Bruselas deja en paz al sector de la chufa

La UE ultima la modificación del reglamento sobre residuos de cadmio que sitúa al típico cultivo valenciano como un producto con posibles riesgos cancerígenos

Chufas

Chufas / M.A. Montesinos

José Luis Zaragozá

José Luis Zaragozá

El sector de la chufa respira tranquilo. La Comisión Europea ultima un sustancial cambio en el reglamento sobre límites de residuos de cadmio en el mencionado cultivo que ha dejado el consumo del típico producto del campo valenciano, desde 2021 , en el umbral de los posibles alimentos con riesgos cancerígenos. Hace dos años, Bruselas alteró el futuro de los productores de chufa porque anunció que reduciría los niveles máximos de este metal pesado, también del plomo, permitido en los alimentos, entre estos la chufa comercializada en la Unión Europea (UE). Con esta medida quiere evitar la posible presencia de contaminantes peligrosos en la comida de los europeos. El problema es que la UE incluyó a la chufa en la familia de cultivos de los rábanos, en lugar de los tubérculos, su lugar natural.

El sector de la horchata genera unos  60 millones de litros por campaña

El sector de la horchata genera unos 60 millones de litros por campaña / JOSÉ LUIS ZARAGOZÁ

Este cultivo tan autóctono de l’Horta de València produce alrededor de 8 millones de kilogramos y genera 60 millones de litros de horchata anuales por temporada. Según explica el director general de Agricultura, Antonio Quintana, la decisión de Bruselas de hace dos años «generó gran inquietud entre los productores de chufas porque aquel reglamento es contrario a los intereses del sector debido a la aplicación de unos criterios injustos en los análisis de residuos». En ese sentido, el dirigente de la conselleria sostiene que aquella legislación, que ahora se va a revisar, «no se ajusta a las características de un tubérculo».

Bruselas deja en paz al sector de la chufa

Un agricultor con su tractor en un campo de chufas de Alboraia / Miguel Ángel Montesinos

Quintana destaca que ha quedado claro que las chufas no son rábanos, cuyo límite máximo de residuos de cadmio autorizado por la legislación comunitaria es de 0,02 miligramos/kilogramo; es decir, cinco veces menos que el tolerado para los tubérculos (0,1 mg/kg) y, por tanto, «debe modificarse la norma para dejar clara esta clasificación y no perjudicar a un cultivo que entraba en riesgo de ser considerado como peligroso», apunta el director general de Agricultura. Y es que la chufa es uno de los pocos cultivos rentables del campo valenciano, goza de buena salud y ni siquiera los devastadores efectos comerciales de la covid-19 han hecho mella en su rentabilidad. Así, los precios en campo de este tubérculo estrella de l’Horta de Valencia se han mantenido en máximos históricos, en torno a los 0,80 euros por kilo, debido a una demanda internacional cada vez más diversificada que pone en valor sus cualidades nutricionales.

Hay alrededor de 600 agricultores que cultivan este producto en Valencia, los únicos, por cierto, que producen chufa de toda Europa. La cosecha anual alcanza los nueve millones de kilos de chufa tierna que se traducen en 4,5 millones de seca y 60 millones de litros de horchata. La artesana obtiene entre 3 y 4 litros por cada uno de chufa, mientras que la industrial logra alrededor de diez. En toda la Unión Europea se consumen unos cuatro millones de chufa seca, que en su mayoría proceden del Sahel africano, de países como Niger, Nigeria o Burkina Faso. Este tubérculo gana terreno en las dietas saludables de los países más desarrollados al considerarse un superalimento por sus excelentes cualidades organolépticas. Además, empresas agroalimentarias constantemente están ampliando los usos de este cultivo: aceite para la industria cosmética, pasta base para chocolate, galletas, salsas, yogurt o cerveza, entre otros.

Según los expertos, el potencial riesgo de contaminación por cadmio afecta al consumo de la chufa en fresco o secas, aunque no así al de la horchata, en cuya elaboración, que tiene como base esta materia prima, es muy improbable detectar posibles restos del mencionado metal pesado.

Asuntos pendientes

Tras la reunión del pasado mes de febrero del Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos (Scopaff), organismo del que forman parte representantes de cada Estado de la UE, ahora el sector espera el escrutinio final. En el encuentro del pasado mes de febrero se ha dado la razón a las consideraciones del Consejo Regulador D.O. Chufa de Valencia, de la Conselleria de Agricultura y del grupo de los socialistas en el Parlamento Europeo. Así las cosas, según confirman fuentes de esta formación política, los Estados miembros han apoyado el borrador que corrige los límites de cadmio en las chufas. Si ambas instituciones, Parlamento y Scopaff, están de acuerdo, se solicitará su aprobación.

Reglamento

El reglamento en fase de modificación indica que «el cadmio, presente en frutas, verduras, cereales y semillas oleaginosas, es un contaminante ambiental cancerígeno». Los alimentos que potencialmente pueden contenerlo son su principal fuente de exposición a esta sustancia. La limitación de los niveles máximos de plomo, por su parte, afectan a productos para lactantes e infantes, las setas, las especias y la sal. Los alimentos son la principal fuente de exposición humana al plomo.

La reducción de sus niveles máximos en estos y otros productos alimentarios «aumentará la seguridad de los alimentos vendidos y consumidos en la UE y contribuirá a eliminar del mercado los productos alimenticios con los niveles más altos de cadmio», aseguró en su día la Comisión Europea.

El cadmio es un metal pesado altamente tóxico para los seres humanos. Es un elemento raro en la naturaleza, pero debido a que la actividad humana incrementa sus niveles ambientales y a que tiene una gran capacidad de acumularse en ciertos alimentos (bioacumulación) conviene vigilar los niveles que ingerimos. Crustáceos, gambas, langostinos y mejillones son los grupos de alimentos que más cadmio tienden a acumular.

Suscríbete para seguir leyendo