Macroeconomía
La economía española estrena curso con tres duras asignaturas: guerra comercial, parálisis legislativa y el fin de los fondos europeos
El PIB de España volverá a ser el que más crecerá este año entre los países desarrollados, aunque sufrirá una desaceleración respecto a 2024 por el empeoramiento del sector exterior

Imagen de la terminal de contenedores y de la terminal de cruceros turísticos en el Puerto de Barcelona. / Puerto de Barcelona

La economía española se prepara para nuevo curso económico en el que, según todos los pronósticos, volverá a ser la primera de la clase, pero en el que tendrá que afrontar, al menos, tres asignaturas hueso: la guerra comercial global, la parálisis legislativa en España y la recta final de los fondos europeos.
Por segundo año consecutivo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) vuelve a señalar la economía española en 2025 como la de mayor crecimiento entre los países desarrollados pero, en todo caso, dentro de un contexto de general de desaceleración. Después de haber crecido un 3,2% en 2024, los pronósticos para la economía española anticipan tasas de entre el 2,4% y el 2,6% para 2025, en un marco de "enfriamiento sincronizado de la economía mundial", según la expresión utilizada en el último Informe Económico y Financiero de Esade".
La escuela de negocios resalta la posición relativamente favorable de la economía española, apoyada en la fortaleza del consumo interno, el empuje del turismo, un nivel de empleo en máximos históricos, el impulso de la inmigración, los menores precios energéticos (por el auge de las renovables), el elevado ahorro de las familias, el bajo endeudamiento de hogares y empresas, el dinamismo exportador, el despliegue de los fondos europeos Next Generation EU o los últimos recortes en los tipos de interés. Reflejo de esta bonanza es el Ibex 35, en zona de máximos históricos y el índice que acumula mayor revalorización entre los principales de Europa.
Sin embargo, "el ritmo de crecimiento de la economía se moderará en los próximos meses debido a la creciente inestabilidad geopolítica y financiera global", apuntaba el director del citado informe y del Centro de Políticas Económicas de Esade, Toni Roldán, durante la presentación del último análisis, en julio. La debilidad de la economía europea y la crisis política que atraviesa Francia -cuyo gobierno puede caer este lunes si fracasa la moción de confianza a favor de su primer ministro, François Bayrou- amenazan con añadir palos a las ruedas de la economía española.
El clima de incertidumbre global asociado a las tensiones geopolíticas y la guerra arancelaria impulsada por Donald Trump han llevado al servicio de estudios BBVA Research a rebajar en tres décimas su previsión de crecimiento de la economía española en 2025, hasta el 2,5%.
A los posibles perjuicios de los nuevos aranceles estadounidenses sobre la economía española (cuya exposición directa a EEUU es muy limitada, salvo para sectores o zonas muy concretas), se suma el previsible efecto nocivo de la política de Trump sobre los flujos del comercio internacional y sobre las cadenas globales de suministro. A ello se añaden, además, importantes desafíos estructurales internos de la economía española, "como el desajuste en el mercado de la vivienda, el elevado déficit público y una competitividad aún inferior a la media europea", según Toni Roldán.
Las tres asignaturas hueso
La guerra comercial global entablada desde EEUU (y sus posibles derivadas sobre crecimiento, inflación, tipos de interés, deuda pública y mercados financieros) emerge como la asignatura más difícil que tendrán que encarar todas las economías del mundo -también la española- en el nuevo curso económico.
España, por su parte, tendrán que encarar otros dos 'huesos'. La fragmentación parlamentaria y las dificultades del Gobierno para sacar adelante sus iniciativas legislativas dificultan en extremo la posibilidad de que el Ejecutivo logre aprobar unos nuevos Presupuestos para 2026 (después de haber estirado los de 2023 mediante prórrogas en 2024 y 2025) en los que poder encajar sus nuevos objetivos políticos de un mayor gasto en políticas de vivienda y de defensa.
La asignatura de los fondos europeos Next Generation EU se presenta como especialmente complicada en este curso. Quedan solo 12 meses (hasta el 30 de agosto de 2026) para que España logre terminar de gastar los alrededor de 80.000 millones de euros en transferencias asignados por la Comisión Europea. Entre los analistas, existe el temor de que las administraciones españolas no lograrán completar el desafío y de que se perderán algunos miles de millones por el camino, aunque el Gobierno ha asumido el reto de apretar el acelerador.
