OPINIÓN

La naranja egipcia

El secretario general de la Unió Llauradora reclama a la CE que eleve el precio de entrada de los cítricos importados a un mínimo de 1 €/kg»

Carles Peris, en una imagen reciente.

Carles Peris, en una imagen reciente. / Levante-EMV

CARLES PERIS | Secretario general de la Unió Llauradora

En esta campaña citrícola, tal como viene sucediendo en las últimas, se detecta por estas fechas una ralentización de los precios y una dinámica de mayor lentitud en la exportación debido a la entrada de naranjas de Egipto desde enero hasta marzo a precios muy bajos. Esta entrada masiva de naranja egipcia, sin aranceles y a unos precios reventados, condiciona el mercado y distorsiona el precio de las naranjas europeas. La situación requiere de soluciones para frenar esta tendencia que preocupa enormemente a los productores valencianos.

Por ello desde la Unió nos hemos puesto manos a la obra y hemos reclamado a la Comisión Europea que eleve el precio de entrada de los cítricos importados a un mínimo de 1 €/kg, es decir que se aumente el precio de entrada de la fruta importada a unos valores actuales de coste efectivo de la cadena de valor. Pero también le hemos trasladado al Ministerio de Agricultura que presione en Bruselas para activar la cláusula de salvaguardia prevista en los acuerdos comerciales con Egipto.

El sistema de precios de entrada de la UE, diseñado para proteger a los agricultores frente a la competencia desleal, ha quedado obsoleto y se debería mejorar. Las naranjas egipcias han entrado en España este año a un precio medio de 0,51 €/kg, siempre por debajo del valor estándar de importación es de 0,693 €/kg, lo que pone en peligro la rentabilidad de los agricultores valencianos. Desde la parte comercial se utilizan además los bajos precios de las importaciones egipcias para presionar en sentido decreciente los de la producción europea. Además, al aumentar estas importaciones a precios de derribo, los mercados demandan menos cítricos europeos.

Cláusula de salvaguarda

Esto genera una clara distorsión del mercado y es motivo suficiente para activar la cláusula de salvaguardia. No me canso de recordar que las producciones europeas son más sostenibles y responsables que las importaciones de países terceros. La citricultura valenciana genera empleo y sostiene la economía de las zonas rurales, evitando la despoblación; cumple con estrictos estándares ambientales y de calidad, garantizando una producción respetuosa con el medio ambiente. Ofrece así mismo productos con altos niveles de seguridad alimentaria y trazabilidad, muy superiores a los de las importaciones, mientras que estas por el contrario tienen un impacto ambiental mucho mayor y no aportan beneficios económicos ni sociales a las comunidades europeas. Quien no quiera ver esto es porque no quiere.

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