Elecciones 23J

Carteros, policías y bedeles: el adelanto electoral obliga a movilizar a miles de trabajadores públicos

La fecha de la votación en julio ya ha hecho superar el récord de votos por correo ya solicitados, lo que ha obligado a Correos a pedir refuerzos extraordinarios

Una mujer vota en las pasadas elecciones del 28 de mayo.

Una mujer vota en las pasadas elecciones del 28 de mayo. / Manu Mitru

Gabriel Ubieto

Carteros, policías, técnicos municipales, informáticos, bedeles, trabajadores de artes gráficas… El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pulsó el lunes pasado el botón del adelanto electoral y toda la maquinaria para organizar unas elecciones a las que están llamadas a votar más de 36 millones de personas se puso en marcha.

Montar unos comicios exige movilizar a decenas de miles de trabajadores públicos y el hecho de que estos coincidan con las vacaciones de parte de los españoles exige una mayor cintura por parte de la administración pública. El primer síntoma de que a muchos votantes ese domingo 23 de julio les pillará en la playa, en la montaña o en un país lejano es la cifra récord de votos por correo ya solicitados. Lo que ha obligado a Correos a pedir refuerzos extraordinarios.

La empresa postal pública ha anunciado la contratación de 5.500 temporales para cubrir y mejorar la asistencia presencial en las oficinas, así como aquellos servicios de reparto relacionados con el voto y la entrega de papeletas a domicilio. Si bien centrales como CCOO y Csif reclamaba llegar a los 10.000 contratos de refuerzo.

Correos contratará más del doble de refuerzos que para los recientes comicios municipales, cuando fichó a 2.500 temporales, entre críticas sindicales por escatimar. El hecho de que los nuevos comicios pillen a más de uno ya con las vacaciones aprobadas ha obligado a la empresa postal a subir su apuesta. Esos refuerzos se sumarán a la parte de la plantilla, de 50.000 trabajadores en todo el país, que acabe decidiendo activar Correos.

El papel de los consistorios

Si bien las elecciones se declaran desde Moncloa, los ayuntamientos acaban asumiendo gran parte de la operativa de la jornada de votaciones. Bedeles para abrir los colegios electorales, técnicos para explicarles a presidentes y vocales de mesa su rol durante la jornada e informáticos por si hay problemas con el intercambio de datos.

A ello se suma la brigada de limpieza, para retirar todos los carteles electorales antes de las votaciones -y que no condicionen el voto- y para recogerlo todo una vez acaba la ‘fiesta de la democracia’.

Pancartas y propaganda a contrarreloj

Aunque no solo para la administración pública el adelanto de las elecciones ha supuesto un vuelco en el calendario. “Al día siguiente de salir Sánchez por la tele ya me estaba sonando el teléfono. No hemos salido de una que nos metemos en otra”, afirma el propietario de la empresa de artes gráficas Publiservei, Joan García. Esta pyme de Sant Boi se dedica a imprimir carteles electorales y las lonas que cuelgan de las farolas con la cara de los candidatos de varios partidos políticos. 

“Se nos van a juntar las rebajas de verano con las elecciones. Aunque unas generales son más sencillas, ya que solo tienes que imprimir dos tipos de cártel, los del candidato estatal y el de Cataluña. Lo más difícil es conseguir el material rápidamente”, explica. Las municipales, donde cada ciudad o pueblo exige su propio cartel, son bastante más laboriosas. “¿Si voy a tener que cambiarle las vacaciones a algún trabajador? Sinceramente, vamos tan a tope que no he podido mirarlo. Pero quien tenga un vuelo que esté tranquilo”, concluye.

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