Este verano las protestas contra Boris Johnson elevaron al cielo londinense un lema en forma de pancarta: Brexit isn’t working (El Brexit no está funcionando). El cartel bien podría servir como resumen oficioso de cómo ha sido el proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). Seis años después del referéndum del adiós y dos años y medio de su marcha efectiva, el Brexit ha dejado tras de sí un fuerte impacto para los británicos. Sin embargo, en un mercado tan estrechamente ligado a Europa, su salida también ha acabado suponiendo un cambio de escenario de impacto negativo para las compañías europeas y españolas.

Como explica Vicente Mompó, responsable del área internacional de la Cámara de Comercio de Valencia, el Reino Unido ha pasado a ser «un país tercero» para la UE, originando un «cambio de las cadenas logísticas, los modelos aduaneros, el transporte y las condiciones en que las empresas están implantadas». Son trámites, añade Mompó, que «han hecho mucho más complicado» llevar a cabo negocios en ese territorio pese a ser un «gran mercado que para muchos sectores sigue siendo tremendamente atractivo». No en vano, según explican fuentes de la Secretaría de Estado de Comercio, las empresas que en 2021 exportaban de forma continuada a ese país eran 6.899, más que en el año del referéndum, pero por debajo del pico de 2019 (7.271).

El Reino Unido, con todo, continúa siendo uno de los cinco principales enclaves de negocio para las exportaciones españolas. Pero con un gran matiz. En 2016, el mercado británico era el cuarto más importante, con 20.076 millones de euros. En 2021, ya con el proceso de salida culminado, no solo las cifras de ventas en el país (por valor de 18.817 millones de euros) estaban muy lejos de alcanzar los datos de cinco años antes, siendo con ello el único de los grandes mercados donde España no ha recuperado sus cifras de negocio, sino que incluso habían sido superadas por las destinadas a Portugal (24.871 millones de euros).

En el trasfondo de la situación, según los datos que maneja el Gobierno, se encuentra la caída en este último lustro de los dos principales sectores de negocio español en el Reino Unido: el automóvil (-37,94%) y los bienes de equipo (-23,47%), principalmente el material de transporte. Eso sí, desde que se hizo efectivo el Brexit, han sido las manufacturas de consumo –textil, calzado y juguetes, sobre todo– las que más han sufrido el golpe, con una caída económica en las exportaciones del 22,6% respecto a 2019.

Limitaciones importantes

Pero el impacto empresarial del Brexit va más allá de las exportaciones. Carlos Donat, presidente de la Asociación de Transporte Internacional de la patronal valenciana del transporte y la logística, FVET, destaca que el aumento de requisitos para hacer negocio por el Brexit ha hecho que en el sector «mucha gente esté abandonando el Reino Unido como destino», más aún en un momento de costes al alza que dificultan cada vez más que este sea rentable. No en vano, a un territorio que por su condición de isla ya tenía el inconveniente de necesitar un mayor tiempo para la carga y descarga, ahora hay que añadir –explican desde Comercio– no solo unos «controles aleatorios a la entrada a Reino Unido que retrasan la entrega de la mercancía», sino también, en palabras de Donat, «todo el trámite burocrático, porque tienes que hacer una declaración del producto que entra por anticipado».

Esto, enfatiza, puede originar que, si hay un problema en un documento, «tu camión se quede parado dos o tres días» o tener que volver al Reino Unido desde el destino final por no haber realizado correctamente los trámites aduaneros, una circunstancia que, según el empresario, ha sucedido en más de una ocasión. Ante estas complicaciones, algunas empresas –según señala Comercio y confirma el dirigente del Transporte– «optan por dejar de cargar productos a la salida», lastrando con ello más sus beneficios. En este sentido, el dirigente cifra en entre el 7% y el 9% lo que se ha dejado de facturar desde la salida de la UE en un mercado en el que Donat recuerda que se da también un hándicap con la migración ilegal, porque «muchas personas intentan meterse en los camiones para llegar a Inglaterra».

Filiales citrícolas

Sin embargo, no todos los sectores mantienen graves problemas tras el Brexit. Como señala Enrique Bellés, director técnico del departamento de Frutas y Hortalizas de Cooperatives Agroalimentàries, en las empresas del sector «quién más o quién menos ya tiene lo trámites [de la salida] superados» e, incluso, en los cítricos –principal mercado de exportación española dentro de la alimentación– en las dos últimas campañas se ha ido al alza, pasando de las 200.000 toneladas vendidas en la 2020-2021 a los 300.000 colocadas el pasado ejercicio. Las compañías «se han aclimatado», insiste el dirigente, que señala que los propios operadores «han generado allí filiales y empresas que han absorbido a sus trabajadores». 

En esta línea, el dirigente remarca que el mercado británico es «sólido y con la garantía jurídica suficiente» para «seguir siendo atractivo». Por eso, asegura que España seguirá siendo su primer exportador de frutas y hortalizas porque «ningún otro país puede poner en 48 horas el producto desde el campo al consumidor».

Con todo esto, mirando a corto y medio plazo la relación comercial con Reino Unido, las fuentes de Comercio afirman que «la principal preocupación gira en torno a la incertidumbre sobre las nuevas condiciones de acceso al mercado». En concreto, el Gobierno de Londres prevé para finales de 2023 «enmendar, derogar o remplazar toda la legislación de la UE», un marco al que se suma un nuevo modelo aduanero para 2025 del que aún se desconoce cuáles serán las condiciones y «qué requisitos se van a aplicar» a los productos que lleguen desde la UE.