El pedrisco destroza unas 13.000 hectáreas de cultivos valencianos y deja hasta 40 millones en pérdidas

El pedrisco vuelve a pasar factura al campo valenciano tras el episodio del pasado fin de semana. Un nuevo y virulento temporal ha golpeado con especial dureza a varias comarcas del interior de la provincia de Valencia, con consecuencias devastadoras para la agricultura en cultivos de almendras, caquis y algunos viveros, así como de frutas de hueso (melocotones, albaricoques, nectarinas y cerezas). Además, Emergencias activa la alerta naranja en el interior norte de Valencia y la alerta amarilla en gran parte de la Comunitat Valenciana por lluvias y tormentas para este fin de semana.

De hecho, se esperan para este fin de semana tormentas acompañadas de granizo grande y acumulados de 40 mm/h en el interior norte de Valencia. También podrían producirse tormentas con granizo y acumulados de 20 mm/h en el interior de Alicante, el interior sur de Castellón y Valencia y el litoral castellonense.

Según las primeras valoraciones de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), el granizo del pasado jueves ha causado pérdidas por valor de 40 millones de euros en más de 13.000 hectáreas, (unas cifras que la Unió Llauradora rebajan hasta 10.000 ha. y 4 millones de euros en impacto económico) y especialmente en términos municipales como Villar del Arzobispo, Losa del Obispo, Chulilla, Bugarra, Pedralba y Casinos, donde se llegaron a acumular más de diez centímetros de hielo en cuestión de minutos. En la Plana Baixa castellonense los daños se centran en parcelas de cítricos. El pedrisco ha impactado de forma muy negativa, por pequeño que fuera el granizo su impacto produce marcas que en estos momentos ya casi a punto de la recolección provocan la podredumbre del fruto y sólo ya con las lluvias ahora provoca el temido 'cracking' o partidura de la piel.

Este nuevo episodio se suma a una oleada de tormentas de granizo que vienen castigando el campo valenciano en las últimas semanas. A finales de abril, otra granizada provocó daños en 8.500 hectáreas de las comarcas de la Ribera Alta, l’Horta Sud y la Hoya de Buñol, con pérdidas totales en fruta de hueso justo al inicio de la campaña. Y el pasado 4 de mayo, otro temporal descargó sobre la Vall d’Albaida, con un balance de dos millones de euros en daños en más de 2.500 hectáreas.

Entre las variedades más afectadas se encuentran las naranjas y mandarinas, con más de 5.000 ha dañadas; 2.900 ha de frutales, 1.700 ha de olivar y 1.200 ha de viñedo, entre otras, según AVA-Asaja.

En busca de cobertura

En algunos casos, los daños alcanzan entre el 70% y el 100% de la cosecha, dejando escenas desoladoras con árboles completamente pelados y la producción y hojas destrozadas en el suelo, tras una tormenta extremadamente rápida y agresiva.

Ante este escenario, tanto AVA-Asaja como la Unió Llauradora reclaman a Agroseguro que agilice las peritaciones para que los afectados reciban cuanto antes las correspondientes indemnizaciones. Asimismo, "instan a las administraciones a activar ayudas fiscales y directas dirigidas a los productores que aún no habían contratado el seguro por estar abierto el período habitual de suscripción; así como a facilitar la distribución de fungicidas para evitar la aparición de hongo en los campos afectados".

Impacto en el caqui

En el cultivo del caqui, según la Unió Llauradora, todavía es pronto para analizar los daños, pero ya se observan daños tanto en el fruto como en los brotes que en estos momentos son muy tiernos y pueden afectar a la futura madera del árbol, además de a la producción. "Lo mismo ocurre con la vid. Las hortalizas han sufrido bastante, puesto que es un producto muy tierno y sensible que en muchos casos está iniciando el crecimiento. En cuanto al olivar, este año se preveía una buena cosecha apreciándose una gran floración que también se verá afectada por estas tormentas", asegura la entidad liderada por Carles Peris.

La Unió Llauradora advierte, pese a todo, que las lluvias suponen además un ahorro de los riegos con la energía eléctrica al alza y la recarga de las reservas hídricas (embalses y acuíferos), así como una regeneración de los pastos y de las balsas para la ganadería extensiva que evitaría los graves problemas que se vivieron a lo largo del pasado año. También las lluvias limpian los árboles ante posibles plagas o enfermedades.