Opinión

Reflexiones

Foto de archivo de un colegio electoral

Foto de archivo de un colegio electoral / EFE

Cirilo Arnandis

Nuestra legislación electoral determina que en la jornada previa a la celebración de unos comicios, no se puede pedir expresamente el voto ni organizar o participar en actos de campaña. Es por esa razón por la que acostumbramos a ver imágenes de los candidatos y candidatas pasando tiempo en familia o disfrutando de sus aficiones. La jornada de reflexión tiene como objetivo que, al margen ya del ruido de campaña y habiendo escuchado y visto los programas y las medidas propuestas por cada formación, la ciudadanía determine el sentido del voto que depositará al día siguiente en las urnas.

Esa reflexión está condicionada por muchos factores: militancia, afinidad o animadversión, intereses personales o profesionales particulares… En ese sentido, el voto de cada cual, libre y secreto, generalmente ya está decidido. Sin embargo, en las próximas elecciones autonómicas y generales a celebrar durante este año 2023, reflexionar es más importante si cabe que nunca. En el escenario en el que vivimos, es evidente que el electorado tendrá en cuenta que las medidas propuestas por los partidos ayuden a sobrellevar los efectos derivados de la crisis económica o de la guerra en Ucrania. Sin duda, habrá quien valorará las medidas que profundicen en las políticas sociales, mientras que habrá quien priorizará aquellas que den un impulso a la recuperación económica o al crecimiento empresarial.

Si en las anteriores elecciones generales se puso el foco, en el discurso más que en las medidas o en los hechos, en el concepto de la ‘España vaciada’ y del despoblamiento del medio rural, en esta ocasión deberíamos exigir como sociedad un debate sereno y productivo sobre nuestra agricultura y nuestra ganadería, más allá del propio concepto de soberanía alimentaria. Es necesario garantizar que el marco normativo ayude a agricultores y ganaderos, así como a las cooperativas, a seguir produciendo alimentos sanos, seguros y saludables, en cantidad suficiente y con una adecuada remuneración para todos los eslabones de la cadena.

La ciudadanía debería valorar, en un contexto tan complejo como el actual, los proyectos políticos que apuntalen la vida del medio rural a través del desarrollo armónico del sector agrario. Porque no tenemos que olvidar que hay servicios y productos que siendo importantes no necesitamos diariamente, pero comer es imprescindible. Reflexionemos en consecuencia, para que no tengamos que depender de terceros para poder hacerlo.

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