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No diga Trump, diga mejor inflación

El presidente estadounidense ha prometido a sus conciudadanos reducir el aumento general de los precios de los bienes y los servicios, pero las medidas que está adoptando van a originar el efecto contrario

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla ante el Congreso de Estados Unidos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla ante el Congreso de Estados Unidos / Europa Press/Contacto/Carol Guzy

Donald Trump perdió las elecciones presidenciales de EEUU de 2020 por su pésima gestión de la pandemia de covid y ha vuelto a ganarlas principalmente por la pésima gestión de los demócratas manteniendo a un persona sin condiciones cognitivas suficientes para estar en la Casa Blanca. Joe Biden tuvo que gestionar una crisis energética causada por los excesos de política monetaria y fiscal durante la crisis sanitaria, especialmente en China, que ocasionaron una fuerte subida de los precios del gas en 2021, y por Vladímir Putin, que invadió Ucrania y cortó los gaseoductos a los países europeos. 

Trump es un político populista muy hábil que miente manteniendo 40 pulsaciones por minuto y, en un momento de descontento social, principalmente por los efectos no deseados de la globalización y el cambio tecnológico, conecta muy fácilmente con el electorado. Cambiar las dinámicas de globalización y cambio tecnológico no es sencillo y, por eso, lo más fácil es permitir que los populistas lleguen al poder y al Gobierno para que los votantes entiendan que sus propuestas fáciles para resolver problemas complejos eran falsas. Eso es lo que le sucedió a Trump en 2020, a Unidas Podemos en 2018 cuando entró en el Gobierno y a Vox en 2019 cuando entró en los gobiernos de varias comunidades autónomas, y eso es lo que es muy probable le volverá a pasar al Partido Republicano estadounidense en las elecciones de 2028.

País de alta congestión

Trump ha prometido a los norteamericanos reducir la inflación, pero cualquier alumno de primer grado de Economía sabe que las medidas que está aprobando aumentarán la inflación. Estados Unidos tiene a los mejores economistas del mundo y muchos han advertido de los efectos inflacionistas, pero el presidente ha afirmado que están profundamente equivocados. En contra del relato de Trump de un país en declive, EEUU es una economía de alta congestión, término que acuñó el gran economista Arthur Okun. Tiene pleno empleo, los salarios crecen y la Reserva Federal (Fed) ha gestionado eficazmente la crisis de inflación de 2021 subiendo los tipos de interés sin causar una recesión como sucedió en 1979. Una de las claves para controlar la inflación han sido las importaciones, especialmente desde México, y la otra, la llegada de inmigrantes que han permitido a las empresas cubrir sus necesidades de vacantes de empleo para atender la demanda creciente de los consumidores norteamericanos. 

Trump ha aumentado la presión sobre la llegada de inmigrantes y, si sigue la demanda creciente de consumo en inversión de los estadounidenses, la demanda de empleo continuará y, si no hay oferta, eso aumentará los salarios y la inflación. En Texas, el salario medio es 10 mayor que en Monterrey, pero si le pones aranceles a las importaciones de México, el equivalente a subirles el IVA, y se sustituyen por bienes producidos en Texas, habrá más inflación y los consumidores estadounidenses tendrán que pagar más por sus compras. Para reducir la inflación, habrá que provocar una recesión y subir la tasa de paro.

En mi universidad ya había economistas que explicaban a los reyes del siglo XVI los efectos de la inflación generada por el oro traído de América y gastado en cruzadas contra las revolución protestante en Flandes para defender los valores auténticos de la cristiandad. La inflación es un impuesto que empobrece a los ciudadanos, especialmente a los más pobres, ya que con la misma renta tienes para comprar menos bienes. Las políticas inflacionistas de Nicolás Maduro han hecho que unos nueve millones de venezolanos hayan tenido que emigrar. Pablo Iglesias, el político seguramente más populista de la historia de nuestra democracia, nos decía en la crisis de 2008 que Venezuela era un ejemplo para España. Hoy se ha comprado un chalet de superlujo en Galapagar (Madrid), mientras que un maestro venezolano con un sueldo de unos 12 euros mensuales tardaría al menos unos 5.000 años en poder hacerlo. 

Crisis de deuda

Es poco probable que Trump pueda montar una hiperinflación en Estados Unidos, que tiene una institución creíble como la Reserva Federal controlando los tipos de interés y la emisión de dinero en circulación, aunque su objetivo es despedir a su presidente y poner uno bizcochable. Pero lo que sí puede montar fácilmente el líder republicano es una crisis de deuda como hicieron Carlos V en España y su hijo Felipe II. La deuda pública norteamericana supera el 100% del PIB y el déficit es del 7%, muy superiores a lo porcentajes que había con los Austrias en el Siglo de Oro español. Si los inversores se empiezan a asustar y temen mayor inflación, exigirán tipos de interés más altos para conservar la capacidad de compra de sus ahorros, igual que hacían los judíos españoles con los reyes que se gastaban más de los que ingresaban.

Los estadounidenses que quieran una hipoteca a tipo fijo a 30 años pagan ya el 7%. Si Trump sube la inflación un 1%-2%, pagarán el 8%-9%, y si aumentan las primas de riesgo, podrían pagar tipos superiores al 10%. De momento, el presidente estadounidense mantiene elevados niveles de aprobación, pero si aumentan la inflación y los tipos de interés perderá millones de votos en las elecciones intermedias de 2026. Hoy, a diferencia del siglo XVI, el sistema financiero mundial está totalmente integrado, con el máximo endeudamiento global de la historia, muy superior al de 2008, cuando quebró Lehman Brothers. 

EEUU es la moneda de reserva mundial y una crisis del dólar sería una crisis financiera global. Mantengamos los dedos cruzados.

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