Responsable de Marketing y cogestor de Falomir Juegos

Fernando Falomir: "El juego de mesa ya es un bastión principal de la industria juguetera"

Tercera generación de la firma familiar con fábrica en L’Eliana, el responsable de la firma destaca que desde antes de la pandemia "el juego de mesa se está jugando y regalando más"

En un sector de grandes multinacionales, cree que el camino para su empresa pasa por lanzar productos "que aporten algo a las personas", con la educación como uno de sus nichos de negocio al alza.

Fernando Falomir, en las instalaciones de Levante-EMV.

Fernando Falomir, en las instalaciones de Levante-EMV. / Fernando Bustamante

Juanma Vázquez

Juanma Vázquez

València

El timón "creativo" de Falomir Juegos

"A mí me ha tocado la mejor parte en una empresa de juegos de mesa, que es la de desarrollar producto". Con esa frase define Fernando Falomir (València, 1980) su papel en una firma familiar en la que él es, junto a su hermano, uno de los representantes de la tercera generación. A ella llegó hace 20 años, cuando tras estudiar tres años de Gestión Comercial y Marketing en ESIC y "hacer otras cosas muy pequeñitas en otros sitios" se incorporó "de cabeza".

"A mí me encanta lo que hago, porque en mi parte tienes creatividad, puedes explayarte, tienes la innovación", destaca el responsable de Marketing –y cogestor– de una empresa que cuenta con alrededor de 15 trabajadores. La firma factura tres millones de euros –una cifra que "hemos mantenido en los últimos años" tras haber caído en la crisis de 2008– y ha dado un giro de timón dentro de un nicho de negocio en el que Falomir cree que lo más importante es "dejar a un lado tus gustos y entender muy bien los del mercado".

El sector de los juegos de mesa parece estar en pleno ‘boom’. ¿Vive hoy su mejor momento?

Vive un momento muy bueno. La suerte que tenemos es que nos hemos dado cuenta de que quizá el entretenimiento con el móvil a ciertas edades es muy cómodo, pero no muy beneficioso. Y somos una alternativa perfecta. Los juegos de mesa se pueden jugar a todas las edades y por eso están cogiendo mucho volumen. Cada vez más se están jugando o regalando y eso se viene notando desde un poquito antes de la pandemia, que fue un pico muy fuerte. Según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes, la facturación de los juegos de mesa en 2023 y 2024 es prácticamente la misma, pero nosotros sabemos que la tendencia sigue en crecimiento.

Pero cada vez hay más títulos en el mercado. ¿Hay espacio para todos o resulta más difícil subsistir?

Es cierto que hay mucho producto, pero sigue siendo un micronicho. Espacio hay. Y lo bueno que tiene esta capacidad que tenemos de crear juegos de mesa es que el consumidor final, lo que recibe, es de una calidad brutal tanto en las mecánicas como en los juegos. Nos esforzamos mucho para sacar juegos muy buenos.

En esa clientela cada vez más hay también un perfil adulto. ¿Cómo de importante es para el negocio?

Nosotros tenemos diferentes tipos de juegos para diferentes edades. Hay algunos que son con carácter familiar, que puedes jugar con una niña pequeña, con tu tío y con la abuela. Y luego hay juegos específicos para ciertas edades, igual de 2 a 5 años. Pero luego tenemos juegos que suelen poner más diez, más doce años o a veces ponemos más 18 en el que pueden jugar tranquilamente adultos. Yo creo que la gran venta de juego de mesa está en esa parte que va de los cinco o seis años hasta los diez. Ahí es donde sí que notamos nosotros el pico de venta o de facturación del juego de mesa.

Fernando Falomir, en las instalaciones de Levante-EMV.

Fernando Falomir, en las instalaciones de Levante-EMV. / Fernando Bustamante

¿Es un perfil cambiante?

El juego de mesa se consume desde niños hasta adultos, pero también se tematiza para atacar un cierto rango de edad. El juego de mesa lo bueno que tiene es que no tiene edad. De hecho, nosotros estamos lanzando juegos de mesa para niños, pero con una estética más cuidada, porque muchas veces nos damos cuenta que en residencias de tercera edad hay gente con Alzheimer que los usa y no los queremos infantilizar.

La gran venta de juegos de mesa se da entre los cinco y los diez años. Ahí notamos el pico de facturación

Pero hay nichos que no los consumen tanto.

Creo que a partir de los tres o cuatro añitos es donde se empieza con el juego de mesa, porque antes no tiene mucho sentido. Los perdemos cuando cumplen diez o doce años. Ahí hay un vacío en el que el juego de mesa no está de moda, pero luego a partir de los 18 o 20 vuelven y ya no los pierdes. A veces es raro decir ‘oye, he quedado para jugar a un juego de mesa’, pero un juego de mesa lo puedes compaginar con una cena social.

