Javier Ruiz

Javier Ruiz: "Siempre hemos tenido desigualdad, pero nunca ha sido tan extrema"

«El andamiaje social en España, en el que desaparece la clase media, se rompe con el voto a los populismos y la salida por una vía no democrática o con inseguridad y delincuencia»

El periodista valenciano Javier Ruiz. | LEVANTE-EMV

El periodista valenciano Javier Ruiz. | LEVANTE-EMV / jordi cuenca. València

La desigualdad es una tara muy añeja en nuestras sociedades. Basta echar un vistazo a la Historia para comprobarlo. ¿Qué la caracteriza o la diferencia de la de otras épocas en este momento?

Ahora es más grave por dos motivos. No es solo económica. Tiene una derivada social, porque la desigualdad extrema aumenta la inseguridad. La gente que no tiene nada no tiene nada que perder. Además,es una desigualdad política. No solo es económica, sino que mucha gente queda fuera del sistema político. Los pobres ya no votan. El 50 % de los que ganan menos de 10.000 euros ya no vota. Siempre hemos tenido desigualdad, pero nunca tan extrema.

Ciñéndonos a España. El Gobierno actual, esta vez porque Europa está en sintonía, está respondiendo a la crisis con un sinfín de coberturas sociales y económicas, a diferencia de lo que sucedió con el PP en la Gran Recesión. Sin embargo, no convence a los votantes. ¿Por qué? ¿Qué quieren los ciudadanos?

Los ciudadanos son más listos de lo que todos los gobiernos creen. Hay mucho titular, pero todavia hay más letra pequeña. Las medidas del gobierno se quedan en la letra pequeña. Cuatro ejemplos. El ingreso mínimo vital. Se anunció un millón de cobertura en el primer año. Dos años después, estamos al 50 %. De las ayudas a hostelería y comercio, el 70 % ha quedado desierto. El bono joven, que se iba a dar a todos, un 50 % desierto, porque es casi imposible solicitarlo. Ahora se anuncia un millón de coberturas para hipotecas. El año pasado, con los mismos criterios, se acogieron 7.800. No hay un problema de desafección. La gente es inteligente y ve que las ayudas mueren en la letra pequeña.

Hablemos de impuestos. ¿Está la derecha española en las posiciones más ultraliberales, aquellas en la hay que dejar que el mercado se regule solo, hay que bajar impuestos y fiar los servicios públicos al sector privado? Ese es el ideario de Díaz Ayuso y en Madrid arrasó.

La derecha en España está a la derecha de la derecha en Europa. Lo que está haciendo aquí cierto PP es sorprendente. Han defendido bajadas a los ricos que han sido tumbadas en el Reino Undo. El PP se sitúa a la derecha del país del liberalismo. Se ha opuesto a reformar el mercado eléctrico, la excepción ibérica, en contra de lo que apoya Bruselas. El PP se ubica a la derecha de todos los liberales. Se ha ido al rincón de la derecha. Ha adelantado al Reino Unido, a la OCDE, al BCE, a Bruselas...

El edificio España que usted explica en su libro está constituido por cinco plantas en función de la renta. La planta baja, la de los desfavorecidos, está que revienta. ¿Reventará? ¿Está ahí el caldo de cultivo de los populismos?

No va a reventar porque todavía hay coberturas sociales, pero estamos haciendo todo lo necesario para que reviente. Sin duda, ése es el caldo de cultivo de los populismos y, sobre todo, de la ultraderecha. Toda esa desafección. Uno de cada dos que no vota, ha visto que pasan los gobiernos y no resuelven sus problemas. La ultraderecha no da soluciones, sino culpables y los señala: las mujeres que se incorporan al mercado de trabajo, los inmigrantes que, según ellos, roban los empleos, los homosexuales a los que se acusa de romper el modelo de familia.

A tenor de los estudios sociológicos, da la impresión de una cierta desorientación en ese estrato. Tras el 15-M en parte viró a la ultraizquierda con Podemos. Ahora parece que, también en parte, se ha decantado por la ultraderecha de Voz. ¿Es la desesperación?

Sí, es verdad que cuando uno está desesperado busca soluciones desesperadas. Pero hay una diferencia entre ambos populismos. El de izquierdas nunca ha hecho bandera de atropellar minorías. El de ultraderacha sí lo hace y rechaza cualquier pluralidad. No todos los extremos son iguales. De todas formas,creo que la gente de Podemos ahora tal vez no vote, pero no vota a Vox. Está cayendo en la desesperanza, pero la gente que está en Podemos no piensa en votar a Vox.

Gran Recesión, pandemia de coronavirus y ahora una crisis inflacionaria alimentada por la invasión de Ucrania. ¿Resistirán los muros del edificio España?

Después de tres sacudidas como estas, hay que reforzar los muros del edificio. Eso significa dos cosas. Hacer una reforma fiscal de verdad, no solo sobre las nóminas, y reparar la educación. Esto último significa que hay que permitir que la gente sin recursos acceda realmente a educaciones de alto nivel que ahora son muy caras.

En tiempos, los ricos se limpiaban la mala conciencia mediante la caridad. Ahora lo fian todo al Estado pero no quieren pagar impuestos. ¿Será que no tenemos solución como especie?

La desigualdad no es rentable. Tampoco para los ricos. Hay gente con grandes rentas que no quiere esta desigualdad extrema. Para que las cosas vayan bien en el ático social es imprescindible que también vayan bien en el sótano social. Si quieres una sociedad segura, no puedes tener un sótano que quiera asaltar el ático. Es más rentable y barato reparar el sótano que blindar el ático. Esto no se sostiene mas así. Este andamiaje social, en el que desaparece la clase media, se rompe con el voto a los populismos y la salida por una vía no democrática o con inseguridad y delincuencia. Tarde o temprano vamos a tener que reparar el edificio.

Ser joven en España no es hoy día una gran ventaja: sueldos bajos, dificultades severas para encontrar trabajo o independizarse de los padres y un futuro a largo plazo de bajas pensiones. Negro panorama, ¿no?

Sí. Los jóvenes. Me enfada el término referido a ellos como generación de cristal. Esta es una generación estafada. Ha cumplido su contrato social, ha estudiado, se ha formado y la estamos esperando con contratos de 600 o 900 euros. Esta generación ahora no está votando y tiene en sus manos cambiar esto mediante el voto. Es una generación estafada pero tiene más poder del que cree. Con el voto y con la compra. Se vota una vez cada cuatro años pero se compra todos los días. Sus decisiones de compra hacen que muchas compañías cambien. Si deciden que no toman cierto café porque su producción viene de la explotación obligan a la compañía a cambiar. Lo mismo ocurre con ropa deportiva, con plásticos.

¿El tapón es la generación que está en los cincuenta años?

Creo que nosotros, no, pero la que está por encima de nosotros, sí. En el Ibex hay exceso de canas y de arrugas. Gente con más de 70 años y que deberían hacer el favor generacional de jubilarse.Hablo de presidentes de empresas y consejeros delegados. Son los mismos que luego prejubilan o jubilan a trabajadores en la cincuentena.

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