Después de haber recibido cinco desembolsos de fondos europeos entre agosto de 2021 y agosto de 2025 (por unos 54.000 millones de euros, apenas queda un año (hasta el 30 de septiembre de 2026) para que el Gobierno solicite los cuatro desembolsos restantes (por unos 26.000 millones) después de que vaya acreditando el cumplimiento de los alrededor de 250 hitos y objetivos comprometidos en el Plan de Recuperación que están pendientes de ejecutar. La ausencia de una mayoría clara en el Parlamento y la parálisis legislativa complica este objetivo del Gobierno, pues, de no sacar adelante algunas de las leyes comprometidas -como la de industria, o la creación de la Autoridad de Defensa del Cliente Financiero-, España volverá a ser penalizada con recortes en la recepción de fondos, como ya ha pasado por la imposibilidad el Gobierno de aprobar la subida de la fiscalidad del diésel comprometida con Bruselas.
¿Nuevo patrón de crecimiento?
De momento, los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE) apuntan un crecimiento ligeramente acelerado en el segundo trimestre del año (con una tasa trimestral del 0,7%, frente al 0,6% del primer periodo) en el que el destaca, sobre todo, el repunte de la inversión en maquinaria, bienes de equipo y sistemas de armamento y un aumento sostenido del consumo privado que toman el relevo del gasto público y del sector exterior que han pasado a ser un lastre (con tasas negativas). "El principal factor detrás de la desaceleración es la menor contribución del sector exterior", ratifica el Banco de España.
"Tanto para el año 2025 como para el año 2026 se espera que el principal factor de crecimiento sea la demanda interna, el sector privado, tanto el consumo como la inversión, tal como hemos visto en los últimos meses", apuntó el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, durante su comparecencia de julio en el Senado, introduciendo la idea de un cambio de modelo en el patrón de la economía española.
En particular, se espera que la inversión en vivienda aumente de forma decisiva su contribución al crecimiento. BBVA Research espera un repunte de la inversión en construcción de vivienda del 4,1% y del 6,8% en 2025 y 2026 (desde el 1,7% anotado en 2024) y calcula que el número de viviendas finalizadas alcanzará las 145.000 y 166.000 unidades en cada uno de estos años.
Las estimaciones del BBVA Research apuntan a que el sector de la construcción -no solo en vivienda- tendrá una aportación cada vez mayor en el crecimiento económico y reflejan que el Plan de Defensa del Gobierno, valorado en 10.470 millones de euros-- podría suponer un impulso de una décima en 2025 y de tres décimas en 2026.
La primera de la clase
En general, la economía global también presentó un crecimiento acelerado en el segundo trimestre. Según datos de la OCDE, el conjunto de las economías desarrolladas que integran la organización creció el 0,4%, el doble que en el primer trimestre. Existe una coincidencia general al señalar que este rebote del crecimiento ha podido tener que ver con una aceleración preventiva del comercio internacional antes de la entrada en juego de los nuevos aranceles de Trump, en la segunda parte del año. Con este argumento, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha advertido de una desaceleración de la economía a partir del tercer trimestre, por los aranceles.
El FMI prevé que el PIB español crecerá este año el 2,5% (en línea con la previsión del Gobierno, del 2,6%), más que la media prevista para el conjunto de las economías avanzadas (1,5%) y, en particular, por encima de las tasas estimadas para el conjunto de la Unión Europea (1%), para los Estados Unidos (1,9%) y para países como Alemania (0,1%), Francia (0,6%) o Italia (0,5%).
La economía española fue una de las más afectadas por la pandemia, en 2020. También fue una de las que más tarde logró recuperar el nivel previo a la crisis sanitaria (no lo hizo hasta el segundo trimestre de 2022). Sin embargo, desde 2024 presenta una recuperación más intensa que la de la zona euro y la de sus principales economías. Según el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, para 2025 se prevé un PIB real un 10% por encima del nivel de 2019, mientras que la media de la zona euro se situará un 5% por encima. “Y, además, esta divergencia, esta brecha se seguirá agrandando, puesto que España va a seguir creciendo por encima de todos ellos, tanto en el año 2025 como en el año 2026, según prevén todas las previsiones de organismos internacionales, desde el Fondo Monetario Internacional, OCDE o Comisión Europea, entre otros", destacó Cuerpo en su última comparecencia en el Senado, el pasado 17 de julio.
