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José Vicente González: un líder empresarial renacentista

José Vicente González, en su casa de L'Eliana, en 2020

José Vicente González, en su casa de L'Eliana, en 2020 / GERMAN CABALLERO

València

Es fácil destacar que José Vicente González, fallecido el sábado a los 79 años, fue el último presidente de la entonces patronal autonómica Cierval y que bajo su mandato esta desapareció, pero hacerlo sería dibujar un retrato muy parcial de la trascendencia de un personaje único en el empresariado valenciano, tanto por su trayectoria como por la huella que dejó allá donde pudo marcarla. Su trabajo como presidente de la provincial Confederación Empresarial Valenciana (CEV) y en el grupo metalúrgico GH Electrotermia fueron la bandera de un dirigente políglota, aunque no hablaba el valenciano, socialmente progresista, muy viajado, patrón de barco y amante de los libros, de la Historia y de Leonardo da Vinci, aunque abatido en los últimos meses tras la muerte este verano de su mujer. Lo más parecido a un hombre del Renacimiento que ha tenido el empresariado valenciano en su historia reciente.

González llevaba solo dos años al frente de la patronal del metal Femeval cuando accedió en 2005 a la presidencia de la CEV. En tan poco tiempo en las alturas de la representación empresarial se había convertido en la gran esperanza para una organización que no lograba salir del agujero en la que la tenían sumida sus tradicionales luchas internas y el inveterado manejo irregular de los fondos públicos de formación, que llevaron a la organización a los tribunales y a acumular un quebranto cercano a los 4 millones de euros.

Cierval

Y lo cierto es que en 2011, cuando salió hacia la presidencia de Cierval, dejó a su sucesor, Salvador Navarro -quien el 6 de noviembre previsiblemente cederá el testigo a Vicente Lafuente, sustituto de González en Femeval-, una patronal saneada y calmada. No fue una tarea nada fácil, entre otros motivos, porque, además de lidiar con la Justicia, tuvo que convencer a los socios de la CEV de la necesidad de hacer derramas para ir saldando las deudas. Además de mantener unas excelentes relaciones con los líderes sindicales, González supo conferir a la organización una independencia de criterio respecto del poder político que era inaudita en la patronal desde que los dirigentes de esta mediaron en el llamado 'pacto del pollo' para que PP y Unión Valenciana alcanzaran la Generalitat en 1995 y pusieran fin a doce años de gobiernos socialistas.

José Vicente González y Vicente Lafuente

José Vicente González y Vicente Lafuente / Levante-EMV

Tal fue el éxito cosechado en aquellos años, que González fue visto nuevamente como la esperanza blanca del empresariado de la Comunitat Valenciana. Esta vez para salvar a la Cierval. Y allá que se fue en el que pudo ser su mayor error en su carrera como dirigente. Cierval no era en realidad una patronal autonómica. Era una organización paraguas integrada por las tres provinciales -la CEV, la alicantina Coepa y la castellonense CEC- cuyo único cometido era ser el interlocutor con la Generalitat y canalizar las ayudas públicas. La provincial de Valencia estaba ya saneada, pero no Coepa ni CEC, que adolecían del mismo problema que tuvo anteriormente la primera: un uso irregular de los fondos públicos.

Gran Recesión

Claro que los tiempos eran muy distintos. En 2011, cuando González salta a Cierval, España vivía inmersa en la Gran Recesión, que estallaría en toda su crudeza en 2012 con la crisis financiera que se llevó por delante el sistema financiero valenciano. Ni la administración autonómica ni los propios empresarios tenían fuelle para rescatar a las patronales de Castellón y Alicante, que acabaron desapareciendo y arrastraron en su caída a Cierval, no en vano esta era la receptora oficial de las ayudas públicas aunque no las gestionara. Es cierto que González, con su carácter a veces impulsivo -un conocido empresario valenciano le llamaba 'el chispas'- no contribuyó en ocasiones al consenso.

Sea como fuere, lo cierto es que en aquel 2017 la valenciana y potente CEV se transformó en autonómica para cubrir la pérdida de representación de Castellón y Alicante, pero su líder ahora era Salvador Navarro. González se mantuvo en la vicepresidencia de la CEOE, donde fue un colaborador muy estrecho del presidente Joan Rosell, en lo que también supone un añadido a una descripción del primero, firme defensor de las relaciones entre catalanes y valencianos y opositor a la España radial impulsada desde Madrid. Se marchó en 2019, con el relevo en el liderazgo de la patronal española.

Feria

Ese mismo año también puso punto final a su otro cargo relevante en la vida pública: la presidencia de Feria Valencia. Fue el último empresario en ejercerla. Cómo no, llegó -en 2013- como la gran esperanza de una institución muy lastimada por los efectos de la crisis en sus clientes -las empresas- y próxima a la bancarrota por su multimillonaria deuda derivada de sus obras de ampliación. Allí tuvo que lidiar con los políticos. Su modelo de futuro de feria pactado con el PP en la legislatura que acabó en 2015 -que comportaba la privatización parcial con la entrada de un operador del sector- se fue al traste cuando el Botànic de PSPV Compromía llegó a la Generalitat, que al final optó por la conversión de la institución en una firma pública, lo que es ahora. A finales de 2019, se marchó, probablemente harto de tanta pelea.

Un final amargo para un perito industrial, hijo de modestos emigrantes de Cuenca y Teruel, que entró a trabajar con 16 años en Gurrea Hermanos (GH), una empresa dedicada a la fabricación de equipos de calentamiento por inducción. Con el tiempo y ya en posesión de un master en Administración y Dirección de Empresas, González acabó liderando a varios directivos de la firma que compraron el 30 % del capital y convirtieron a la mercantil en un poderoso grupo con amplia presencia internacional desde Alemania y la India hasta China, Brasil y Estados Unidos. Pocos dirigentes empresariales valencianos han tenido ese bagaje. En 2015, con vistas a su jubilación, González tenía la aspiración de instalar en su casa de Dénia un taller y reproducir a escala algunos de los inventos de su idolatrado Leonardo da Vinci. Ojalá lo cumpliera.

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