El rescate de EE UU en Silicon Valley reactiva el pánico a una crisis en Europa

Las bolsas se desploman pese a los mensajes de los dirigentes de los Veintisiete y de la UE asegurando que no hay un "riesgo específico" en el Viejo Continente - Los responsables reclaman "prudencia" y mesura a los bancos centrales en la subida de tipos

Colas frente a una sede de Silicon Valley Bank, ayer, en Santa Clara (California).

Colas frente a una sede de Silicon Valley Bank, ayer, en Santa Clara (California). / EFE-EPA/GEORGE NIKITIN

C.López/P.Pérez

Tan solo habían transcurrido unas horas después de que los órganos reguladores de Estados Unidos anunciaran que lanzaba un plan para proteger los depósitos del Silicon Valley Bank (SVB) tras su colapso –al tiempo que cerraban otra institución bancaria, el Signature Bank, bajo los mismos parámetros–. El motivo tras la caída de la entidad, la falta de previsión de sus gestores debido a la bajada del valor de su cartera de deuda pública y el impacto de la fuerte subida de tipos de interés con la que la Reserva Federal de Estados Unidos está combatiendo la espiral inflacionista.

Esta situación provocó que se reactivara ayer las alarmas ante la posibilidad de una nueva crisis financiera en Europa, trasladándose directamente a los mercados, que vivieron una jornada de caídas. En España, sin ir más lejos, el Ibex 35 se dejó un 3,51% y perdió así los 9.000 puntos (8.958) por primera vez desde el 26 de enero lastrado por la caída del sector bancario español. Los principales bancos españoles lideraron las caídas del selectivo español y bajaron más de un 11% en bolsa de media desde el viernes 10 de marzo tras haberse revalorizado un 21,56% desde el inicio del año hasta ese día impulsados por las subidas de tipos del Banco Central Europeo y la expectativa de que se prolonguen en el tiempo y vayan en aumento. Las principales bolsas europeas, en esa misma línea, también cerraron en ‘rojo’.

Aún así, ni el comisario de asuntos económicos, Paolo Gentiloni, ni los principales ministros de economía y finanzas de la Eurozona –informa Silvia Martínez– ven un «riesgo específico» para los bancos europeos y han lanzado un mensaje de calma descartando un posible contagio. Eso sí, coinciden en que el aumento de la volatilidad requiere extremar la «prudencia». Y, sobre todo, que tanto la Reserva Federal estadounidense como el Banco Central Europeo se piensen de nuevo la política de subida de tipos de interés en la que se embarcaron el año pasado para frenar las tensiones inflacionistas y que previsiblemente continuará esta semana en Frankfurt.

Por ejemplo, el ministro de finanzas, Christian Lindner, resaltó que pese a la quiebra «no cambia nada para Alemania», palabras muy similares a las pronunciadas por algunos de sus colegas como el francés Bruno Le Maire que también descartó «ningún riesgo de contagio específico» para Francia.

En este mismo sentido, Gentiloni aseguró que «no vemos un riesgo específico de contagio». Eso sí, el comisario de asuntos económicos destacó que el «peor supuesto que estamos evaluando la situación en contacto estrecho con el Banco Central Europeo» y «hemos tomado nota de la iniciativa adoptada por las autoridades estadounidenses para evitar el contagio» pero «los bancos europeos, todos los bancos europeos, no sólo los más grandes, están aplicando los estándares prudenciales de Basilea. Así que, directamente, no hay contagio. La posibilidad de un impacto indirecto es algo que tenemos que vigilar pero, por el momento, no lo vemos como un riesgo significativo». Según la Comisión Europea la presentación del SVB es muy limitada.

La sucursal británica

Mientras, en Reino Unido, el gobierno y el banco central británico –informa A. Niubó– facilitaron ayer la compra de la sucursal británica de SVB por el gigante bancario HSBC por una libra en una operación que el ministro de finanzas, Jeremy Hunt, dijo que era «estratégica» para el futuro de la economía porque afectaba de pleno al sector tecnológico. Aunque la filial británica de SVB era pequeña, con poco más de 3.000 clientes comerciales, está enfocada en ‘start-ups’ y la mayoría de sus depósitos pertenecen a empresas tecnológicas que Hunt definió como «frágiles».

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