Efectos de la presión inflacionista

El 86% de familias vulnerables ha dejado de comprar comida porque no puede pagarla

La mitad de los hogares atendidos por Cáritas no puede usar la calefacción y el 40% ha tenido que cambiar de vivienda o no puede pagar los medicamentos

El 86% de familias vulnerables ha dejado de comprar comida porque no puede pagarla.

El 86% de familias vulnerables ha dejado de comprar comida porque no puede pagarla. / Carlos Montañés

Elisenda Colell

El alza de los precios, especialmente los de la alimentación, están repercutiendo de una forma asfixiante entre los hogares más desfavorecidos. Lo ha demostrado este miércoles Cáritas Barcelona, tras realizar una encuesta a más de 600 familias. El 86% de ellas ha dejado de comprar comida porque no puede pagarla, y más de la mitad ha tenido que prescindir de los productos frescos: fruta, verdura, carne o pescado.

Pero los efectos de la presión inflacionista van más allá de la alimentación: también repercuten en la precariedad de las viviendas, en la imposibilidad de encender la calefacción para cada vez más familias, o de costear medicamentos o seguir tratamientos para su salud. "Estamos empalmando una crisis tras otra sin ningún tipo de planificación: no podemos normalizar la exclusión", ha implorado el director de Cáritas en Barcelona, Salvador Busquets.

"Las cifras de personas en exclusión social están llegando a un nivel sin precedentes, especialmente en las grandes ciudades", subraya la responsable de análisis de Cáritas, Míriam Feu. La crisis de los precios ha llevado un aumento del 15% en algunos alimentos, y hasta un 12% en los suministros o la vivienda.

"Tiene un impacto más intenso en los que tienen menos ingresos", ha seguido Feu, que señala que los usuarios a los que atiende Cáritas acumulan muchos años de sufrimiento: desde la crisis financiera del 2008 de la que muchos no pudieron salir, pasando por la pandemia del coronavirus y ahora el aumento de los precios.

El alquiler, el pago prioritario

La encuesta, realizada a 400 hogares, demuestra que el principal impacto se nota en la alimentación. "Estamos hablando de familias que viven en habitaciones realquiladas: que si no pagan, les echan", cuenta Feu. Es en estos casos donde detectan la mayor vulneración y efecto de la inflación. "Deben priorizar la vivienda y los niños, por lo que muchos adultos han dejado de comer, directamente. 'Algunos días como, otros no', nos dicen", relata Feu. El 43% de los encuestados no puede tener una alimentación adecuada, y más del 60% no puede comprar productos frescos.

Como viene siendo habitual, la vivienda es uno de los principales problemas que detecta esta entidad social. La mitad de estos hogares ha tenido que dejar su domicilio actual y no puede pagar los gastos de la vivienda o la calefacción.

También crecen el número de familias que no pueden pagar los medicamentos o seguir tratamientos médicos. Unas cifras de récord, como lo son los gastos que asume Cáritas pagando habitaciones de realquiler a personas que lo necesitan. "Hicimos la misma encuesta durante la pandemia del coronavirus y en estos casos sigue siendo superior que en aquél momento de máxima complejidad", ha comentado Feu.

Ante este panorama inquietante, Salvador Busquets ha implorado políticas públicas orientadas a revertir las desigualdades y la exclusión. Especialmente, en el ámbito de vivienda. "En 2007 llegamos a un pacto para que Cataluña llegara al 15% de vivienda pública. Hoy, seguimos en el 1,5%", se ha quejado. "No se ha hecho nada", ha lamentado.

Busquets también ha reclamado mejores y más cuantiosas prestaciones sociales de ingresos mínimos, que permitan a las familias vivir con dignidad. "La Renta Garantizada no llega ni al 30% de personas en pobreza severa", ha lamentado. También ha sugerido la necesidad de dar ayudas a las familias con menores a cargo, y ha incidido en la necesidad de garantizar el acceso a actividades extraescolares y de ocio.