La Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit) ha publicado un libro conmemorativo de sus 20 años de existencia, con el título Una historia de innovación colectiva. En él repasa la transformación del sistema de investigación y desarrollo (I+D) autonómico desde la llegada de la democracia y, en paralelo, el diálogo entre sus tres componentes principales: la administración, las empresas y el sistema de investigación, especialmente las universidades.

A lo largo de cuatro entregas, Levante-EMV publicará pasajes de los cuatro capítulos que conforman esta obra, en la que aparecen testimonios de los protagonistas del lanzamiento de aquella gran ola de política industrial y de su posterior evolución con la llegada de la globalización y la revolución tecnológica.

El primer capítulo aborda la articulación de esa política industrial para modernizar un tejido empresarial “caracterizado por una industrialización muy tardía y difícilmente competitiva, aunque muy creativa”, según explica el expresidente de la Generalitat, Joan Lerma. En esta etapa es fundamental la llegada al sector público de jóvenes talentos procedentes de la universidad, muchos de ellos madurados en torno a la figura de Ernest Lluch.

Joan Lerma en las jornadas Económico-Empresariales organizadas por la patronal autonómica Cierval en Orihuela en abril de 1989. REDIT

Segundo Bru, profesor desde 1972, será conseller en el primer Ejecutivo de Joan Lerma en 1983, y Andrés García Reche, profesor de Economía Aplicada, el director general de Industria. Desde el punto de vista intelectual, José María Bernabé fue el introductor de la idea de la industrialización difusa italiana y Antonio Rico dirigió la emblemática obra Economia del País Valencià: Estratègies Sectorials, una de las grandes referencias intelectuales en aquellos primeros años, y contribuyó decisivamente a tender puentes con la economía a través de la Cámara de Comercio de Valencia

En ella incuban sus ideas transformadoras a principios de los 80, un grupo de técnicos jóvenes que acabarán influyendo en el futuro IMPIVA (Instituto de la Pequeña y Mediana Industria de la Generalitat Valenciana), entre los que están Francisco Mas Verdú y Joaquín Ibáñez. “Reindustrializar atrayendo empresas no era el elemento fundamental. Había que impulsar la transferencia de tecnología para que las industrias pequeñas pudieran competir”, apunta Joan Lerma. “Eso nos llevó a promover los institutos tecnológicos, queríamos basarnos en lo que ya existía”. 

A lo largo de las últimas dos décadas del siglo XX, el Consell va a necesitar permanentemente aliados que le ayuden a establecer un clima de confianza con el mundo empresarial. En el calzado, INESCOP fue un elemento clave en la operación, porque tenía un cierto modelo de gestión y una experiencia en funcionamiento con la que se había ganado la confianza del sector. Servirá de referencia para la creación de otros institutos tecnológicos.

Visita del presidente Joan Lerma y el conseller Andrés García Reche a la sede de AITEX en mayo de 1987. REDIT

Desde el sector metalmecánico y posteriormente desde las organizaciones empresariales y hasta Bancaixa, José María Simó-Nogués actúa como factor de equilibrio frente a la dura campaña de desgaste que protagonizan otras figuras económicas como Vicente Iborra y Pedro Agramunt. 

Al promover los institutos tecnológicos, “para la visión de muchos empresarios, de repente la política se mete en su gestión tradicional”, recuerda Joan Lerma. La nueva política industrial también topa con las patronales, “que se estaban gestando, estaban empezando a encontrar su lugar y lo interpretaron como una cierta injerencia de la administración”. 

A lo largo de los años 80 no dejan de sucederse aproximaciones desde el mundo universitario similares a los que se habían gestado durante la década anterior, aunque con menos vinculación política. El ITC nace en 1969 en la Facultad de Química de la Universitat de València, de la mano del profesor Agustín Escardino como Instituto de Química Técnica de Formación Profesional e Investigación.

Cada instituto tecnológico se constituye como una asociación de empresas del sector, con una personalidad jurídica propia. REDIT

El nexo con el ámbito académico queda fuera de toda duda también en el caso de ITI e IBV, cuyo presidente será el rector de la Universitat Politécnica de València. E incluso en el del ITE, aunque para su fundación habrá que esperar a mediados de la década de los 90. El centro estuvo presidido, durante una larga etapa, por Iberdrola y posteriormente por Ibérica de Aparallajes.

“Tuvimos que unirnos a los líderes industriales: Pikolinos, Famosa, Esmalglass, Porcelanosa… cuando las primeras empresas empezaron a utilizar los servicios de los institutos tecnológicos, promovieron de inmediato la aceptación. Fue un parto con cesárea”, añade Andrés García Reche.

Junto a Simó-Nogués, Joan Lerma destaca también el apoyo de figuras relevantes de las comarcas centrales como Ricardo Cardona y el de empresarios alicantinos “muy innovadores”. “Los podíamos definir como el colectivo que se reunió en torno al proyecto de Huerto del Cura en Elche”.

Inauguración de las instalaciones de INESCOP, en 1974. REDIT

Los pilares de la red de institutos tecnológicos que se gestará durante la primera década de Generalitat Valenciana, su alma mater en cierto modo, van a ser los directores generales. Nombres de la investigación científica como Pedro Vera en el IBV darán credibilidad técnica al conjunto del proyecto. Sebastián Subirats participa en el acto fundacional de AINIA como gerente de una empresa y posteriormente se convertirá en su director general.

En cuanto al diseño del modelo, Francisco Mas Verdú explica que “los miembros del equipo de estudios de la Cámara de Comercio de Valencia nos entrevistamos con Joan Lerma y le comentamos que hacía falta una institución de apoyo a las pymes como las que existían en Centroeuropa”. La solución consistía en crear asociaciones privadas, con el impulso del sector público. La llegada de fondos europeos sería la llave que hacía falta para abrir la cerradura.

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La OCDE, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Comisión Europea, hasta la propia Cámara de los Lores de Reino Unido acabarán presentando el modelo desarrollado en la Comunitat Valenciana como un caso de éxito.