Análisis

El comercio vuelve a debatir sus horarios

Cerrar las grandes superficies a las 20 horas es un paso que acercaría a Europa. Más allá de las discrepancias sobre la cuestión, la mayoría de organizaciones empresariales y sindicales abogan por analizar los tiempos de trabajo en otros sectores

Mujeres mirando ropa dentrode una gran superficie de laciudad de València, en una imagen de archivo.  F.Calabuig

Mujeres mirando ropa dentrode una gran superficie de laciudad de València, en una imagen de archivo. F.Calabuig / Juanma Vázquez. valència

La llamada a la urnas siempre deja titulares llamativos, en todo tipo de ámbitos. Sin querer profundizar en campaña, la de este 28-M ha dejado sobre la mesa un asunto horario a debate. Para favorecer la conciliación, la candidata a la alcaldía de València por el PSPV, Sandra Gómez, propuso un cierre de las grandes superficies comerciales del ‘cap i casal’ a las 20 horas. Una promesa directa que nos homologaría con países cercanos como Italia. Sin embargo, tras una medida así se esconde un debate de gran calado. Ya sean actores del sector que estén a favor o en contra de la propuesta, la mayoría coincide en que este asunto tiene muchas aristas a tratar. Desde la base.

El primer pilar es el trasfondo de la propuesta, la conciliación familiar. Todos los actores consultados –grandes, pequeños y medianos comercios, sindicatos y supermercados– están de acuerdo en que es un camino en el que seguir avanzando. No obstante, las divergencias surgen a la hora de considerar si la medida del PSPV logra ese objetivo. Desde los sindicatos tienen claro que una limitación así sería una buena iniciativa, que como define la secretaria general de Servicios de CC OO-PV, Cristina García, tras llevar «años hablando de esto para que los trabajadores puedan conciliar empleo y familia, es un buen punto de partida». «Solo haría que beneficiar», coincide el responsable de Grandes Almacenes de UGT-PV, Iván Borrallo, que pide extender la medida también a los supermercados, aunque desde la patronal valenciana de estos establecimientos, Asucova, su director, Pedro Reig, insista en que actualmente este asunto «está bien resuelto».

No coincide en esa situación adecuada Unió Gremial –pequeño comercio independiente de la patronal autonómica CEV– que ve el actual como el momento de «acometer, de una vez por todas, una reforma por una política de horarios comerciales más justas». La última, la dada en 2018 tras duros choques entre partidos, fijó en un máximo de 90 horas de lunes a sábado (a excepción de once domingos y festivos de interés), la apertura de los establecimientos. A excepción, eso sí, de aquellos que se encuentren en las Zonas declaradas de gran afluencia turística (ZGAT) en temporadas de gran afluencia comercial, que cuentan con libertad horaria.

Sin embargo, las grandes superficies no se acercan en su mayoría a esas 90 horas. Es lo que asegura el portavoz valenciano de la patronal de la gran distribución (Anged), Joaquín Cerveró, que cree que lo que se está haciendo ahora con el debate es «mezclar» dos cosas diferentes. Por un lado, el horario comercial, una «cuestión empresarial que depende de demanda y de servicio» y, por otro, el laboral, «que se regula mediante los convenios colectivos y en el que las condiciones de los empleados poco a poco se van suavizando». Así, insiste en que es «dentro» del horario comercial donde se debe negociar «que las condiciones en la jornada laboral sean las mejoras posibles» y no rebajando horas. Y resume que «lo propuesto es una medida simple a un problema complejo».

Horizontes a explorar

Esa visión la comparten en parte desde la patronal del pequeño y mediano comercio, Confecomerç, que a través de su presidente –Rafael Torres– señala que «preferiríamos europeizar los horarios», pero el asunto «no se puede simplificar de esa manera en una campaña». Sus palabras, no en vano, señalan hacia dos horizontes. El primero, en el que coinciden todos los actores del sector, en el de que este debate no puede ligarse a solo un municipio. Ello, señalan, podría provocar que ese comercio virara hacia otros puntos del territorio, empobreciendo el tejido productivo de la localidad regulada. Por eso, se debe entablar un diálogo «a nivel nacional, aunque las competencias están transmitidas en materia de comercio a las comunidades», destaca Torres.

El otro gran foco lo puntualiza Cristina García secundada por otras voces. «El debate tiene que trascender al comercio, ampliándose a otros sectores esa racionalización de horarios», destaca. Horizonte, señalan algunos actores, que pueden ir desde la hostelería, a las fábricas o las oficinas. «Porque parece que el problema de la conciliación solo se dé en el comercio y no es así», enfatiza sobre ello Cerveró. Pese a esa reflexión, Borrallo considera que en el comercio hay una diferencia sustancial con la hostelería o un cine y es que este «no se vincula al ocio». «Si se cierra a las diez se acaba saliendo a y cuarto o y media y ahí desaparece cualquier tipo de conciliación», resalta. Por eso, considera que «los partidos progresistas deben legislar acorde a sus planteamientos» y que el debate no viva solo en campaña.

Pero más allá de diálogos, otras situaciones tampoco se pueden obviar. Por ejemplo, sobre todo con la pandemia, un comercio online que gana terreno. Para Cerveró, eso hace «caduco» este debate porque «limitar el comercio físico lo que haría sería empobrecerlo y restarle cuota» frente al digital. No lo ve así ni García ni el responsable de UGT, que consideran que el pequeño comercio «no tiene afán de ir más allá de las ocho de la tarde», por lo que cerrar es algo que solo repercute a la gran distribución.

Un cambio de...¿país?

Al final, la síntesis de todos esos horizontes entroncan en lo que apuntan desde Unió Gremial: trabajar por «horarios más responsables que respeten el derecho al ocio, a la cultura y al descanso». Una modificación que para Torres implica un «debate sobre la sociedad que queremos ser» y para los sindicatos, a «cambiar como país», a adaptarse. «En otros países tenemos comprobado que los clientes se amoldan al horario que tienen», remarca Borrallo. Sin embargo, responde Reig, esa transformación tendría que «ser de toda la economía en su conjunto», porque la gente «no va a comprar cuando no ha salido de trabajar». Un cambio, así, no solo de horarios, sino total.

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