EL CAMPO

Revolución Trump

Cirilo Arnandis : «No plegarse a los intereses de EE UU supone vivir la amenaza continua de la imposición de más gravámenes»

Cirilo Arnandis, en una imagen de archivo.

Cirilo Arnandis, en una imagen de archivo. / Perales Iborra

CIRILO ARNANDIS | Presidente de Cooperatives Agro-alimentàries

València

Parece que el gallinero se ha revolucionado con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. En apenas tres semanas, el tablero geopolítico se ha trastocado por completo, con decisiones explosivas en materia comercial, de las que de momento no somos objetivo, pero cuya onda expansiva nos alcanza. Trump amenazó en campaña y ejecutó desde el Despacho Oval, aunque finalmente ha modulado su beligerancia inicial. Aranceles para México, Canadá y China, de entre el 10 y el 25%. También para el acero y el aluminio (25%), e incluso para los aerogeneradores de la industria eólica española (29%). Resuenan tambores de guerra comercial, porque su siguiente viíctima será, más pronto que tarde, la Unión Europea. Aunque parte de esos aranceles han quedado en suspenso durante un plazo inicial de 30 días, tras acceder los gobiernos afectados (México y Canadá) a movilizar tropas para evitar el acceso de fentanilo a través de las fronteras estadounidenses o el flujo de inmigración ilegal, el caso es que el daño ya está hecho. No plegarse a los intereses de Trump supone vivir la amenaza continua de la imposición de nuevos gravámenes. Que se lo digan si no a Colombia, que se negaba a acoger a sus ciudadanos deportados de EE.UU., en un pulso que apenas duró 10 horas ante la presión ejercida por el nuevo Gobierno estadounidense. Podemos pensar que los aranceles no son especialmente dañinos para la mayor parte del sector agroalimentario valenciano, cosa que no acaba de ser del todo cierta, pero más allá de su impacto directo hay que tener en cuenta sus repercusiones indirectas. La alteración significativa de las condiciones de acceso a un mercado puede convertirse en la derivación de producciones hacia otros, de tal manera que se generen desequilibrios o fenómenos de sobreoferta que afecten a los productos que ocupaban previamente dichos mercados. Así pues, debemos estar preparados para lo que esté por venir, sea lo que sea. El problema es que al gallinero ha llegado un gallo impredecible, que tiene ganas de convertirse en el animal dominante y que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para conseguirlo. Lleva pocos días compartiendo espacio con el resto de animales, pero de momento ya lo ha revolucionado todo.

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