Entrevista

Rafa Torres (Confecomerç): "La lentitud del Consorcio está causando una mortandad de negocios"

El dirigente del pequeño comercio pide al Gobierno un «protocolo» para adelantar las compensaciones a los negocios golpeados y poder reabrirlos. Además, considera que su sector debe trabajar para ser «más eficiente» y usar herramientas como la IA.

Rafael Torres, en las instalaciones de Levante-EMV, antes de la entrevista. |  Fernando Bustamante

Rafael Torres, en las instalaciones de Levante-EMV, antes de la entrevista. | Fernando Bustamante

Juanma Vázquez

Juanma Vázquez

València

A sus 57 años, Rafael Torres (València) es una cara reconocible del pequeño comercio valenciano. No solo por presidir desde 2019 Confecomerç, sino por ser copropietario junto a su padre y sus hermanos de un negocio que lleva en el corazón de València casi 140 años: Rafael Torres Joyero. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y con un MBA estudiado en Madrid, Torres pasó por el departamento de Marketing de Gillette. Allí, «cuando rondaba los veintimuchos, me ofrecieron irme a Londres». Sin embargo, no fue el caminó que tomó, sino el de continuar con un negocio familiar «que sabía que a mi padre le hacía mucha ilusión, aunque nunca me presionó». Allí llegó en 1998 y «he tocado todos los palos porque en un pequeño comercio haces de todo». Además, desde 2021 preside también la Confederación Española de Comercio (CEC).

Han pasado cuatro meses desde que la dana golpeara a más de 8.000 comercios. ¿En qué punto se encuentra su recuperación?

Estamos en un punto muy complicado. La falta de ayudas en suficiente cuantía es un problema gordo, pero el Consorcio ha sido y sigue siendo el mayor problema. ¿Por qué? Porque hay un bloqueo. Está siendo extraordinariamente lento. Ellos dicen que un 60 % de los comercios ha recibido algún tipo de anticipo, pero hay un porcentaje muy alto que no ha recibido nada y bastantes comercios que no han tenido ni la visita del perito. Los expedientes no se están cerrando. Es una incertidumbre de no saber con qué dinero vas a contar. Y hay dos tipos de empresas. Las medianas o grandes que tienen recursos y otras son las pequeñas, como las del comercio, que en su inmensa mayoría no tienen recursos, no tienen pulmón. Y uno, si no sabe a qué tiene derecho, no puede tomar decisiones sobre si puede seguir o no.

¿Qué explicación les dan desde el Consorcio para esa lentitud?

Realmente no nos dicen nada. Ante la incertidumbre, le hemos pedido al Ministerio de Economía que ponga en marcha un protocolo mediante el cual den a los comercios al menos un adelanto del 50% de lo que tienen contratado en la póliza con una declaración responsable. Y después ya habrá tiempo de justificarlo. Porque no creemos que haya más ayudas y el Consorcio va muy lento. Eso está causando una mortandad de negocios y una desesperación de las personas terrible.

¿Cuántos comercios teme que acaben cerrando por esta situación?

Cada día me llegan más casos, pero ahora mismo el 30% o ha decidido ya que no va a abrir o cree que no va a poder hacerlo porque esa esperanza se va perdiendo. Esto no es un favor. Es un derecho que tienen los que han sufrido esto, porque tienen un seguro y el Estado tiene la obligación de atender ese derecho.

Antes hablaba de que las ayudas son insuficientes. ¿Por qué cree que no va a haber más apoyos?

El plan de la administración estatal, que yo ya detecté hace dos meses tras una visita del ministro [de Economía, Carlos Cuerpo], es fiarlo todo al Consorcio. Sacaron la primera línea de ayudas de 838 millones para todo el tejido económico. Y luego sacaron una línea de ayudas de 240 millones para préstamos bonificados a tipo cero para el comercio local. Pero el banco rechaza todas sus peticiones porque no tenían un documento en el que dijera a qué tienen derecho. El banco, sin ese aval, no adelanta nada. Entonces la estrategia del Gobierno se ha caído. No ha servido. Estamos bloqueados y cada día cierran más negocios.

Algunos, sin embargo, sí van poco a poco abriendo, ¿no?

En algunas poblaciones menos afectadas más del 90 %, pero en Paiporta no llega al 20%. Hay poblaciones que están abandonadas y el término medio es un 60% de aperturas de los comercios. Pero claro, en las poblaciones de la zona cero es mucho más bajo. Y luego ese 60 % está a un nivel de actividad que no nos lo dice la banca, pero nos gustaría saberlo. Porque la demanda está absolutamente en niveles ínfimos.

