y cómo funciona?

ETF son las siglas que corresponden a Exchange Traded Fund, es decir, un fondo de inversión cotizado en bolsa que replica la evolución de un determinado índice de referencia, ya sea de renta fija, renta variable, materias primas y, en ocasiones, un sector o una cesta de acciones. Los ETF se negocian en mercados bursátiles electrónicos en tiempo real, al igual que cualquier otro valor cotizado. De este modo, se pueden comprar o vender las participaciones durante todo el periodo de negociación diaria y no solo una vez al día, como ocurre con los fondos de inversión. Se trata de un producto que reúne la diversificación de un fondo y la flexibilidad de las acciones.

¿Por qué son recomendables en mercados volátiles e inciertos?

En realidad, no pensamos que sean recomendables para un escenario concreto. Una de las ventajas es su gran variedad, lo cual permite encontrar instrumentos con distintos niveles de riesgo, estrategias, tipos de activos, etc. Así, por ejemplo, podemos encontrar ETF de oro, que podría ser adecuado en un contexto de incertidumbre por la condición de activo refugio que tiene esta materia prima. Pero, del mismo modo, podemos buscar un ETF que inviertan en bonos ligados a la inflación, sectores que pueden considerarse conservadores en un contexto de recesión o industrias que se benefician de una coyuntura de economía pujante. Sin olvidar que consideramos que es una estrategia más acertada construir una cartera equilibrada, diversificada y a largo plazo, intentando detectar cuáles podrían ser las megatendencias del futuro, antes que intentar adivinar qué podría depararnos el entorno macroeconómico en el corto plazo.

¿Es un producto para todo tipo de inversor?

Podríamos decir que sí. Existen ETF defensivos, que invierten en activos de bajo riesgo, como los monetarios; y, en el otro extremo, tenemos ETF con un nivel de riesgo muy alto centrados en mercados emergentes, sectores novedosos…; incluso existen ETF apalancados, cuya volatilidad se incrementa de forma significativa. Lo más importante es que, antes de invertir, el inversor se haya detenido a reflexionar sobre su estrategia, a definir el nivel de riesgo que quiere asumir y los objetivos que persigue. Solo así se estarían sentando las bases para una inversión exitosa.

¿Qué estrategias están teniendo mejores retornos?

Nosotros abogamos por implementar una estrategia basada en un pilar esencial y en un horizonte de largo plazo: las megatendencias. Intentar predecir qué activo es el que mejor se comportará de aquí a un mes, jugar a adivinar el sector que más se revalorizará o pensar que somos capaces de saber el momento óptimo de entrada en el mercado es algo muy difícil. En la inversión a corto plazo hay infinidad de variables y, para tener éxito en la inversión, lo primero que deberíamos tener claro es que la mayoría de ellas no podemos controlarlas. En ocasiones, la economía puede dar un giro inesperado por algo tan poco predecible como una pandemia, una guerra o una situación climatológica prolongada adversa. Por eso, nosotros ponemos el foco en las megatendencias, entendidas como temáticas diversas, pero con un denominador común: el cambio. Son tendencias que generan cambios profundos, importantes, permanentes y que pueden ser los motores del crecimiento futuro.

¿Son los ETF una inversión complementaria a una cartera cuyo fuerte es la gestión activa?

Siempre hemos mirado con cierto escepticismo esa aparente batalla entre la gestión activa y pasiva. Creemos que pueden convivir y, no solo eso, es que en ocasiones se complementan a la perfección. Hay algunas estrategias en las que un gestor activo es diferencial. Por ejemplo, si estamos hablando de una cuidada selección de compañías que pueden ofrecer ventajas competitivas respecto a otras o que tienen un modelo de negocio novedoso. Aquí, un buen gestor, que conoce el mercado y analiza las cuentas de las compañías, tiene buen olfato para distinguir las ‘empresas joya’, puede marcar la diferencia entre una gestión mediocre y una gestión extraordinaria. En otros casos, cuando buscamos una temática de inversión muy nicho, también tenemos que recurrir a ETF. No existe un fondo que invierta exclusivamente en metaverso, en vehículo eléctrico o en salud digital. Así, los ETFs permiten ser más precisos a la hora de implementar ciertas estrategias.

¿Qué temáticas han funcionado mejor este año?

Sin duda, una de ellas han sido las materias primas. En los últimos meses hemos asistido a un espectacular incremento en el precio de muchas de ellas, a raíz de distintas problemáticas: el exceso de demanda con la reapertura de las economías tras la pandemia del covid-19, la guerra de Ucrania, la crisis energética... Este incremento de precios lo hemos visto en el petróleo, en el gas, en algunos metales preciosos y también se ha trasladado a las materias primas agrícolas. De este modo, en términos de rentabilidad, los ETF de materias primas se cuelan entre los más rentables del año. También los ETF referenciados a Brasil están acumulando buenas rentabilidades en lo que llevamos de 2022.

¿Los ETF pueden ser sostenibles?

Pueden no: deben. Venimos de un pasado en el que las inversiones estaban regidas por criterios financieros, pero eso ha cambiado radicalmente debido a varios motivos. El primero, porque las propias preferencias de los clientes están cambiando y a los criterios financieros se empiezan a añadir otro tipo de consideraciones. El cliente ya no solo quiere saber cuánto gana con una compañía, con un fondo, con un ETF, quiere saber si es una inversión socialmente responsable. Además, la regulación ya solo va a ir por un camino, que no tiene retorno. Con los últimos cambios regulatorios, las entidades ya no solo tienen que evaluar la conveniencia y la idoneidad de los productos, también es necesario ahora preguntarle por sus preferencias en términos de sostenibilidad: qué porcentaje en inversiones sostenibles desea, si quiere eliminar de su cartera aquellas inversiones que puedan generar efectos negativos sobre el medio ambiente y/o la sociedad. No hay más opción: la sostenibilidad se impone.