Perfil

Un gurú de las renovables forjado en Irak y Afganistán

Afirma que España reúne los requisitos para ser la máquina energética de Europa, aunque pide facilidades

ALamberto Camacho, consejero de la compañía de energías renovables Ibox Energy

ALamberto Camacho, consejero de la compañía de energías renovables Ibox Energy / PILAR CORTES

Miguel Vilaplana

Lamberto Camacho, Consejero de Ibox Energy

El compromiso social. En un momento en el que se está generando un movimiento de rechazo hacia la grandes plantas solares por su impacto paisajístico y medioambiental, Lamberto Camacho considera que hay que respetar al máximo los valores del territorio y, sobre todo, adquirir un compromiso social para que los municipios saquen provecho de estas instalaciones. Así, destaca que, más allá del empleo que se pueda generar, es necesario promover iniciativas como las que impulsa Ibox Energy, a través de la creación de comunidades energéticas que permiten abaratar la factura de la luz por medio de instalaciones de autoconsumo.

Lamberto Camacho es el máximo responsable de Ibox Energy, empresa fotovoltaica participada por el Grupo Nexwell y Cox Energy que en solo cuatro años ya ha logrado abrirse un hueco más que destacado en el sector, con 1,8 gigavatios de capacidad distribuida a través de medio centenar de proyectos repartidos por toda España y un amplio potencial de crecimiento. Nacido en la ciudad mexicana de Tijuana en 1978, el consejero de la compañía cuenta con una dilatada trayectoria empresarial ligada a las renovables y que inició de la forma más peculiar posible. Nada menos que vendiendo energía solar generada con equipos móviles al Ejército estadounidense en Irak y Afganistán. A partir de ahí, un amplio periplo por otros países africanos y cargos de alta responsabilidad ocupados en diversas compañías, hasta aterrizar en su actual empresa, a la que augura un futuro más que prometedor.

Es un emprendedor con formación humanista, toda vez que estudió Ciencias Políticas en San Diego, en California (Estados Unidos). Empezó desde muy joven en el negocio de aduanas que tenía su padre y su primer cliente propio fue IBM, encargándose de la operativa logística para todos sus equipos en Latinoamérica. Trabajar para un tercero, sin embargo, no era lo suyo, por lo que no tardó en instalarse por cuenta propia, prestando servicios de transporte internacional.

Fue en ese momento cuando, recuerda, entró en contacto con SunEdison, una de las entonces primeras y mayores productoras independientes de energía fotovoltaica. El sector estaba despegando por entonces y Camacho tuvo la intuición de que en las energías renovables podía tener más porvenir que en la logística. De esta forma, y sin pensárselo dos veces, decidió vender su empresa e irse con ellos.

Ventaja estratégica

Y la jugada no pudo salirle mejor, entre otras cuestiones porque, justo en esa época, fue cuando la compañía firmó un importante contrato con el Ejército estadounidense. Según explica, «los campamentos en Irak y Afganistán necesitaban luz; hasta entonces habían estado funcionando a base de grupos electrógenos alimentados con carburantes, los cuales tenían que transportarse vía terrestre en pleno conflicto bélico, con grave riesgo de bajas para las tropas». Los equipos desarrollados por SunEdison, sin embargo, eran fotovoltaicos, por lo que no dependían de esa peligrosa cadena de suministro, lo que, en consecuencia, reportó una importante ventaja estratégica a los militares norteamericanos.

El negocio le fue bien a la empresa, con la apertura de fábricas en México y Estados Unidos. Pero la guerra terminó, lo que llevó a SunEdison, a través del propio Camacho, a buscar un perfil de cliente similar en las torres de telecomunicaciones de países poco electrificados, que estaban aisladas en medio de la nada.

Siguiendo esta filosofía, se marchó a Namibia, un país que en su momento fue colonia alemana y que, según afirma, «es como Baviera en el ámbito jurídico y administrativo». Así que, ya por su cuenta, se instaló allí y comenzó a desarrollar proyectos relacionados con la energía solar. La progresión de su empresa fue tal que, detalla, llegó a oídos de la inversionista Isabel dos Santos, hija del en aquel momento presidente de Angola, quien lo llamó para instalar plantas en su país.

Durante un tiempo fue CEO de Solaire Direct México, de donde pasó a ejercer de vicepresidente de Desarrollo para Europa y América Latina en el grupo Sonnedix. Fue el paso previo a su salto a España, para ponerse al frente de Ibox Energy, una empresa que, en su corta andadura, ya está desarrollando proyectos en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, la Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla y León y la Comunidad de Madrid.

Según las últimas cuentas depositadas, pertenecientes a 2021, la compañía facturó 4,5 millones de euros, pero las previsiones de crecimiento son más que notables. Una muestra de ello es que la firma, junto a Nexwell Power, vendió el año pasado una cartera fotovoltaica de 619 megavatios al gigante asiático hidroeléctrico China Three Gorges. Ibox Energy, además, cuenta en la actualidad con diversos contratos de venta de energía a largo plazo con diferentes comercializadoras que respaldan su actual cartera, la cual prevé incrementar hasta los cuatro gigavatios durante 2024.

Camacho destaca que el futuro de la energía y del propio planeta pasa necesariamente por la descarbonización, la menor dependencia de los combustibles fósiles y una apuesta decidida por las renovables. Y, en ese sentido, se muestra convencido de que España reúne todos los requisitos para convertirse en la máquina energética de Europa. Sin embargo, lamenta, hay diversos factores que van en contra de ese objetivo, como «la falta de interconexiones, la lentitud administrativa, la especulación y la ausencia de unas política claras en asuntos medioambientales y sociales». 

Y la solución para todo ello, asevera, no es otra que aplicar la coherencia. Según sus palabras: «Desde el sector no pedimos ayudas, sino simplemente que se dejen de poner trabas y que se nos permita actuar a través de una normativa clara que esté sustentada en la lógica».

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