Tensa espera en Ford Almussafes

La plantilla de la factoría ve con «incertidumbre» un ERE al que los más mayores se acogerán con prejubilaciones si se dan las condiciones de expedientes previos, pero que afectará más a unos jóvenes que en su mayoría no quieren dejar la fábrica

Salida de trabajadores de la
 factoría de Almussafes, este 
miércoles.  germán caballero

Salida de trabajadores de la factoría de Almussafes, este miércoles. germán caballero / JUANMA VÁZQUEZ. VALÈNCIA

Poco más de dos semanas han pasado desde que Ford diera a conocer que el nuevo expediente de regulación de empleo (ERE), el tercero que va a soportar la factoría de Almussafes en solo cuatro años, afectaría a 1.144 trabajadores, casi un 20 % de la plantilla total. Desde ese momento, se han sucedido varias reuniones entre empresa y sindicatos, encuentros en los que por el momento no se ha logrado un acuerdo en las edades de las salidas y, por consiguiente, tampoco en las condiciones de las mismas, dudas que están elevando la incertidumbre a la espera de un proceso clave para la planta en su camino a la electrificación.

Lo corroboran así seis trabajadores de diferentes edades consultados por Levante-EMV esta semana en los alrededores de la factoría que prefieren permanecer en el anonimato para evitar cualquier represalia. Ellos coinciden en apuntar que el clima que se respira con el ERE es de «incertidumbre», de «preocupación» e, incluso, de «miedo» ante un proceso que dejará –si no hay cambios– la plantilla de Almussafes en su mínimo histórico: alrededor de 4.650 personas. Y es ese alto volumen de despidos lo primero que ha impactado entre los empleados.

Para María José (nombre supuesto, como el del resto de entrevistados), una mujer de mediana edad que se monta en su coche tras la jornada laboral, este ERE, comparado a los de 2020 o 2021, «se ha notado de manera diferente» en el corazón de la factoría. La visión la comparte Antonio, uno de esos trabajadores con décadas en la planta que aún sigue en las líneas de producción. No en vano, asegura, antes del anuncio, el sentimiento de la planta era que «se pensaba que el ERE no iba a ser tan grande», que «solo iban a ser prejubilaciones». La realidad ha sido muy diferente. Como explica Alba, otra trabajadora, en su caso entrada en la treintena, se ha acabado quedando un proceso de salidas que va a ser «más traumático, menos leve» de lo que se suponía.

Una «situación difícil»

En este sentido, Marina –una de las féminas con menos años en la fábrica– resume el ERE en dos palabras: «situación difícil». No es para menos. La propuesta que la multinacional ha trasladado hasta el momento a los sindicatos sitúa en los 56 años la edad mínima para las prejubilaciones, algo que lleva aparejado que, para cubrir la elevada cifra de marchas, la mayor parte de las salidas –según sintetizó en un comunicado esta semana el sindicato mayoritario en Ford (UGT)– se den entre los más jóvenes de la plantilla, más baratos de indemnizar para la marca en caso de salir.

Esta circunstancia, aclara Jaime –otro de esos jóvenes en la factoría–, ha elevado la «preocupación». «Algunos se ven que con esa edad no van a poder encontrar esos mismos puestos de trabajo en otros lugares», cree en esta misma visión Antonio.

Otros, sin embargo, sí se abrirían a una salidas siempre que estas fueran con «buenos incentivos», una realidad que por el momento aún no se ha afrontado durante las negociaciones. «Hay bastante gente de menos de 30 años que si hay buenas condiciones dice que se quiere ir», sintetiza Marina, antes de añadir que en su caso sí se quiere quedar porque «me gusta el trabajo y estoy bien aquí».

Menos positivo sobre ello se muestra Jaime, que ve que aquellos jóvenes que apuestan por irse son «solo los que ya tienen otras cosas fuera», algo que no es mayoritario. Por ello, otra de las grandes dudas que deja hoy el ERE es si a través de esas bajas incentivadas se podrían evitar las temidas marchas traumáticas, algo que los sindicatos temen ahora mismo que no acabe sucediendo.

Prejubilaciones deseadas

Este escenario contrasta con lo que se da entre los más mayores de la fábrica. «La gente que está en edad de prejubilarse está deseando que la empresa diga cuándo para irse», destaca Alba. Es algo en lo que coincide también Antonio, que con más de 55 años asegura que «si la oferta es como en veces anteriores» se quiere ya prejubilar.

Frente a esta doble circunstancia entre mayores y jóvenes –y ante unas negociaciones de las que en palabras de Luis, otro ‘veterano’, «no sabemos nada oficialmente, ni condiciones ni nada»– Marina cree que al final habrá una rebaja de la edad de prejubilación porque en la formación de los jóvenes también «han invertido dinero».

Más segura se muestra cuando remarca que el proceso es muy probable que se alargue más allá del verano –algo que ahora mismo descarta la multinacional–, una opinión en la que coincide también Alba, que remarca que «en todas las plantas las salidas no pueden ser inmediatas porque tenemos cargas diferentes».

El futuro eléctrico

¿Y que pasará más allá, en el camino hacia el coche eléctrico? Lo que se respira entre los empleados también es «incertidumbre». Para Alba, se debe a que «se sabe el camino que va a seguir la industria, pero no los plazos y muchas otras cosas». Es el caso de los modelos que llegarán a Almussafes a partir de 2026, un desconocimiento casi total que para María José «acrecienta la preocupación». No en vano, dice Antonio, esta falta de certezas deja un horizonte «muy malo, no veo futuro». Y es que «ahora mismo solo con el Kuga aún sobraría mucha gente», concluye.

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