Adaptación y nichos

¿Cómo se tiene que adaptar un fabricante para atraer a esos públicos o a los cambios de tendencia?

Lo que hemos hecho en Falomir es tener colaboraciones, porque nosotros sabemos fabricar muy bien, pero nos tenemos que apoyar en docentes, profesoras o psicólogos. Gente que entiende muy bien cómo funciona el cerebro. Tenemos un grupo de profesores aquí en Valencia que vienen y nos echan una mano. Probamos los juegos, jugamos, hablamos con profes, los probamos con niños y los probamos con mayores. Hay un trabajo muy largo antes de que el juego salga al mercado, pero ese trabajo hace que el producto funcione.

Habla de la docencia. ¿Por qué lanzarse a ese nicho de mercado?

Porque intentamos ser la parte lúdica de la educación. Los niños en edad escolar siempre están aprendiendo. Le estamos intentando inculcar unos valores en los que creemos. Entonces el juego permite que, mientras estás jugando y sin darte cuenta, estás aprendiendo. Por ejemplo, tenemos un juego que se llama Galletas, que son unas tarjetas con unos laberintos y tú tienes que ir siguiendo el laberinto con los ojos. Ese juego está destinado para edades entre los cuatro o cinco años y lo que hace es mover los músculos de los ojos. No te está enseñando nada, pero te está ayudando a empezar a leer.

Forman parte de un sector del juguete que era un emblema valenciano y que quedó muy mermado con las grandes multinacionales. ¿Cómo se encuentra hoy?

El año pasado el mercado del juguete en general cayó un poco, un 2,7 %, respecto a 2023 y las exportaciones bajaron un 11%. Son años más duros. Cada vez nacen menos niños y eso se nota. Luego la inflación, porque cada vez tenemos menos poder adquisitivo y al final el que en casa se compraba tres o cuatro juguetes, pues igual ahora solo tiene uno. Todo eso se nota.

Fernando Falomir, en las instalaciones de Levante-EMV.

Fernando Falomir, en las instalaciones de Levante-EMV. / Fernando Bustamante

¿Y eso se nota en una peor supervivencia de empresas valencianas del sector?

La Comunitat Valenciana mantiene un sector juguetero potente. En Ibi y Onil tenemos a los mejores muñequeros prácticamente del mundo. En el caso de Famosa fue comprada por Giochi Preziosi, pero te quedan muchos grandes fabricantes de muñecas. En Ibi hay una cantidad de empresas jugueteras cuyo volumen no es el de las grandes multinacionales, pero son pequeñas y medianas empresas muy importantes dentro de lo que es el sector juguetero.

Viendo ese contexto que vive el juguete. ¿Cree que el juego de mesa acabará siendo el principal bastión de la industria juguetera?

Más o menos eso es una realidad. Por facturación no puede llegar a compararse con otras categorías, como los vehículos a batería, que son precios más altos, de 100, 200 o 300 euros. En el juego de mesa, lo que se vende en permanente, está entre los diez y veinte euros. Los juegos que más se venden no pasan de esos veinte euros. Entonces llegará un momento que el mercado, en unidades vendidas, puede sobrepasar. En volumen de facturación es un poquito más difícil.

Actualidad de Falomir

Yendo a su empresa, Falomir divide sus productos en tres áreas: educativo, jugón y esencial. ¿Qué importancia tiene cada una en sus resultados?

Son tres áreas bastante bien diferenciadas para nuestro cliente, para la juguetería, para la tienda especializada, pero a nivel de facturación engloba todo. No podemos comparar lo que estamos vendiendo en la juguetería más tradicional, que son la parte más de juegos clásicos, con una tienda que es más pequeñita, que solo te compra juego educativo o juego más especializado. A día de hoy el volumen más importante de nuestra facturación está en el juego clásico como el bingo, el Rummy, el parchís, etc. porque está en la gran distribución y son volúmenes altos comparados con estos juegos nuevos que hemos desarrollado.

En la Comunitat Valenciana hacemos el producto clásico y el nuevo lo fabricamos en China

¿Cuántos productos añade a su catálogo al año?

En el catálogo general nosotros solemos tener entre unas 130-150 referencias, pero algunas son cubitos de parchís, las fichas, los dados, etc. Hay muchas referencias de producto clásico. Nosotros al año estamos sacando unas 16-20 novedades tanto para los juegos educativos como para el juego clásico.

Tiene su fabrica en L’ Eliana. ¿Cómo de difícil es fabricar desde la Comunitat?

