La influencia del puerto de València en el Segle d’Or del 'cap i casal'

La Autoridad Portuaria de Valencia organizó una jornada de conferencias con la participación de tres catedráticos de la Universitat de València (UV) centradas en la orografía, el arte y el Grao

Amadeo Serra, Josep Vicent Boira y Luis Arciniega, en la exposición del Puerto de València.

Amadeo Serra, Josep Vicent Boira y Luis Arciniega, en la exposición del Puerto de València. / Germán Caballero

El puerto fue uno de los elementos fundamentales para el desarrollo del Siglo de Oro de València (s. XV). Seis siglos después, la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) quiere difundir la importancia del mar para el esplendor valenciano mediante una exposición que lleva por título ‘El puerto de València al Segle d’Or. Prosperitat comercial i esplendor cultural’. Dentro de ella, se organizó el pasado 16 de mayo una jornada divulgativa para explicar la influencia del puerto en la vida social, artística y cultural de València durante el siglo XV. 

Fue a través de tres conferencias que se centraron en la orografía de València, el transporte de arte vía marítima y el paisaje agrario y la evolución del Grao; ofrecidas por catedráticos de la Universitat de València (UV). Poco antes, la apertura de la jornada corrió a cargo de Arturo Monfort Mulinas, jefe de Planificación de Infraestructuras y Desarrollo Porturario de la APV. 

La primera de las conferencias se centró en la orografía bajo el título ‘La ciudad de València en el siglo XV: paisaje construido e imagen pública’, ofrecida por Amadeo Serra Desfilis, catedrático de Historia del Arte de la UV. La segunda se centró en el arte. Luis Arciniega García, también catedrático de Historia del Arte de la UV, ofreció la ponencia ‘El mar como medio de transporte de objetos artísticos’. Por último, Josep Vicent Boira Maiques, catedrático de Geografía Humana, impartió la conferencia ‘Más allá del mar: el paisaje agrario y natural del Grao de València en los grabados y mapas históricos. 

El esplendor cultural de València durante el Siglo de Oro

Amadeo Serra fue el encargado de abrir el ciclo de conferencias con motivo de la inauguración de la exposición ‘El Puerto de València en el Siglo de Oro’. El catedrático de Historia del Arte por la Universitat de València (UV) centró su intervención en el paisaje construido y la imagen pública de la ciudad de València en el siglo XV, evocando a la prosperidad comercial y el esplendor cultural del momento.

Amadeo Serra, catedrático de Historia del Arte por la Universitat de València.

Amadeo Serra, catedrático de Historia del Arte por la Universitat de València. / Germán Caballero

A lo largo de la historia, las ciudades siempre se han preocupado por su imagen pública de cara al exterior y han tratado de potenciar sus elementos más diferenciadores y significativos.

En este sentido, la imagen que se tenía de las ciudades al final de la Edad Media era un tema «muy complejo», según Amadeo Serra: «No solamente se proyectaba su aspecto, sino también se buscaba ofrecer una apariencia favorable». De este modo, su reputación dependía en muchos casos de la visión que se tenía del paisaje urbano. Todo ello, en un momento en el que los intereses políticos del gobierno de las ciudades —que competían entre sí en un mercado internacional— tenían que abrirse paso.

En este punto, la imagen que el resto del mundo tenía de València no era solo la del recinto amurallado, sino también «la de ese vergel de la Vega valenciana que la rodeaba y le confería un aspecto que alagaba los sentidos», detalló el profesor Serra.

La muralla, sin embargo, era un elemento configurador de la ciudad que, además de la función militar y de protección frente a las avenidas del río Túria, también ejercía como un componente monumental de la imagen de la ciudad. «La desaparición de las murallas que rodeaban la ciudad supuso la pérdida de un elemento clave para la definición de la imagen que tenía el mundo de València y que evocaban los grandes viajeros en sus recuerdos de València», explicó Amadeo Serra.

Las puertas monumentales (la de Serranos y la de Quart) eran verdaderos Arcos del Triunfo que servían para la recepción de los reyes y de los visitantes, al mismo tiempo que ofrecían una imagen de prosperidad, fortaleza y capacidad técnica de la ciudad. Además, en su parte interior, estas se abrían a plazas que eran espacios de circulación, bienvenida y de comienzos de itinerarios cívicos.

Una vez dentro del recinto amurallado, los visitantes buscaban como principal monumento la Catedral de València, que compensó su falta de elevación respecto a otras catedrales góticas europeas con la construcción de dos grandes cuerpos torreados: el Micalet y el Cimborrio.

Muy cerca de la Catedral se encontraba la sede del poder municipal: la Casa de la Ciudad, que era el lugar en el que se elegía a los magistrados municipales, se renovaban los cargos, se realizaban las asambleas del Consell y se agasajaban a los monarcas cuando visitaban la ciudad.

