El almendro valenciano florece tras las lluvias
Los productores de la autonomía se muestran esperanzados porque las precipitaciones recientes han permitido vigorizar unos árboles agotados por la sequía

Almendros en flor en los alrededores de Utiel / Levante-EMV

Los almendros valencianos florecen tanto en sentido físico como figurado. Y es que las recientes lluvias, intensas y persistentes y sin la capacidad destructiva de la dana del 29 de octubre, les está sentando como agua de mayo a unos árboles que estaban agotados por la sequía. En los campos de secano de la Comunitat cunde la esperanza de éxitosas campañas productivas. Ricardo Rubio tiene 19 hectáreas de almendro en las inmediaciones de los municipios de Llíria y Altura y corrobora el alivio que han supuesto las recientes lluvias: «Han salvado al campo. Las plantas estaban muy flojas. Iban a morir muchos árboles».
Este productor añade que la sequía «se ha cebado» con la Comunitat Valenciana y, singularmente, con los cultivos de secano, porque en los últimos tiempos, hasta el período reciente de precipitaciones constantes, todas las «tormentas que entraban por el Atlántico se quedaban justo en la frontera con la Comunitat».
Sequía
Enrique Ródenas, miembro a la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) y productor de almendra y viñedo en la comarca de Utiel-Requena, coincide con la valoración. «La sequía nos ha hecho mucho daño en los últimos cinco años. Las lluvias de marzo nos dejan esperanzados en una recuperación de los árboles y en una mayor calidad y cantidad de los frutos, siempre y cuando no hiele», apunta este agricultor señalando el gran temor que aqueja a este subsector en estos inicios de la primavera, sobre todo a quienes, como es su caso, producen en torno a los 800 metros de altitud.
Optimismo
En cualquier caso, hay optimismo, al menos moderado, respecto a esta nueva campaña, cuya recolección se produce en septiembre. Los antecedentes eran espantosos a causa de la sequía, con ejercicios desde 2020 donde la cosecha se quedaba en torno al 50 % o el 70 % de la capacidad real, según Ródenas, quien añade que 2024 supuso un punto de inflexión y que las previsiones para la de 2025 apuntan a llegar a niveles del 70 % o el 90 %, «dependiendo de la zona».

Almendros en flor en la zona de Utiel / Levante-EMV
La expectativa es también de mejores precios tras una etapa muy difícil. A modo de ejemplo, asegura que en 2023, mientras los consumidores pagaban con un aumento del 4,3 % en el campo, tras una caída cercana al 40 %, los productores ingresaban por debajo de los costes de producción. En las lonjas, el precio de la almendra convencional oscilaba entre los 2,88 y los 2,62 euros el kilo, mientras que la ecológica se situaba en los 5,30. El año pasado, la evolución había sido positiva en el primer caso dado que se elevó a una horquilla de entre 4,22 y 4,60 euros, mientras que la ecológica se quedaba en 4,70.
Aranceles
Claro que la campaña cuya recolección se inicia en septiembre va a estar inevitablemente condicionada por el cumplimiento o no -y en qué magnitud- de las amenazas de aranceles a la Unión Europea lanzadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La clave está en que la aplicación de tasas a productos agrarios europeos como la almendra provoque una respuesta idéntica de Bruselas sobre los del país norteamericano, lo que en la práctica implicaría limitar la llegada de un alimento que año tras año «nos revienta el mercado porque se introduce a precios más bajos y provoca la caída de los nuestros para poder ser competitivos». Si se consuman los aranceles, tan temidos en otras actividades de la economía valenciana, «la demanda autóctona crecerá y los precios, también», asegura Enrique Ródenas.
Es en lo que confía el también agricultor Ricardo Rubio, quien apunta que la rentabilidad en este cultivo no es precisamente esplendorosa. «En los malos años, la cosecha puede quedarse en nada o en solo 1,5 kilos por árbol», afirma. Solo en los buenos tiempos se alcanzan los tres o cuatro kilos.
Plagas
Las condiciones climatológicas o los sustos que da el mercado no son las únicas eventualidades con las que tiene que lidiar este subsector. Las plagas también se ciernen sobre el almendro, singularmente la avispilla, que provoca mermas grandes en la producción que pueden llegar al 100 % de los frutos, según cuenta Enrique Ródenas. Rubio confirma las escasas bondades de este insecto: «Llevo un mes y medio quitando avispilla de forma manual. Es muy mala». Hasta septiembre no empezará a recolectar. Cuando termine esta fase llevará la cosecha a una cooperativa o a una central de compras. Es una de las vías para sacar este producto, que en la Comunitat Valenciana cuenta con numerosos intermediarios individuales «que tienen almacenes y luego venden la almendra un poco más cara».
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