Tenemos dos vías de fabricación. En la Comunitat Valenciana hacemos todo lo que es el producto clásico y todo lo que es el producto nuevo, el juego de mesa de autor, lo fabricamos en China. Ahí no nos podemos escapar. Pero lo que sí que tenemos aquí en L’Eliana es una cinta para ensamblar y nos lo traen todo de fuera. Nos inyectan tanto en Ibi como en València, el cartón nos viene de dos o tres fábricas diferentes, una en Elx, otra en València y otra camino de Alicante. Todo eso lo imprimen y lo venden aquí. Quitando un proveedor que tenemos en Zaragoza, lo fabricamos todo aquí.

Las falsificaciones no son buenas para la industria, pero tampoco para la gente que las compra

¿El alza del coste de las materias primas ha obligado a subir los precios de los juegos?

Si contamos toda la crisis después de la pandemia, subieron muchísimo los precios de las materias primas. Luego se estabilizaron, pero no bajaron. Entonces mantenemos unos precios de coste bastante altos. Nosotros intentamos amortiguar la subida de precios para que no llegue al cliente y ser competitivos en el mercado. Pero al final llega un punto que no puedes y tienes que subir precios, porque la luz, las materias primas, los aranceles… todo repercute en el precio final del producto.

Fernando Falomir, en las instalaciones de Levante-EMV.

Fernando Falomir, en las instalaciones de Levante-EMV. / Fernando Bustamante

En esa repercusión hay plataformas internacionales que están haciendo réplicas falsas de juegos a precios mínimo. ¿Es algo que se note en el negocio?

No creo que sea daño al negocio. No es bueno para la industria, pero creo que no es bueno para la gente que lo compra. Un producto de Falomir cumple con la normativa actual en la Unión Europea y ese producto ha pasado unos test y tiene ciertos mínimos de calidad. Tú estás comprando productos que no saben de dónde vienen ni si han pasado la normativa y los que más van a sufrir las consecuencias de ese producto son las personas que lo compran porque igual no son seguros. Lógicamente, hay que tener libertad para comprar, pero también hay que tener seguridad y sentido común. No por ser más barato es mejor.

Su firma cumple este 2025 ocho décadas de vida y sigue en manos familiares, algo que contrasta con grandes multinacionales del sector como Hasbro o Asmodee. ¿Cómo se puede competir?

Las multinacionales están en todo el mundo y nosotros tenemos otras cosas como una agilidad a la hora de lanzar productos, de llegar al cliente y de tener presencia, sobre todo a nivel nacional. Fabricar en España también nos hace no tener roturas de stock, poder servir y eso hace mucho. Y luego quizá las multinacionales se están centrando mucho en resultados, pero nosotros nos dimos cuenta de que para nuestro tipo de negocio y volumen, tenemos que centrarnos en las personas, lanzando juegos al mercado que aporten algo a las personas que los van a jugar.

Llegará un punto en el que se vaya la segunda generación. Pero no es una cosa que ahora mismo nos preocupe

Expansión internacional y futuro

Antes de la pandemia, el negocio internacional era clave para su compañía. ¿Lo sigue siendo?

Nuestro mercado principal es el nacional y luego tenemos la exportación. Siempre hemos exportado muy bien en Latinoamérica por el tema del idioma, sobre todo a países como México, Venezuela o Chile. Eso se sigue manteniendo, pero ahora el nuevo tipo de producto que estamos desarrollando nos da pie a vender a cualquier parte del mundo. ¿Por qué? Porque lo que hacemos es no vender como Falomir, sino que un fabricante en Alemania, en Estados Unidos o en China coge nuestro juego, se lo fabrica él o se lo fabricamos nosotros con su marca, con su nombre y él lo distribuye en ese país. Aunque la exportación no supera el 15 % de la facturación final de la empresa.

Usted representa a una tercera generación que ya gestiona el día a día de la empresa. ¿Que planes de futuro ve para Falomir?

Tenemos muy claro que la línea de negocio que tenemos y que estamos potenciando va a seguir porque es la que nos está funcionando. Y a nivel más personal, de la empresa, estamos muy tranquilos porque sabemos que tanto mi padre como sus hermanos han gestionado muy bien durante muchos años y hoy hay una comunicación fluida entre las generaciones. No existe conflicto dentro del relevo generacional. Y llegará un punto en el que al final se vaya la segunda generación y estemos la tercera. Pero no es una cosa ahora mismo que nos preocupe. Mi tío Gonzalo ahora mismo está en la empresa porque mi padre ya está jubilado y mi tío Luis recientemente falleció. Somos una piña con él y todas las decisiones que podemos tomar mi hermano y yo son consensuadas.

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