Por último, la ciudad tenía su propio ‘corazón’ en la Plaza del Mercado, que era el principal destino de muchos visitantes y el punto más bullicioso de la ciudad. Allí se construyó la nueva Lonja, que culminó la etapa de esplendor comercial de la ciudad en un momento en el que València empezaba a ver cómo se tambaleaban los cimientos de la prosperidad que tuvo en el siglo XV por el auge de las rutas atlánticas.

La globalización de València a través del mar y el puerto

El puerto de València, a través del mar, ha sido el muelle de entrada y salida de múltiples mercancías a lo largo de la historia. No sólo del comercio tradicional, como el vino o el aceite, sino también de piezas artísticas, materiales de construcción o elementos religiosos; piezas, en definitiva, de «un valor extraordinario». Así lo relató Luis Arciniega García, catedrático de Historia del Arte de la Universitat de València (UV) en la conferencia El mar como medio de transporte de objetos artísticos. 

Luis Arciniega García, catedrático de Historia del Arte de la Universitat de València (UV)

Luis Arciniega García, catedrático de Historia del Arte de la Universitat de València (UV) / Germán Caballero

A lo largo de su intervención, listó gran cantidad de construcciones edificadas con materiales de Génova o Girona (entre otras ciudades) llegadas a València vía marítima. Se trata, por ejemplo, de las ventanas seriadas presentes en el edificio del actual Palau de la Generalitat Valenciana, comunes con las del palacio Dora Spinola de Génova. «La falta de infraestructuras terrestres hacía que fuera más barato traer piedras de Génova que de Alcublas», explicó. En este sentido, València no sólo importaba, también exportaba. Como muestra está la cerámica valenciana, «una de las cartas de presentación del reino de València» según Arciniega. Ésta está presente, entre otros, en el castillo de Sant Angelo de Roma.

El puerto era la vía de entrada, también, de piezas artísticas como el sepulcro del Marqués de Cenete, llegado de Génova en 1565. E incluso de objetos religiosos aparecidos por el mar, como el santísimo Cristo del Grao, el Cristo de Beirut o el Cristo del Rescate

La importancia del comercio y el transporte de mercancías vía marítima se ha reflejado a través del arte, en obras de Lluís Dalmau, Jacomart, o Good Year. De hecho, una vista de València esbozada por el historiador Beuter en 1546 relfejaba la importancia del Grao y el puerto, «representado con una dimensión notable».

«Estamos viviendo la globalización digital, pero la primera fue por mar — verbalizó el catedrático—. Fue un método de compartir cosas de tierras diferentes».

El paisaje agrario que fue, y del que hoy queda el testimonio del mapa

«Si observamos una imagen aérea de lo que es hoy en día el Grao y el Port de València, vemos que está todo urbanizado. No hay nada que recuerde ese espacio agrario, natural, de canales, de acequias, que existió durante toda su historia y que acompañaron el desarrollo del puerto». Con estas palabras arrancó la conferencia de Josep Vicent Boira Maiques, catedrático de Geografía Humana de la Universitat de València (UV), bajo el título ‘Más allá del mar: el paisaje agrario y natural del Grao de València en los grabados y mapas históricos’. 

Josep Vicent Boira Maiques, catedrático de Geografía Humana de la Universitat de València (UV)

Josep Vicent Boira Maiques, catedrático de Geografía Humana de la Universitat de València (UV) / Germán Caballero

El experto ofreció todo un recorrido por la historia del entorno que rodeaba tradicionalmente al puerto y al grao a través de planos y grabados históricos. «En el siglo XVIII el territorio del grao se define por el riuet, como límite septentrional, el río Túria, como límite meridional, y el mar. Esta realidad se fue perdiendo a partir del siglo XIX —especialmente a partir de la urbanización que se produce en los últimos años— y XX, pero durante mucho tiempo había conformado el paisaje prototípico de la zona. Estos espacios naturales llegaron a definir los límites del grao y del puerto», detalló Boira.

El cuadro de Llorenç Mansilla, de 1722, sobre el espacio de tributación fiscal de la parroquia de Santo Tomás es un ejemplo claro, tal como detalla el experto, de ese entorno de huertas, de entramado de acequias y caminos. La pintura de Nicolás Bodín, ingeniero militar al servicio del rey, correspondiente al 1739 también «refleja con mucha fidelidad el estado del paisaje urbano y agrícola». Y deja detalles tan interesantes como los puentes que habilitaban el paso de un lado a otro de las acequias, así como el lavadero del grao. Del 1861 data uno mapa que todavía muestra un puerto de València rodeado de grandes espacios agrícolas, añade. Un plano en el que se ve el óvalo de València, un edificio histórico del que recientemente, y según los trabajos de Aquilino Gallego y Pilar Mas, se encontraron restos en la finca de la Avenida del Puerto 308. El rastro del entorno agrícola y natural, muestra Boira, desaparece ya en un plano dibujado por Meseguer en 1898. «Los espacios ya se han urbanizado», concluye.