Director general del Ivie

Francisco Pérez: "Las pérdidas por la dana equivalen a 4 años de inversiones en los municipios afectados"

Francisco  Pérez, director general del IVIE, en una imagen de  archivo.  | M. Á. MONTESINOS

Francisco Pérez, director general del IVIE, en una imagen de archivo. | M. Á. MONTESINOS

Jordi Cuenca

Jordi Cuenca

València

El Ivie ha situado en 17.000 millones las pérdidas por la dana. ¿Es posible que esa cantidad aumente en los próximos meses?

Esa cifra es una estimación basada en el valor total de los activos situados en los municipios inundados (viviendas, naves industriales, locales comerciales, maquinaria, medios de transporte, infraestructuras sanitarias, educativas, culturales, deportivas, etc.), que se eleva a 85.900 millones de euros, según el banco de datos de stock de capital Fundación BBVA-Ivie. Teniendo en cuenta los activos ubicados en las primeras plantas y sótanos, y los datos de daños que van facilitando distintas instituciones privadas y públicas, nuestra estimación es que las pérdidas suponen, al menos, un 20% del total de los capitales, es decir, esos 17.000 millones. Puede haber variaciones, pero todavía no es posible ser más precisos. En todo caso, estas cifras equivalen a perder en los municipios inundados las inversiones totales de cuatro años y ese sería el esfuerzo inversor que habría que realizar para volver a la situación anterior a la dana.

¿Cree que el tejido productivo ha resistido mejor de lo que se preveía el 1 de noviembre?

De la resiliencia del tejido productivo valenciano no tengo dudas, siempre ha demostrado su capacidad de resistir y recuperarse. Pero eso no significa que los daños no hayan sido muy severos. Desde el Ivie hemos advertido que los datos del modesto retroceso del PIB en 2024 que destacan algunos analistas no son los más relevantes para valorar el impacto de la dana. Hay que mirar la destrucción de activos derivada de la inundación, que el PIB no capta porque no computa esa depreciación extraordinaria. Es esa destrucción de activos la que estimamos que asciende a 17.000 millones. Para reponerlos se necesitará un esfuerzo inversor intenso, duradero, bien enfocado y financiado en buena medida con ayudas a fondo perdido, para evitar un estancamiento prolongado en algunos municipios de la zona cero.

Tampoco se están produciendo efectos negativos en el mercado laboral. ¿Por qué?

Las cifras agregadas hay que interpretarlas con cuidado. Efectos negativos hay, pero se compensan con otros positivos. En algunas actividades se está trabajando intensamente para poder recuperar la normalidad, pero no para producir todavía normalmente. Además, es evidente que las actividades relacionadas con la emergencia y la reconstrucción generan ahora más empleo; y lo harán durante todo 2025. Al mismo tiempo, aunque en conjunto los trabajadores en ERTE estén en cifras contenidas, en torno a los 30.000, en algunos municipios de la zona cero y en ciertos sectores [hostelería; actividades artísticas y recreativas] suponen más del 30% del empleo. En esas zonas y actividades el impacto es más serio y hay que apoyarlas más.

Toda tragedia es también una oportunidad de mejora, por la necesidad de reponer el capital destruido y, en este caso, por la necesidad de obras hidráulicas que eviten otras catástrofes parecidas. ¿Vamos por buen camino en la reconstrucción?

La superación de la fase más dura de la emergencia empieza a percibirse. Pero han pasado cien días que se han hecho muy largos para los afectados y no es fácil valorar, sin una experiencia en catástrofes que yo no tengo, si se podría ir más rápido. Sería positivo para saber si vamos por buen camino y avanzamos al ritmo adecuado disponer de una hoja de ruta que, evidentemente, tendrá que irse revisando conforme se vaya avanzando y se alcancen distintos hitos. Y desde luego sería muy deseable que ese itinerario fuera debatido y compartido por las administraciones. Sería una señal de que los gobiernos cooperan para superar la tragedia, que es lo que sin duda esperan los ciudadanos.

¿Es posible mesurar el impacto positivo que genera la reconstrucción?

Las inversiones y actividades de reconstrucción y recuperación tienen efectos de arrastre sobre otros sectores y generarán empleo y PIB.. Pero esos impulsos serán temporales. Para que cuando se acaben no venga un frenazo o un retroceso, lo que se haya puesto en marcha debe sostenerse en el tiempo, tanto si ya existía como si son nuevas actividades. Es decir: las actividades impulsadas por la reconstrucción deben ser viables y las empresas han de ser competitivas y, de ese modo, serán capaces de generar empleo e ingresos permanentes.

¿Los esfuerzos para superar la dana pueden contribuir a mejorar la productividad valenciana, una de las grandes carencias de la Comunitat?

Pueden contribuir, si la reconstrucción se aprovecha para mejorar la tecnología y el funcionamiento de las empresas. Las nuevas inversiones son una oportunidad de modernización en esos dos sentidos. Pero nuestro problema de productividad no es tanto debido a una falta de inversiones en activos materiales como de insuficiente esfuerzo de muchas empresas para equiparse con los activos intangibles que permiten aprovechar bien los tangibles. Es decir, de inversión en organización y mejora de la gestión, en formación en la empresa, en I+D, en software, en innovación y diseño. Las mejores empresas sí lo hacen, pero otras muchas, sobre todo las más pequeñas, no hacen lo suficiente. En ese sentido, entre las iniciativas solidarias puestas en marcha por esta crisis, destaca el ofrecimiento de empresas sólidas y no afectadas para acompañar en su reconstrucción a otras que sí han sufrido. Si eso significa ampliar la cooperación empresarial para difundir las buenas prácticas de las mejores empresas, gracias a la solidaridad promovida por la catástrofe, será una gran noticia. Ahora bien, para que ese esfuerzo se note en las cifras macro deberá ser un movimiento amplio, no meramente simbólico.

Sorprende ver con qué facilidad el Estado habla de miles de millones de ayudas para los afectados y lo que cuesta que se solvente la infrafinanciación autonómica

El contraste es evidente, aunque los dos problemas diferentes no dejan de tener puntos de conexión. El más importante es que la infrafinanciación lleva años condicionando la política de inversiones de la Generalitat, y ha aumentado su deuda hasta extremos que la mantienen fuera de los mercados, impidiéndole recurrir a ellos para financiarse en momentos como este. Su capacidad de respuesta a una emergencia depende por completo de que el Gobierno financie el endeudamiento extraordinario. El retraso en la solución de la infrafinanciación valenciana y de otras tres comunidades desde hace ya doce años es injustificable, sobre todo porque es una grave injusticia que más de 17 millones de españoles cuenten con muchos menos recursos que el resto. Pero también porque esa falta de recursos condiciona la potencia de las políticas de desarrollo regional, lo que contribuye a la divergencia en renta por habitante [la Comunitat Valenciana está 14,6 puntos por debajo de la media española]. El riesgo de que esa divergencia se agrave como consecuencia de las inundaciones existe. Y hace más necesario, tanto que las ayudas para la reconstrucción se hagan efectivas, como que se acabe de una vez con la infrafinanciación.

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