"¿Cómo se convirtió España en la economía de mayor crecimiento de Europa?"
Para el Banco de España, algunos de los factores que han concedido una ventaja relativa a la economía española tienen que ver con el desplazamiento del gasto hacia el ocio y el turismo, con una mayor facilidad para la exportación de servicios tras la pandemia, con los menores precios de la energía y con los menores cuellos de botella en el mercado de trabajo, gracias a la mano de obra de origen extranjero.
En un análisis publicado el 31 de julio, el banco estadounidense de inversiones Goldman Sachs se preguntaba '¿Cómo se convirtió España en la economía de mayor crecimiento de Europa?' y daba algunas pistas: "La recuperación de España se ha beneficiado de un repunte tanto en la industria manufacturera como en los servicios". El repunte del turismo fue crucial para salir de la crisis de la pandemia, pero Goldman Sachs destaca que, sobre todo en España, la actividad de servicios se ha desplazado hacia subsectores con mayor valor añadido por empleado como las finanzas, el sector inmobiliario, las tecnologías de la información y los servicios profesionales. "La proporción de servicios de alto valor añadido en el PIB español es ahora 3 puntos porcentuales superior a la de antes de la pandemia y ha aumentado 1 punto porcentual más que en el resto de la eurozona", calculan los analistas del banco estadounidense. Este giro podría explicar que la exportación española de servicios no turísticos se haya duplicado en 10 años, superando a los de sol y playa.
"La economía española también se está beneficiando de la inmigración. El país está acogiendo a más personas en relación con su población que Alemania, Francia o Italia, y la última afluencia se caracteriza por inmigrantes con mayores niveles de educación y cualificaciones laborales. Esta distintiva tendencia demográfica podría situar a España en una mejor posición que el resto de Europa", añade Goldman Sachs.
La propia presidenta del BCE, Christine Lagarde, en su reciente intervención ante el simposio de banqueros centrales de Jackson Hole señaló que "el sólido desempeño del PIB de España tras la pandemia, que ha contribuido a sostener el agregado de la zona euro, también se debe en gran medida a la contribución de la mano de obra extranjera".
¿Hasta cuándo?
La difícil respuesta a la cuestión sobre hasta cuándo se mantendrá el mayor crecimiento diferencial de la economía española tiene que ver con el momento en el que se empezarán a agotar las palancas que hasta ahora lo han impulsado.
La inmigración, sobre todo, pero también el auge del turismo -que no para de encadenar récords- y de los servicios no turísticos son algunas de estas palancas que todos los analistas sitúan detrás del crecimiento diferencial de la economía española. En julio de 2025 la población de origen extranjero se acercó a los 9,7 millones, un 6,6% más que en igual mes del año pasado, lo cual no indica síntomas de desaceleración. Por su parte, la llegada de turistas internacionales sigue marcando récord mensual tras récord, pero este verano ya ha mostrado señales de desaceleración, por el frenazo de Francia y Alemania.
También se incluye en la lista de palancas el impulso de los fondos europeos Next Generation EU. Estado, autonomías y ayuntamientos ya han realizado convocatorias públicas de subvenciones e inversiones por valor de 80.164 millones de euros (ligeramente por encima de las transferencias no reembolsables asignadas a España por la UE) y ya están adjudicadas buena parte de ellas (por valor de 54.521, con datos hasta 30 de junio). La Comisión Europea ya ha desembolsado 55.000 millones en transferencias a España y, según cálculos del Gobierno, un tercio del crecimiento del PIB acumulado desde 2019 se debe a los fondos europeos. La recepción de fondos europeos tiene fecha de caducidad en 2026, pero el Ejecutivo confía en que las transformaciones acometidas desde 2021 hayan servido para instalar una mayor capacidad futura de crecimiento (estructural) para la economía española.
La intensa creación de empleo y su mayor calidad son, a la vez, causa y efecto del mayor crecimiento de la economía española. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre muestran que España ya ha superado la barrera de los 22 millones de ocupados, mientras que la tasa de paro se reduce al 10,29%, su nivel más bajo en 17 años. La escuela de negocios Esade asume que se podrán alcanzar tasas de paro de un solo dígito en 2026 o en 2027.
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