Entrevista
Luis Romero: «En Argelia, el socio local secuestró a nuestro gerente para que renunciáramos»
La empresa valenciana, que dirige Luis Romero, acaba de lograr los contratos para climatizar La Moncloa y La Zarzuela, los centros del poder en España. Del exterior no guarda buenos recuerdos, singularmente de Argelia. También construye edificios emblemáticos.

Luis Romero, CEO de Fulton, en las instalaciones de Levante-EMV / Fernando Bustamante

En nada va a hacer medio siglo desde que Luis Romero está «en esto», es decir en el mundo de la empresa, donde empezó con 23 años. Natural de Ciudad Real, llegó a València, junto a su familia, a los nueve años. Estudió maestría industrial y luego inició los de ingeniería técnica, que no los terminó porque «en aquella época ya trabajaba y tenía pluriempleos». También por entonces, entró a trabajar en Ageval, donde llegó a director comercial, y luego paso a Rochina, como director general. Entre 1982 y 1986 hizo estudios de gestión y dirección de empresas en La Florida. En 1999 fue cuando compró Fulton. Con 72 años y pasión por el golf y la gastronomía, su hijo de 46 es director de la firma. La hija, Mapi, es escritora.
De una tacada, ha conseguido el contrato para climatizar la Moncloa y la Zarzuela. ¿Van de la mano ambas instituciones o ha sido casualidad?
No van de la mano. Son licitaciones públicas que salen a concurso. Lo que pasa es que son contratos que duran más dos años y ha coincidido con que habían vencido ya los dos, vuelven a salir a licitación pública y los hemos vuelto a ganar. Esa es la casualidad.
¿Son más complicados esos dos clientes que cualquier otro?
Fulton tiene como norma que cualquier cliente es importante. Estos lo que tienen es más renombre. La complejidad es la seguridad. El personal tiene que ser muy fiable y no tiene que tener ningún tipo de antecedentes ni nada de esto. Luego es un poco más complejo porque a la hora de entrar los controles son mucho más estrictos de lo que pueden ser, por ejemplo, en un centro comercial o un hospital.
¿Es el suyo un negocio próspero en vista del calentamiento global y las temperaturas cada vez más elevadas en el Mediterráneo?
Sí, claro, porque es un negocio que tiene una proyección a futuro. Hoy en día ya nadie se plantea si el mantenimiento hay que hacerlo o no hacerlo porque es obligatorio para ahorrar energía. También hay un interés económico para el propietario porque, si está bien mantenido, el consumo es menor y la durabilidad de esa instalación es mayor. Entonces, a futuro pues irá creciendo porque cada vez hay más equipos, más elementos, más edificios que requieren mantenimiento.
Fulton no hace mantenimiento de climatización solamente.
No, Fulton son varias empresas que hacen mantenimiento, todo tipo de instalaciones e incluso desde hace aproximadamente diez años edificación, es decir, llave en mano. El año que viene haremos 66 años. El origen inicial de Fulton sí que era la climatización, pero desde hace 26 años eso cambió. Hacemos todo tipo de instalaciones: contra incendios, electricidad de baja y media tensión. Todo lo que lleva implícito un edificio. Hace diez años vimos que, por la capacidad que tenemos a nivel de equipo humano, con la tecnología y los conocimientos que tenemos, queríamos cerrar el círculo y hacer edificación. No queríamos ir de subcontrata de las constructoras. No hacemos edificación residencial, sino edificios singulares. El último que hemos terminado es el Luis Vives en Blasco Ibáñez. Ahora estamos haciendo en UTE con Dragados toda la rehabilitación y reforma del edificio de Zapadores, que va a ser la segunda comisaría más grande de España. Luego tenemos otra división, que es la fotovoltaica.
Sostenibilidad
¿Cómo se compagina la climatización con la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático?
Buscando alternativas que no produzcan emisiones a la atmósfera y, por supuesto, con tecnología y conocimiento. Ahora estamos haciendo el proceso de descarbonización, que es eliminar toda la producción de energía fósil, en la Renault, en Valladolid y en Palencia. Y hemos hecho también lo mismo en la factoría de Bridgestone en Burgos. Se debe compaginar.
Uno de los principales nichos de negocio de la empresa son los servicios energéticos, con la energía verde como bandera. ¿Qué opina del gran apagón del 28 de abril?
Era una crónica anunciada. Lo que están diciendo, y yo lo comparto, es que la red no estaba preparada. No se han hecho inversiones para recibir la cantidad de energía renovable que existe. Los molinos se pueden parar, pero a la fotovoltaica no le puedes poner un paraguas ni un toldo. Había informes de técnicos especialistas diciendo que esto podía ocurrir.
Algunos lobbyes tratan de magnificar las bondades de la nuclear y denostan las renovables. ¿Cómo lo ve usted?
Yo creo que son compatibles. O sea, no todo es bueno, ni todo es malo. Está apostando media Europa por las nucleares. Lo que me parece absurdo es que aquí las queramos cerrar sí o sí. Lo que nos ha prestado de energía Francia con el apagón era de nucleares. Las nucleares son necesarias en su justa medida, igual que las renovables son necesarias. Pero todo eso también tiene que ir unido a un presupuesto de inversión significativo para que no vuelva a ocurrir esto.
Vivienda
Fulton, en la construcción, está en edificios emblemáticos. Pero me gustaría saber su opinión sobre la vivienda. ¿Cómo ve el mercado inmobiliario?
Hay un déficit tremendo de vivienda y los precios están desorbitados. La repercusión del suelo es tremenda por metro cuadrado. Aquí no hay vivienda social. No se construye ni una. El suelo lo tienen los ayuntamientos y el Estado principalmente. No sé si llegará un momento en que volverá de nuevo la burbuja, pero de momento la mayoría de viviendas, por lo que yo veo, se venden en plano.

