Copropiedad
Los nuevos ricos ya no compran casas de lujo, ahora su secreto es compartirlas: grupos de Bélgica y México ya las están agotando en España
Porciones que oscilan entre los 99.000 y los 280.000 euros para un modelo de usufructo que ha comenzado a asentarse en Baqueira, Baleares y Sotogrande, entre otros

La copropiedad de lujo en España se encuentra en auge. / Cedida
Pablo Tello
Hasta ocho propietarios para una única vivienda. Aunque suene raro, es la realidad de algunas familias en España, que han apostado por la copropiedad vacacional. “Me ha permitido acceder a una segunda residencia sin realizar una inversión tan grande, ya que los costes nos los repartimos entre todos”, confiesa Guillermo Álvarez, uno de los españoles en situación de coposesión inmobiliaria. En una sociedad donde, para muchos, el ahorro y el alquiler suponen un esfuerzo a fin de mes, la posibilidad de adquirir un hogar estival se ha convertido en un privilegio solo al alcance de unos pocos. Álvarez, dueño parcial de un inmueble en Baqueira Beret, explica que, junto a su familia, pueden disfrutar de 42 días al año en esta casa: “Fue un amigo cercano quien me presentó la posibilidad y nos generó algo de curiosidad. A medida que iba informándome, entendí que todo tenía un sentido lógico”.
Los fragmentos en los que se divide el pago varían en función de la ubicación y extensión de cada finca. “Comienzan desde los 99.000 euros en Baqueira hasta los 280.000 en Ibiza. Por ejemplo, en Menorca, una fracción puede costar 185.000 euros”, detalla Carlos Gómez, CEO de VIVLA, empresa dedicada a la copropiedad vacacional en España. Con 29 dominios en su catálogo, 12 de ellos ya se encuentran agotados. Es decir, el número de caseros ha alcanzado su cuota máxima. “Tratamos de adaptarnos a los presupuestos y necesidades de nuestros clientes, que buscan tener la mansión de sus sueños”, añade. Guillermo, entre ellos, valora llegar a Lleida y tener todo preparado desde el primer día: “Lo mejor es evitar los dolores de cabeza típicos. Hemos podido acceder a una casa completamente equipada a un coste mucho menor”. Por el contrario, según él mismo señala, este tipo de propiedades también tienen algunas desventajas.

Baqueira es uno de los destinos más demandados por los copropietarios. / Cedida
En tiempo real
“La imposibilidad de utilizar el espacio en cualquier momento sin planificación previa es lo menos favorable”, expresa. Y es que, las compañías que gestionan esta clase de inmuebles, han de crear un sistema de reservas para ordenar los turnos de todos sus clientes. “Nuestro calendario garantiza a cada dueño hasta seis semanas completas de uso al año, distribuidas entre las diferentes temporadas. En los destinos de montaña, se incluyen días en época de esquí y estancias adicionales en otros momentos del año”, señala Gómez. Su intención, más allá de gestionar los tiempos de sus clientes, es hacerlo de forma justa y equitativa: “Cada persona puede administrar su permanencia con hasta dos años de antelación, en tiempo real”. Así lo demuestra Álvarez, quien disfruta de su villa tanto en verano como en invierno, cuando la temporada de nieve está en pleno auge: “Es la única forma de asegurarnos unas vacaciones”.
Él mismo dice conocer a otro de los grupos poseedores “por casualidades de la vida”. “El resto no sé quiénes son, ni siento la necesidad de saberlo. Prefiero que la comunicación corra a cargo de la entidad”, añade. Familias, empresarios y ejecutivos son los perfiles más comunes en este ámbito. Las parejas jóvenes y los grupos de amigos completan el abanico. Además, el 10% de los propietarios pertenecen a otros países, como Reino Unido, Bélgica o México, frente a una amplia mayoría española. Pese a que la mayoría de ellos hayan optado por Baqueira debido al carácter estacional de su turismo, los inmuebles compartidos comienzan a aflorar también en lugares como Cantabria o la Costa Blanca. “Al final, cada uno tiene un lugar favorito”, apunta Carlos. Todas las viviendas pasan por un proceso de selección concreto con el fin de cumplir los estándares de calidad que existen en el sector premium.

El 10% de los copropietarios vienen de países como México, Países Bajos o Francia. / Cedida
Intercambio de domicilio
De la misma forma que ocurriría con la compra de un inmueble convencional, la copropiedad también se puede vender, alquilar o intercambiar. “En lugar de adquirir una casa completa que usarás solo unos meses al año, de esta manera compras una fracción con derechos plenos”, relata el CEO. Un cambio de paradigma apto para el bolsillo de unos pocos, a los que se les concede la opción de cambiar de domicilio con otros en su misma situación: “Ellos pueden canjear algunas semanas en destinos alternativos siempre y cuando no estén ocupados, ampliando aún más las posibilidades de uso”. En el caso de Guillermo, esta especie de trueque es vital para el disfrute del modelo vacacional: “En cierto modo, nos da libertad para no permanecer anclado a un único paraje o departamento”. Ni siquiera el mantenimiento se divisa entre sus preocupaciones, pues es la empresa quien asume la función. En caso de querer subarrendar el inmueble, los beneficios pueden ir asignados a compensar este tipo de gastos.
“No tiene sentido comprar una residencia auxiliar que permanecería vacía la mayor parte del año”, apunta Álvarez. Como propietario parcial, confiesa no sentir atracción alguna por el alquiler tradicional y todas las responsabilidades que este conlleva: “No lo quiero asumir. Aunque es cómodo arrendar algo cada verano, es dinero que nunca se recupera. De esta forma tengo derecho a disfrutar de mis días”. La accesibilidad, el ahorro y la gestión integral por parte de una compañía se postulan como algunos de los beneficios mejor posicionados por parte de los usuarios. Por otro lado, la decoración, característicamente danesa, permanece idéntica durante todo el año, sin distinciones entre los clientes o la temporada. Un fenómeno que mira al futuro y que ya se asoma en algunos de los destinos turísticos más demandados de nuestro país. La copropiedad, que pone en perspectiva las ventajas e inconvenientes de comprar una segunda vivienda, en el punto de mira.
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