¿Cree que la lucha entre administraciones por las ayudas está lastrando la llegada de estas a los perjudicados?

Sí. Lastra porque están perdiendo las energías en insultarse y en echarse la culpa uno a otro. Y eso hace que se pierda el foco en los ciudadanos, en las víctimas. La ciudadanía lo vemos con repugnancia porque no lo entendemos. Ahora no estamos para decidir si tú fuiste el más malo o menos malo. Eso ya vendrá. Y ojalá hubiera una competencia para ver quién da más ayudas. Pero es que tampoco estamos viendo eso. Aunque debo decir, y no quiero entrar en política, que con datos objetivos proporcionalmente el Gobierno autonómico ha dado más ayudas. Al menos tiene intención. La cuestión es por qué el Estado, con todo el presupuesto que tiene, no es capaz de dar una sola ayuda directa y además, sabiendo que es absolutamente insuficiente, ¿va a dejar de lado a las empresas pequeñas que no están pudiendo resurgir?

Más allá de la dana, el sector había perdido más de 4.300 negocios en 2023. ¿Qué factores está acelerando estas bajadas de persiana?

Tenemos varios problemas, pero el relevo generacional es el más grande, el que más se está acelerando. En general, las plantillas son personas ya de una edad media alta. Y un dato que ya veniamos avisando. El 60% de los autónomos de comercios tienen más de 60 años. Es algo que ya nos afecta. El problema no es que la competencia te saque del mercado, si no que teniendo un negocio bien orientado, con un buen servicio, buen producto, con clientes y rentable, el pequeño comercio desaparece y se ve sustituido por franquicias y, otra parte, se lo llevan las grandes superficies. Esa es ahora mismo la principal causa de desaparición. No es que el formato del pequeño comercio no tenga sitio porque se lo haya comido Internet o los grandes. Al revés, creemos que cada vez tiene más sitio.

Negocio

¿Por qué cree que esas nuevas generaciones no se lanzan entonces a esos negocios?

Porque a la gente que ha nacido nativa digital le cuesta mucho entender algo que no sea 100% digital. Ese formato lo ven como un trabajo de estar detrás de un mostrador ocho o diez horas al día y eso no les resulta en absoluto atractivo. Lo que tenemos que hacer es impulsar desde las organizaciones empresariales y desde la administración esa transformación digital, porque los negocios tienen que ir encaminados a ser eficientes, no a trabajar más horas. Y aquí no estoy defendiendo a Yolanda Díaz. Tienen que ser más eficientes, obtener información, saber quiénes son sus clientes, trabajarlos, generar fidelidad y todo eso con herramientas que tienen los grandes y que tenemos que empezar a utilizar al mismo nivel. La inteligencia artificial es algo que nos puede ayudar. Gestionar de forma más moderna esos negocios puede hacer que los jóvenes los vean atractivos. Y, además, todos los valores que tiene el comercio de proximidad como la cercanía, el asesoramiento, la humanidad, etc. cada vez tienen más valor.

Ha hablado de la vicepresidenta, principal valedora de la reducción de la jornada laboral. ¿Qué impacto tendrá esta medida para el pequeño comercio valenciano?

Tú tienes dos opciones. O recortar los horarios y por tanto pierdes capacidad, eficiencia y capacidad de competir, porque ese pastel se lo van a comer otros. O tienes que contratar a alguien, que supone un coste. Y, ¿cómo encontramos una persona con un contrato de dos horas y media? ¿Hacemos un fijo discontinuo de dos horas y media a la semana? Se te estará yendo cada tres minutos. Al final tienes que contratar una persona por lo menos media jornada, con lo cual ya estamos entrando en gastos y en costes fijos.

Rafa Torres, en las instalaciones de Levante-EMV

Rafa Torres, en las instalaciones de Levante-EMV / Fernando Bustamante

¿Entonces piensa que la opción va a ser la primera, la de reducir el horario?

La opción tiene que ser que no se logre aprobar esa medida porque eso va a ser un absoluto desastre para el eslabón más débil. Con una plantilla de mil trabajadores tú puedes hacer turnos sin perder eficiencia, pero con nuestras plantillas vas a perder productividad, eficiencia y capacidad de competir. Y el formato más débil, que es el que se supone que hay que proteger, nos lo estamos cargando con medidas teóricamente sociales. Si esto llega a aprobarse, o se articula con ayudas directas para sufragar los costes a esas empresas que no van a poder asumir esa medida o esto va a ser un desastre y un acelerador más de cierres.