Luis Romero, CEO de Fulton / Fernando Bustamante
La dana ha sido un desastre de grandes proporciones en hogares y empresas. ¿Cómo va el proceso de renovación de aparatos dañados? ¿Los afectados están dejando para más adelante esa instalación?
No, porque, las instalaciones no son algo que se pueda dejar, forman parte de la restauración o de la rehabilitación y o se hace conjuntamente y en el momento o luego no se puede hacer. Se están haciendo en el momento. En la mayoría de los casos, los equipos de climatización están inservibles. No tienen reparación. Tenga en cuenta que pasa como con los coches. Hay mucha electrónica.
¿En qué medida puede afectar a su empresa la guerra comercial emprendida por Trump y que ahora está en una situación de impasse?
Nos afecta, claro, porque muchos de los equipos y maquinaria que compramos son americanos, japoneses o chinos. Nos cuesta más caro.
Ahora estamos en impasse. De todas formas, vamos a ver.
Sí, pero hay nerviosismo. Normalmente, un equipo puede tardar perfectamente tres meses en que te lo suministren. ¿Qué ocurre? Que con esa incertidumbre o lo pagas al contado o dando una cantidad importante.
¿Cuáles son las magnitudes de su empresa?
Estamos rondando los 500 empleados aproximadamente. Trabajamos en todo el territorio nacional. Tenemos delegaciones en Madrid, en Andalucía, en Valladolid y, bueno, la verdad es que tenemos una proyección muy interesante. Todos los años hemos crecido. La facturación, en estos momentos, estaremos sobre los 75 millones. La previsión es llegar a los 80 en 2025. Crecemos a un ritmo del 10 % anual.
Argelia
¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
Seguimos apostando por el servicio, la tecnología y, sobre todo, por hacer obras que sean singulares. En eso somos muy selectivos. Tratamos de ir a los mercados en donde la cuestión económica es importante, pero no decisiva, porque lo que se juegan es el ser o no ser. Si hacemos unos laboratorios y no se pueden certificar, no son operativos, no sirven para nada. La inversión es dinero tirado. Entonces, buscamos siempre nichos o sectores en los cuales se valore eso y sea compleja la ejecución, porque eliminas mucha competencia, que yo no llamo competencia. Yo llamo a eso concurrencia, porque concurren muchos que no tendrían que estar. Hemos hecho dos inventos y digo inventos porque al final llegas a la frase de los inventos en casa y con gaseosa. Estuvimos en Colombia y nos tuvimos que volver. Tiene una proyección tremenda, tiene muchísimo dinero, tiene recursos extraordinarios y tiene necesidades mayores porque está todo por hacer, pero tiene mucho peligro. Entonces tampoco vale la pena. Luego hicimos otro en Marruecos y en Argelia. Y yo no sé si por lo que digo me pueden demandar, pero yo lo voy a decir. Es que allí por donde pasas tienes que engrasar. En Argelia, el socio local, porque es obligado ir con un 55%, aunque nosotros llevábamos todo el peso, al gerente que teníamos allí lo secuestró, antes de empezar la obra, porque decía que teníamos que renunciar. Y claro, la obra nos la habían adjudicado por el tema técnico. Había un pacto y un documento firmado pero tuvimos que ceder. El gerente estuvo diez horas secuestrado y de ahí fue al notario, me llamó y firmó. Y ya dijimos: ‘se acabó’.
¿Cómo ve la situación económica, el futuro?.
Esto también es una incógnita. Cualquier empresa, cuando inicia el año, tiene un presupuesto. Aquí vamos a hacer tres sin presupuesto. Esto no es normal porque hay muchos proyectos que están en el cajón, porque no hay asignación económica.
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