Opinión

Progresismo...

Cristóbal Aguado

En estos momentos tenemos dos ejemplos paradigmáticos del maltrato que el Gobierno ejerce hacia los agricultores. Por un lado, el Ministerio de Agricultura va a permitir a Agroseguro, y por tanto a las corporaciones privadas que lo controlan, suprimir la extensión de garantías en el seguro de cítricos, un mecanismo que garantiza la cobertura de siniestros tempranos en unas condiciones concretas. Se tratará del mayor hachazo de garantías y derechos en los 40 años de historia del seguro agrario en España.

En lugar de avanzar hacia un seguro más eficaz, el Gobierno bendice un nuevo retroceso. En lugar de cubrir cada vez más riesgos, el Gobierno desvía su objetivo y lo que cubre son las ganancias de las compañías. El seguro cuenta con un mayor apoyo económico de las administraciones, pero ¿de qué sirve abaratar las pólizas al agricultor si luego no indemnizan los siniestros? Cuando el pool de Agroseguro se negó a explorar otras alternativas con el sector, el Ministerio eligió: a los productores les dio la espalda y a las grandes aseguradoras les dio lo que ansiaban para engrosar sus cuentas.

Otra humillación la estamos sufriendo en las expropiaciones de los terrenos donde se proyecta la gigafactoría de Volkswagen. Mientras las administraciones riegan con ayudas millonarias a esta multinacional, le venden el solar por menos de la mitad del precio de mercado y anuncian más de 260 millones para las obras de urbanización, esos mismos gobernantes racanean hasta el último céntimo a los propietarios del suelo.

Primero ofrecen por las parcelas migajas muy por debajo de lo pagado en anteriores procesos. Y después se niegan a aceptar las valoraciones objetivas que marca el jurado provincial de expropiación, donde hay profesionales de la propia Administración. Resultado: los agricultores se ven despojados de su patrimonio y su medio de vida, se ven inmersos en un juicio que durará años y se ven utilizados para agasajar a una empresa privada.

No se puede tener la cara más dura. Este Gobierno, que dice ser progresista, a la hora de la verdad el sentido de progresismo que pone en práctica consiste en robar a los débiles para dárselo a los poderosos. Este Gobierno, que usa el eslogan ‘El Gobierno de la gente’, en los hechos demuestra que favorece a la gente que dirige las grandes aseguradoras y multinacionales a costa de los bolsillos de los agricultores.

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