Confecomerç

Además de dirigente de Confecomerç, es la cuarta generación a los mandos de la joyería familiar. ¿Cómo ha cambiado la venta desde que se incorporó a la firma?

Cuando empecé era otro mundo absolutamente distinto. València no era una ciudad turística, dependías fundamentalmente del público local. Era fundamental tener un buen negocio, una buena decoración, un buen producto en un buen sitio. Esto ha ido cambiando. A mí la mayoría de clientes siguen siendo físicos pero me llegan vía digital. Tú eres capaz de acceder a todo el mundo, tienes otras vías para vender tu producto o tu servicio. Han cambiado absolutamente todos los hábitos de compra del consumidor. Ahora mismo se ha desestacionalizado todo mucho. La gente ya no se casa siempre en la misma época, se casan durante todo el año y cada vez más estamos en la cultura del autorregalo.

¿Y a nivel producto se ha cambiado en estos años?

No tanto porque un solitario [anillo], unos dormilones [pendientes pequeños], un collar, unas perlas, etc., el fondo de armario, siguen siendo los mismos. Ahora ha vuelto mucho el oro amarillo, que estaba absolutamente denostado hace años, que se asociaba a la joya de la abuela y que no había quien quisiera eso. Las perlas, que también parecía que fueran más antiguas que yo que sé, están volviendo con mucha fuerza. Son tendencias que van y vienen. Todo lo retro, en joyería y en relojería, se vuelve a llevar mucho.

¿Cómo ha cambiado la rentabilidad desde que su bisabuelo fundara el negocio en 1886?

En general, si hablamos de rentabilidad, se puede estar vendiendo más o menos, pero los márgenes se han reducido en este sector y en todos. Antes había mucha costumbre de llevar joyas buenas. Empezó la bisutería y eso hizo también que la propia joyería se apretara un poco el cinturón y no trabajara con esos márgenes tan elevados. Pero sigue siendo un negocio rentable básicamente porque necesitas mucha inversión. Nosotros tenemos que tener un stock por lo menos de dos años de venta. Para ser competitivo, tienes que poder ofrecer al cliente muchas posibilidades y eso supone una inversión potentísima. Entonces, o tienes unos márgenes dignos o cierras el negocio.

Turismo

Antes hablaba del turismo. Estando su negocio en el centro de València, ¿es el foráneo un cliente cada vez más importante?

La Calle de la Paz ahora mismo es un punto absolutamente excelente, que puede ser el inicio de una zona que es transitada por todos los turistas que vienen a la ciudad y que, por tanto, es susceptible de ir implantándose ahí los negocios más premium. A nosotros el turismo ahora mismo nos hace un 30% de la cifra de negocio. Es absolutamente crucial. Y se nota también otro cambio desde la pandemia. El turista antes solo compraba relojes y desde hace tres o cuatro años ha ido comprando cada vez más joyas. Las mujeres se meten solas y se dan un capricho. Entonces para nosotros es fundamental el turismo y por eso creo que hay que seguir trabajando en que el destino sea atractivo.

En negocios con productos de alto valor como el suyo siempre se piensa en la seguridad. ¿Son los robos a día de hoy una amenaza ya residual?

No ha desaparecido, ese riesgo está. Y los malos siempre van a tener tentación de ir a por ese tipo de productos. Siguen habiendo alunizajes. Lo que pasa es que sí que se han reducido y que siga así. Aunque no hay que relajarse.

¿Y qué horizontes vislumbra para Rafael Torres como firma?

Ahora mismo estoy en una estrategia desde pandemia de centrarnos en lo que siempre ha sido nuestro corazón del negocio, que es la joyería, la alta joyería. Seguimos teniendo relojes, pero nuestra inversión y nuestro cariño está más puesto en la joyería porque es lo que más te puede diferenciar. Creo que hay que buscar una identidad propia, que seas capaz de ofrecer algo que otro no puede. En el tema de la joyería llevamos un crecimiento bastante potente en los últimos años y notamos un descenso en la relojería. Y seguimos modernizándonos. Acabo de cambiar la web, me he comprado una máquina súper profesional para hacer fotografía con un software con inteligencia artificial para tratar imágenes. Contraté hace un año a una persona por primera vez en la historia para llevar solo los perfiles digitales. Y bueno, con ilusión porque vemos que está creciendo el negocio.

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